Comer de cine: Los hushpuppies de “Bestias del sur salvaje”

Comer de cine: Los hushpuppies de “Bestias del sur salvaje”

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Querido primo Teo:

Por mucho que hayamos avanzado moral y culturalmente hay que reconocer que el tema de la diferencia racial aún no está superado. Yo sé que a ti eso de las razas no te preocupa, tú nunca le harías ascos a nadie por el color de su piel, pero el mundo aún sigue dándole vueltas a algo que no es más que un simple tema genético. Y el país que nos inunda con los frutos de su fábrica de sueños (con permiso de Bollywood) es uno de los que menos ha avanzado en esta materia. Larga ha sido su lucha por la igualdad, iniciada por el presidente Lincoln en 1865 cuando logró abolir la esclavitud (es bueno que haya una película reciente que recuerde ese hecho). Poco podía sospechar el pobre hombre que aún quedaba casi un siglo para que la población negra obtuviera derechos civiles básicos de la mano de Lyndon B. Johnson en 1964. Y aún habría que esperar a un nuevo milenio para que su silla la ocupara un hombre de color. Los usamericanos serán ejemplo de muchas cosas, pero de tolerancia desde luego que no.

El mundo del cine no se ha quedado al margen de esta segregación. Desde la ignominiosa (más allá de su valor histórico) “El cantor de jazz”, en la que el actor principal es un blanco con la cara pintada, mucho se ha avanzado, sin duda, pero los premios siguen siendo esquivos para los actores de color, aunque esta tendencia parece revertirse en la última década. Sólo 13 actores negros (uno de ellos por partida doble) han logrado alzarse con el Oscar en toda la historia de estos galardones, 7 de ellos en este nuevo milenio. Se puede decir que en esta materia la Academia ha sido el reflejo del avance de la sociedad.

Y, por supuesto, la ficción se ha valido de este (no tan) pasado oscuro para dar a luz obras destinadas a remover las conciencias de los espectadores, tanto en la televisión, con la recordada “Raíces”, que mostraba sin paños calientes el trato inhumano que se daba a los esclavos negros, como en el cine, donde tenemos ejemplos recientes como “Criadas y señoras” y la recién estrenada “El mayordomo”. Y todavía tenemos pendientes por estos lares “12 años de esclavitud” y “Fruitvale Station”, así que el “black power” está más en boga que nunca.

Incluso los talentos emergentes están dando sorpresas inesperadas, buena prueba de ello es la película “Bestias del sur salvaje”. La jovencísima Quvenzhané Wallis (que protagoniza una situación inverosímil retratada en la serie “Boston Legal”, ya que pronto dará vida a la huerfanita “Annie”) se carga a los hombros esta película evocadora y onírica en la que una niña, criada en precarias circunstancias en la América profunda, mezcla en su imaginación las enseñanzas de los adultos con los duros acontecimientos que le toca vivir para superar la adversidad y vivir en armonía con su entorno. No menos reseñable, al menos a mi parecer, es la actuación de Dwight Henry, un pastelero de éxito reconvertido en actor que interpreta al padre de la niña con la que mantiene una relación estrecha y simbiótica, sin caer en el empalague y la ñoñería. El curioso nombre del personaje (aún más curioso que el nombre real de la actriz) es Hushpuppy, que es el nombre que reciben unos pequeños buñuelos de pan de maíz muy típicos de del sur de los EEUU.

Como ya sabrás, el maíz es un ingrediente infaltable de la comida sureña, herencia directa de los nativos americanos que lo tenían como alimento base. El rimbombante nombre que reciben estas bolitas fritas, cuya traducción más aproximada es “callacachorros”, se debe, según parece, a que en sus orígenes eran utilizadas para acallar los ladridos de las jaurías de perros. Según algunos autores, se les daban durante las barbacoas y reuniones sociales para que no molestaran mientras la gente comía. Según otros, los esclavos negros que huían las utilizaban para que los perros de sus amos no los delataran. Sea como sea, sin duda, era más barato darles estos amasijos que conseguirles huesos o sobras de carne, que tradicionalmente se utilizan para hacer sopa. Poco a poco la técnica para hacerlas se fue refinando y ahora son un manjar típico de la comida tradicional americana, como entrante o acompañamiento. Incluso han sido adoptadas como parte del menú de varios restaurantes de comida rápida. Y para que puedas comprobar de primera mano el si realmente merecen o no su popularidad, aquí te traigo la receta.

Ingredientes:

* 150 gr de harina de maíz.

* 50 gr de harina de trigo.

* 1 cucharadita de levadura química.

* 1 huevo.

* 250 ml de leche.

* 1 cebolleta o puerro. También puedes añadir queso rallado, carne picada, o cualquier otro tropezón que te apetezca.

* Sal y pimienta.

* Aceite para freír.

Elaboración:

- Tamiza juntas las dos harinas y la levadura. Bate el huevo con la leche sazonándolo al gusto con la sal y la pimienta. Mezcla los ingredientes secos y los húmedos hasta conseguir una pasta homogénea.

- Pica la cebolleta o el puerro muy finamente y añádelo a mezcla procurando que quede bien repartido. Añade también los tropezones que hayas elegido.

- Pon una sartén profunda con abundante aceite al fuego y cuando esté caliente ve poniendo pequeñas porciones de masa a freír hasta que se doren. Procura que no sean demasiado grandes, para asegurarte de que no quedan crudas por dentro. Intenta que sean todas más o menos del mismo tamaño para que tarden lo mismo en hacerse. Por último, no pongas demasiadas bolitas al mismo tiempo para que la temperatura del aceite no descienda mucho.

- Ve poniendo las bolitas en papel absorbente para que rezumen todo el aceite y sírvelas calientes.

Y ya está, tan fácil y tan rápido como eso. Como verás la masa admite un alto grado de personalización, así que no temas ser creativo. Aunque lo tradicional es freírlas en grasa (en el típico crisco del que Viola Davis cantaba sus alabanzas en “Criadas y señoras”), tú mejor sáltate la tradición y hazlas en un aceite ligero de girasol de sabor neutro. Queremos saborear la comida americana pero minimizando el aporte de grasa, siempre que sea posible.

Con esto, una ración de pollo frito y un “pie” de manzana ya tienes asegurada una típica comida americana. Ya solo te queda la música de banjo y hablar inglés como Aznar para completar el cuadro.

Tu prima.
Mohoja

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