"La trama fenicia"
La web oficial.
El argumento: El magnate Zsa-zsa Korda es un rico empresario europeo que se ve envuelto en una trama de espionaje junto a su hija Liesl, una monja con la que mantiene una relación difícil y a la quiere dejar el negocio familiar.
Conviene ver: Wes Anderson se ha convertido en un niño mimado para cierta crítica haciendo gala de sus simetrías, colores pastel y secuencias en forma de viñeta. En todo caso siempre asegura una buena nómina de estrellas. Benicio del Toro, Michael Cera, Mia Threapleton, Tom Hanks, Bryan Cranston, Riz Ahmed, Benedict Cumberbatch, Jeffrey Wright, Mathieu Amalric, Rupert Friend, Scarlett Johansson, Bill Murray, Hope Davis o Richard Ayoade forman parte de “La trama fenicia” que, sin ser de los trabajos más destacados del director, remonta el vuelo tras una carrera desinflada tras “El Gran Hotel Budapest” (2014) y con un crédito cada vez más reducido.
Un puzzle juguetón que se centra en un empresario europeo en la época de posguerra, magnético, inconformista y bravucón, acostumbrado al sector del armamento y la aviación, que, tras sobrevivir a un accidente de avión, se ve envuelto en una trama de espionaje junto a su hija Liesl, una monja novicia con la que hasta ahora no había mantenido apenas relación y a la que pretende nombrar sucesora y única heredera, y con la que tendrá oportunidad de convivir durante esta aventura en la que, perseguido por sus enemigos y sicarios a lo largo y ancho del globo, y con una buena ración de explosivos en la mochila, intentará conseguir financiación para crear un ambicioso plan con el fin de explotar comercialmente a un país antes de que el resto de gobiernos del mundo puedan impedirlo.
Un viaje entrañable que habla de la redención de aquellos que abrazaron en su día el capitalismo y en la que la gran noticia es que, sobre un acabado formal ya marca de la casa y nuevamente a un nivel de magisterio, en esta ocasión los personajes no son meros pegotes. Un trabajo melancólico, gamberro y barroco que sí es cierto que pierde fuerza ante cierta farragosidad a la hora de hablar de temas puramente económicos pero en el que el universo del director sigue destilando un sello propio y reconocible sumando a su estética un ritmo endiablado, una textura sonora y cromática envolvente y un gran sentido del absurdo entre el surrealismo, la sátira irónica y lo “kitsch”.
Sobre la sucesión de caras conocidas sin duda el trío protagonista formado por Benicio del Toro (arrollador), Michael Cera (genuino en este universo con sus bichos en la mesa) y Mia Treapleton (sorprendente labor de la hija de Kate Winslet) destilan química, complicidad y un punto de ternura topándose, entre otros, con Riz Ahmed como príncipe árabe enamoradizo, Tom Hanks y Bryan Cranson jugando al baloncesto en el andén de un tren, Mathieu Amalric regentando un café de especias o Benedict Cumberbatch como un sádico villano de opereta.
Wes Anderson lleva a cabo también uno de sus trabajos más comprometidos lanzando un dardo frente a la codicia de los poderosos que llevan al mundo a la deriva. Una matrioshka que pretende llevarnos a un mundo fabulado pero también con un poso de negritud moral muy auténtico y pertinente, en el que incluso el protagonista intenta expiar sus culpas ante el purgatorio cediendo el testigo a su hija confiando en otra manera de hacer las cosas tras la ambición desmedida avivada con el fin de la Segunda Guerra Mundial, en el que el director cuenta como aliados con la música de Alexandre Desplat, el vestuario de Milena Canonero, el montaje de Barney Pilling o la dirección de fotografía de Bruno Delbonnel.
Un ejercicio tan calculado y enarbolado como libérrimo y espontáneo en apariencia que no deja de ser más de lo mismo aunque, en esta ocasión, dentro de una ornamentaría tan preciosista como vacua, la fórmula sí que esté más afinada y logra mantener el ritmo por un lado y no exasperar por el otro. La dosis entra mejor, sin apasionar pero sin empachar, sin tener que tomarse un caramelo de menta para quitarse el mal sabor gracias a esta aventura de espionaje ilustrado en clave de fábula con estética vistosa y digna sucesora del universo de Hergé para Tintín.
Conviene saber: El 12º largometraje de Wes Anderson compitió en el Festival de Cannes 2025.
La crítica le da un SEIS