"La Alhambra de Salomón"
En una ocasión traje a unos amigos norteamericanos a verla y uno de ellos me preguntó: “¿No es aquí donde se rodó El Cid?”. Esto me contaba hace unos días el autor de esta historia vestida de novela, que gira alrededor de uno de los espacios de nuestro país más cinematografiado, en un tiempo en el que la tierra donde se construyó era el lugar más rico y libre de toda Europa.
Título: “La Alhambra de Salomón”
Autor: José Luis Serrano
Editorial: Roca Editorial
En torno a 1905 los operadores de la joven productora francesa Pathé toman las primeras imágenes en movimiento del monumento más visitado de España desde 2011. Desde entonces la memoria cinematográfica de La Alhambra no ha cesado, aunque su primer personaje de ficción no fuera "El Cid", sino "La vida de Cristóbal Colón", de Gérard Bourgeois en 1916. Sólo un gran proyecto virtual al estilo de “Ágora” de Alejandro Amenábar podría responder al espacio que propone el autor: La Alhambra levantada en el siglo XI por una mujer arquitecto.
“Corría el año 1006 del calendario romano, por entonces aquella pequeña ciudad se llamaba Garnata al Yahud —Granada la judía en lengua árabe— y ya nadie sabría recordar que el nombre originario en lenguas antiguas era Gara Anat, que significaba la colina, la piedra, el cuerno o la peña de la diosa Anat. La Alhambra ya se llamaba así, pero era sólo una vieja fortaleza agrietada de tapial rojo, bajo la cual se extendían apenas sesenta casas, una sola calle ancha que comenzaba en un puente sobre el río Dauro y terminaba en otro sobre el Genil, y una oscura sinagoga sin prestancia levantada por los fundadores nueve siglos antes en su única placeta”.
El autor ha realizado un esfuerzo extraordinario para insertar esta ficción inspirada en las costuras de la historia más probable que permiten los hechos que conocemos, que son muchos más de los que iluminan la España exclusivamente cristiana de la misma época. Resulta casi un texto necesario para los admiradores de la cultura de los españoles de esa época, que la historiografía parcial transformó en árabes instalados importadores de una cultura ajena.
José Luis Serrano, filósofo y profesor, esparce sabiduría y una larga serie de personajes entremezclados en vidas y religiones. Un judío alcanzó el poder reservado a los musulmanes; a su lado una mujer extraordinaria, digna sucesora de la Hipatia alejandrina. Entre ambos un siglo de cambios profundos y la construcción de una obra equiparable al templo de Salomón. El libro está repleto de ambientes y momentos cotidianos; sentimientos rodeados de poesía y rituales. Desde el viaje muy bien reconstruido del protagonista, desde Mérida a Granada, hasta las descripciones urbanísticas, todo tiene el sabor del pasado. La convivencia de tres culturas y el detalle con el que se ha escrito la obra exigen la atención del lector que, una vez atento, le permite disfrutar de un mundo frágil, exquisito y cruel al mismo tiempo. Quiero decir con esto que no es literatura fácil, en blanco y negro, pero que recompensa sobradamente la atención exigida.
Existió una Alhambra diferente, de la que apenas queda el patio de los leones, y Serrano la levanta muro a muro ante nosotros. Así comienza la obra…
Carlos López-Tapia