"El sucesor"

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La web oficial.

El argumento: Ellias Barnès, de 30 años, acaba de ser nombrado nuevo director artístico de una famosa casa de moda parisina. Pero cuando las expectativas son altas, empieza a sentir dolores en el pecho. De repente, le reclaman en Montreal para organizar el funeral de su padre, del que está distanciado, y descubre que puede haber heredado algo mucho peor que su débil corazón.

Conviene ver: “El sucesor” se mueve entre el drama de un trauma familiar, la intriga de una desaparición y la comedia involuntaria en el que es el nuevo trabajo de Xavier Legrand que si bien no llega a la excelencia de “Custodia compartida” (2017) sí que presenta un trabajo contundente del que es imposible indiferente removiendo al espectador y haciéndole partícipe de una intriga que se va enredando explorando aspectos perturbadores de la condición humana. Una película fascinante que te lleva por donde quiere y que maneja secretos, ansiedades y tormentos de manera más que solvente. Un thriller claustrofóbico que nos lleva a los abismos de los límites morales en una cinta que pone sobre la palestra temas como la fugacidad del éxito, el peso del pasado, la salud mental o hasta qué punto conocemos de verdad a los que nos rodean.

Un Marc-André Grondin que va de menos a más durante la película, tirando de sobria presencia y de vulnerable psicología, interpreta a Ellias Barnès, un diseñador de moda que, a los 30 años, se ha convertido en una de las promesas del sector de la alta costura, considerado el nuevo príncipe de la moda siendo nombrado director artístico de una famosa casa de moda parisina lo que le hace aunar prestigio, fama y reconocimiento. El éxito profesional tendrá que ponerse en paréntesis cuando Ellias recie una llamada y viaja a Montreal para preparar el entierro de su padre tras sufrir un ataque al corazón y con el que llevaba 20 años sin hablarse y que hará que la pasarela en espiral en la que desfilan las modelos de su última exhibición vaya a cobrar otro significado durante la película.

Encontrándose con vecinos y viejos amigos de su progenitor, todos abatidos y dispuestos a ayudar ante el buen recuerdo que deja el finado, el noqueado joven tendrá que quedarse en la casa de su padre donde descubrirá un secreto en el sótano de la casa mientras intenta hacer malabarismos haciéndose preguntas sobre una revelación que le hace estar entre la espada y la pared, atender desde la distancia a sus nuevas responsabilidades profesionales y toparse de bruces con el pasado mientras tiene que llevar a cabo lo que todos esperan que haga un hijo cuando un padre fallece mientras por otro lado la frivolidad de las portadas, los flashes y los desfiles le esperan cuando vuelva a retomar su vida.

“El sucesor” es una cinta elegante en estética y arriesgada en definición que te deja atrapado en la butaca mientras la narración avanza en esa casa amplia pero lúgubre entre contenidos efectistas que más que hacer naufragar a la película todavía acrecientan la angustia de ese viraje emocional y psicológico, fomentado por la cámara, que lleva al protagonista al borde de la locura con un padre que hasta muerto amenaza con destruir todo lo que éste ha podido conseguir alejándose de él. ¿Quién era realmente su padre? ¿A qué se debieron sus actos? ¿Hasta qué punto hace bien en encubrir lo que ha descubierto más cuando esa maraña le acaba succionando cada vez más convirtiéndose en cómplice? ¿Son sus genes víctimas de la herencia de la violencia machista perpetuada? ¿Hasta qué punto uno prefiere mantener su estatus o seguir lo que le dictan sus principios?

Una cinta perturbadora que sorprende, juega con el espectador y favorece el debate con un protagonista que intenta construir su propio futuro, en base a unas convicciones que hasta ahora creía asentadas habiendo dejado su tormentoso pasado atrás, aunque parezca estar destinado a ser el eterno sucesor tanto en lo profesional como en lo personal cuando el lugar del que parte vuelve a llamar a su puerta, ensombrecido por la figura dominadora de su padre fallecido por un problema cardiaco que él teme haber heredado. Una cinta que habla sobre el papel que tiene uno en el mundo, lo que esconde dentro de sí, y hasta qué punto uno puede liberarse realmente de sus cadenas o siempre estará supeditado a un pasado que le impedirá volar por sí mismo y que, en cierta manera y aunque sea inconsciente, él perpetua utilizando a las mujeres como objeto de su imposición artística siendo, sin pretenderlo, el sucesor del hombre del que tanto ha intentado no asemejarse.

Un thriller pantanoso que se adentra en una intriga con aparente cotidianidad en el que el atormentado protagonista, frente a una sucesión de hechos que sólo puede esquivar y no evitar, se encuentra cada vez más inmerso, ante cada revelación, en una pirotecnia despiadada que tiene reservado un último golpe de efecto que amenaza con reventar toda la credibilidad de la película pero que acaba helando la sangre en una larga secuencia poderosísima entre llantos desconsolados fruto no de la pena y del abatimiento sino de la impotencia que denota la fragilidad de un hijo, que frente a la apariencia de éxito que construye de cara a los focos, está engullido por el miedo y el rechazo y después por la desesperación cómplice de haberse impregnado de un secreto que lo carcome y en el que sólo le quedará, exhausto y al límite, poner tierra de por medio aunque sea el egoísmo, la vanidad y el sentimiento de culpa los que terminen hablando por sus actos.

“El sucesor” abraza la simbología de Hitchcock, Chabrol y Haneke desmontando los cánones masculinos, sugiriendo incluso interpretables dinámicas en las relaciones de los personajes, como ese abnegado vecino (un ambiguo y magnífico Yves Jacques) que echará en falta al padre del protagonista, adentrándose en cómo lidiar con los pecados de unos progenitores que minan y aplastan como un peso fantasmal imposible de erradicar y del que el protagonista termina siendo tan cómplice como víctima asumiendo con su silencio una herencia que termina siendo una bomba de relojería que pone en prueba su estabilidad, sus actos y la capacidad de tener un futuro que le permita vivir libre de un cargo de conciencia que se antoja como una losa que ya por siempre vivirá en él. Una espiral fascinante que impacta y remueve para ir, con solvencia y sabiduría sabiendo tocar los resortes oportunos, más allá del drama paternofilial para bordear el thriller y el terror con subyugante tensión y devastadora desolación.

Conviene saber: A competición en el Festival de San Sebastián 2023.

La crítica le da un OCHO

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