"El tercer hombre", la corrupción moral como método de supervivencia

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Querido primo Teo:

Más de 75 años después de su estreno, "El tercer hombre" (1949) de Carol Reed sigue siendo considerada una de las mejores películas de la historia del cine británico y una obra maestra del cine negro. Aunque el lenguaje cinematográfico ha evolucionado a lo largo de estos años, la influencia de esta cinta sigue siendo notable en el cine contemporáneo, tanto por su innovación visual como por el tratamiento de temas complejos, como la ambigüedad moral y la corrupción. "El tercer hombre" presentó a la ciudad de Viena devastada por los efectos de la Segunda Guerra Mundial, donde los personajes se mueven en un entorno en el que, para sobrevivir, los valores morales deben dejarse de lado.

El germen de "El tercer hombre" lo encontramos en un relato escrito por Graham Greene, a petición del productor Alexander Korda, que refleja algunas de sus obsesiones, como la corrupción, la ambigüedad moral, el desengaño y la fe. El protagonista de la historia es Holly Martins, un escritor de novelas baratas que llega a la Viena destruida de la posguerra buscando a su amigo y héroe de la infancia, Harry Lime. Al comienzo de la película, nos enteramos de que Harry Lime ha fallecido en un misterioso accidente de tráfico, algo tan sospechoso que lleva a Martins a investigar. Pronto descubre una trama de corrupción y mercado negro, en la que su amigo juega un papel clave.

Harry Lime, lejos de estar muerto, es un traficante que ha amasado una fortuna vendiendo penicilina adulterada, algo de primera necesidad en ese momento. Lime encarna el lado más oscuro de la posguerra, donde la vida humana ha perdido valor y los beneficios personales se anteponen a cualquier sentido de moralidad, pero, a pesar de su villanía, tiene un carisma que lo hace atractivo.

Graham Greene y el director Carol Reed ya habían colaborado juntos en "El ídolo caído" (1948). Al cineasta británico le atraía la habilidad de Greene para crear personajes complejos y ambientes opresivos, lo cual encajaba perfectamente con la ciudad de Viena, ocupada en ese momento por las fuerzas aliadas (Estados Unidos, Reino Unido, Francia y la Unión Soviética), y dividida en cuatro zonas de control. "El tercer hombre" muestra un territorio fragmentado, en el que los personajes deben navegar entre diferentes jurisdicciones, lo que intensifica el caos y la desconfianza.

Viena, rota por las circunstancias políticas y económicas, es retratada como un laberinto. Carol Reed se inspiró en el expresionismo alemán para utilizar sombras y ángulos inusuales con la cámara. Aprovecharon un escenario real devastado, y la dirección de fotografía de Robert Krasker, ganadora del Oscar, enfatizó el contraste entre luz y sombra para destacar la ambigüedad moral de los personajes.

El Prater, con su emblemática noria gigante (Riesenrad), es un escenario clave en la película. No sólo ofrece una vista panorámica de la ciudad, sino que es el escenario de una de las escenas más memorables del cine: el encuentro entre Holly Martins y Harry Lime. Mientras la noria asciende, los personajes discuten sobre la vida, la muerte y la moralidad, desde una altura que parece separarlos de la ciudad, subrayando el cinismo y la indiferencia de Lime hacia las vidas humanas. La altura de la noria, desde donde los personajes observan a las personas como puntos insignificantes, es una metáfora de la deshumanización que marca las decisiones de Lime.

El personaje de Harry Lime es uno de los villanos más carismáticos y complejos de la historia del cine. En el guión de Greene, Lime no es simplemente un criminal, sino una figura que desafía las nociones convencionales del bien y el mal. Su famoso discurso en la noria del Prater, donde justifica su participación en el mercado negro aludiendo al Renacimiento y la guerra, refleja el tipo de personajes moralmente ambiguos que Greene exploraba en su obra.

Este monólogo, en gran parte improvisado por Welles, revela la filosofía nihilista de Lime: para él, el sufrimiento es inevitable en el progreso, y la vida humana es insignificante. La comparación entre el Renacimiento italiano y el reloj de cuco sugiere que Lime ve el mal como necesario, si no deseable, para lograr grandes logros.

Welles dotó a Harry Lime de un magnetismo que, a pesar de su crueldad, atrae a los espectadores. Este es el tipo de villano que no es pura maldad, sino que logra ganar la simpatía del público con su ingenio, encanto y lógica retorcida. Lime es, esencialmente, un oportunista que se enriquece aprovechando el caos de la posguerra, pero lo hace con tal confianza y carisma que resulta fascinante.

Aunque se ha especulado que Welles tuvo una influencia significativa en la dirección de la película, especialmente en las escenas que involucran a su personaje, fue Carol Reed quien mantuvo el control creativo. No obstante, la colaboración entre ambos fue fundamental para crear la atmósfera única que rodea a Harry Lime. Welles, un cineasta consumado conocido por haber revolucionado el lenguaje cinematográfico con "Ciudadano Kane" (1941), aportó su talento para el uso del espacio, las sombras y la composición visual, pero Reed garantizó la coherencia visual y narrativa de la película.

A pesar de la limitada presencia en pantalla de Harry Lime, la carismática actuación de Orson Welles lo convirtió en uno de los villanos más fascinantes de la historia del cine. Su popularidad fue tal que inspiró el serial radiofónico "Las aventuras de Harry Lime", emitido en la radio pública británica en 1951, coescrito y protagonizado por Welles, que abordaba la historia de Harry Lime antes de los hechos ocurridos en "El tercer hombre".

La imponente presencia de Orson Welles casi eclipsa a Joseph Cotten, quien interpreta al protagonista Holly Martins. Cotten aporta una gran humanidad a su personaje, encarnando a un hombre común atrapado en una situación extraordinaria y moralmente compleja. Su trabajo fue esencial para el equilibrio de la película, ya que actúa como el contrapeso moral y emocional frente al corrupto Lime. Holly es un escritor mediocre y un forastero desorientado, incapaz de entender las condiciones políticas y morales de la Viena de posguerra, lo que le da al personaje una vulnerabilidad que genera empatía en el espectador.

La relación entre Holly y Harry es el núcleo emocional de "El tercer hombre". Holly siente un gran afecto por Harry, al que siempre vio como un héroe. Descubrir su verdadera naturaleza supone una traición devastadora, lo que hace que el dilema final de Holly sea aún más angustiante.

Anna Schmidt, interpretada por Alida Valli, es el vértice de la historia. Amante de Harry Lime, es una refugiada checoslovaca cuyo amor inquebrantable hacia Harry persiste incluso después de descubrir su implicación en el tráfico de penicilina adulterada, que ha provocado la muerte de niños. A pesar de los esfuerzos de Holly por hacerle ver la verdad, Anna se niega a abandonarlo, demostrando una devoción que la atrapa emocionalmente.

Valli interpreta esta lealtad con una mezcla de amor trágico y resignación, haciendo de Anna un símbolo del sufrimiento emocional y moral que dejó la guerra. Como la ciudad de Viena, Anna está rota por circunstancias fuera de su control.

La secuencia final, en la que Harry Lime es perseguido por las alcantarillas de Viena, es uno de los momentos más célebres de la película. Reed utiliza el ambiente claustrofóbico y los ecos resonantes para crear una atmósfera de extrema tensión. Las sombras alargadas y el agua corriente intensifican el suspense, convirtiendo esta escena en una de las persecuciones más icónicas del cine.

Una diferencia notable entre el relato de Greene y la película de Reed es el epílogo, en el que se sugiere que Holly Martins y Anna Schmidt podrían tener un futuro juntos. Reed optó por un desenlace más melancólico y distante, en el que Anna camina tras despedirse de Harry y se cruza con Holly sin detenerse. Aunque inicialmente a Greene esta opción le generó dudas, más tarde reconoció que la elección de Reed era más efectiva que lo planeado originalmente.

La banda sonora, compuesta por Anton Karas, es igualmente icónica. Empleando el zither, un instrumento de cuerdas, Karas creó una atmósfera única que diferenció a "El tercer hombre" de otras películas de la época. La música alcanzó tal éxito que la banda sonora fue una de las primeras en triunfar en las listas musicales y persiguió de por vida a Orson Welles. 

"El tercer hombre" ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes y recibió el Óscar a la mejor fotografía en blanco y negro. La dirección de Carol Reed y el montaje de Oswald Hafenrichter también fueron nominados. La película influyó a escritores como John Le Carré y a generaciones de cineastas, en su tratamiento del suspense, el drama moral y el uso del entorno urbano.

Mary Carmen Rodríguez 

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