In Memoriam: Ryūichi Sakamoto, la libertad creativa desde lo experimental

In Memoriam: Ryūichi Sakamoto, la libertad creativa desde lo experimental

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Querido Teo:

A los 71 años ha fallecido el pianista y compositor Ryūichi Sakamoto, un símbolo de la experimentación que ha estado activo hasta el final tras anunciar hace unos meses que padecía un cáncer rectal en fase IV que se sumaba al ya padecido de laringe en 2014. Eso no le impidió colaborar hasta el final en títulos como "Despidiendo a Yang" (2022) en una carrera en la que ganó el Globo de Oro y el Oscar por "El último emperador" (1987) y el Bafta por “Feliz Navidad, Mr. Lawrence” (1983) en la que también trabajó como actor siendo recordado su enfrentamiento con David Bowie como comandante de un campo de concentración japonés en un duelo que se movía entre el odio y el deseo.

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Nacido en Tokio el 17 de Enero de 1952, empezó a tocar el piano cuando era pequeño y, cuando iba al instituto, viajaba en vagones de cercanías tan concurridos que se entretenía contando todos los sonidos que emitía el tren durante el trayecto. Estudió etnomusicología en la Universidad Nacional de Bellas Artes y Música de Tokio, con especial interés por la música tradicional de la prefectura japonesa de Okinawa, así como por las tradiciones musicales india y africana.

Comenzó su carrera en 1978 como miembro de la banda pionera en la música electrónica Yellow Magic Orchestra (YMO), junto a Haruomi Hosono y Yukihiro Takahashi, donde tocó los teclados y ocasionalmente fue vocalista, grupo del que se separó poco tiempo después antes de iniciar su carrera en solitario aunque serían recurrentes las reuniones puntuales. La música electrónica, el pop, la clásica y la étnica convergían y expandían límites bajo su talento destacando como solista su monumental “Discord” (1998), un reflejo musical de las frustraciones de la condición humana en sus actos hacia un mundo marcado por la pobreza y la impotencia por no poder atajarla.

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Además de sus trabajos más reconocidos en los 80, las mencionadas “Feliz Navidad, Mr. Lawrence” y “El último emperador" (ganó el Oscar en su única candidatura a la estatuilla), no hay que olvidar que hay mucha más obra de Sakamoto que merece mucho la pena y no sólo la de "El renacido" (2015), la otra referencia más obvia, la cual le valió su tercera y última nominación al Globo de Oro aunque quedó fuera de los Oscar ante las estrictas normas en este apartado.

Fue por “El cielo protector” (1990) por la que ganó un segundo Globo de Oro (tres años después de “El último emperador”) en el drama romántico, exótico y torturado dirigido también por Bernardo Bertolucci y que, a la postre, quizá sea su mejor trabajo para cine.

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Otros trabajos a mencionar son los de “Las aventuras de Chatrán” (1986), “Tacones lejanos” (1991), “Cumbres borrascosas” (1992), “Snake eyes (Ojos de serpiente)” (1998), “Femme fatale” (2002), “Seda” (2007), “Hara-kiri: Muerte de un samurái” (2011), “Nagasaki, recuerdos de mi hijo” (2015), “Proxima” (2019), “El fotógrafo de Minamata” (2020) o “Beckett” (2021).

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Como continúa referencia su música también sonó en otras bandas sonoras en las que él no era el oficialmente acreditado, tal fue el caso del tema que formaba parte de la banda sonora (aunque había sido compuesto anteriormente) de "Babel" (2006) y que terminaría desembocando en el segundo Oscar consecutivo para Gustavo Santaolalla. Seguro que esa estatuilla debe mucho a esa pieza.

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En todo caso Sakamoto fue multidisciplinar e inquieto, probando infinidad de artes en mayor o menor medida y siendo un estudioso de la melodía y del sonido utilizando la música como la manera de expresarse incluso en su propia vida, siendo para él algo más profundo que las meras palabras.

Declaró su amor por todos los géneros, aunque el country era el que más cuesta arriba se le hacía, siendo “Playing the piano” (un concierto en diciembre de 2022) su última actuación la cual fue retransmitida por streaming y el documental “Coda” (2017) de Stephen Nomura Schible la mejor muestra de su legado. “Ars longa, vita brevis. El arte es largo, la vida es corta”, la frase favorita del compositor es su mejor epitafio.

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Nacho Gonzalo

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