“Saint Maud”

“Saint Maud”

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El argumento: Maud es una joven enfermera que, tras un oscuro trauma, se vuelve devota de la fe cristiana. Cuando empieza a trabajar cuidando a Amanda, una bailarina jubilada enferma de cáncer, la fe de Maud le inspira una obsesiva convicción de que debe salvar el alma de su paciente de la condena eterna... sea cual sea el coste. 

Conviene ver: “Saint Maud” es una cinta de terror británica de bajo presupuesto que cuenta con el respaldo de A24, sello que ha sabido tener muy buen ojo con el género apostando por “La bruja” (2015) de Robert Eggers y “Hereditary” (2018) y “Midsommar” (2019), ambas de Ari Aster. La historia gira en torno a Maud, una enfermera que se agarra al cristianismo para hallar el consuelo que le haga paliar un trauma que arrastra. Esa devoción termina llevándola al fanatismo, al martirio autoinfligiéndose dolor, y a la creencia de que puede salvar de la condena el alma de una de sus pacientes, Amanda, una bailarina enferma terminal de cáncer. Rose Glass en su primer largometraje nos presenta una enfermera a la que asociamos por defecto con la bondad, que se debate entre la rectitud del camino del señor y las tentaciones del demonio, entre ser una buena cristiana y mantenerse en el rebaño o dar rienda suelta a su sexualidad y convertirse en una fulana. Entre Maud y Amanda se crea una lucha de dependencia y poder y la bailarina también se convierte en un espejo en el que la cuidadora ha querido mirarse pero no se ha atrevido, ya que la paciente moribunda representa todo aquello que anhela la enfermera, es libre, descarada, posee habilidades sociales y ha disfrutado plenamente de su sexualidad sin importarle lo que puedan opinar los demás.

“Saint Maud” es a su vez una reflexión sobre el poco valor que se le da en la sociedad a la figura del cuidador, que llegan a encomendarse tanto a su labor que terminan quemándose, desarrollando incluso algún tipo de enfermedad y a quienes nadie les pregunta cómo están. “Saint Maud” destaca por su atmósfera opresiva, deudora de apuestas como "La semilla del diablo", "Suspiria" o el cine de Ingmar Bergman (especialmente “Persona”) y de la estética de los 70, que parece muy propia de otra época al igual que la sobresaliente interpretación hecha por Morfydd Clark, una mujer solitaria y vulnerable a quien le es imposible lidiar con sus demonios interiores y cuya locura, y la interpretación que hace ella misma de la fe, le lleva a ser capaz de cometer la mayor de las atrocidades. También está estupenda Jennifer Ehle, como la coreógrafa incapacitada, frustrada porque su enfermedad le ha hecho perder su atractivo y que descarga su ira contra su cuidadora, y pese a todo no dejamos de sentir compasión por ella. “Saint Maud” no es una cinta original de exorcistas pero sí que está dirigida, escrita e interpretada con una gran eficacia y además nos invita a reflexionar sobre la represión que ha rodeado siempre a la figura de la mujer. 

Conviene saber: “Saint Maud” pudo verse en el Festival de Sitges 2020 y cuenta con 17 nominaciones en los premios BIFA del cine independiente británico.

La crítica le da un SIETE

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