In Memoriam: Terence Stamp, presencia y mirada magnética

In Memoriam: Terence Stamp, presencia y mirada magnética

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Querido primo Teo:

A los 87 años ha fallecido el actor británico Terence Stamp, cuya familia lo despidió recordando “una obra extraordinaria, como actor y escritor, que seguirá inspirando a las personas durante años”. Dueño de una presencia magnética y enigmática, Stamp fue un intérprete de una versatilidad inusual, capaz de transitar desde el fulgor juvenil de la contracultura londinense de los años sesenta hasta los papeles de madurez que consolidaron su prestigio internacional. Su debut cinematográfico en “La fragata infernal” (1962), bajo la dirección de Peter Ustinov, le valió una nominación al Oscar como mejor actor de reparto y lo situó de inmediato entre los jóvenes talentos más prometedores de su generación.

A partir de ahí, su carrera se distinguió por la valentía con la que asumió personajes complejos y arriesgados: desde el perturbado secuestrador de “El coleccionista” (1965), de William Wyler, que le mereció el premio en el Festival de Cannes, hasta el inquietante visitante angelical y seductor de "Teorema" (1968), de Pier Paolo Pasolini, con el que se consagró como un actor dispuesto a explorar territorios incómodos, provocadores y profundamente artísticos.

Lejos de quedar atrapado en la imagen de galán que lo encumbró en los años sesenta, con un atractivo que parecía situarlo por encima del bien y del mal, Stamp supo reinventarse como actor de carácter, aportando a cada interpretación una intensidad hipnótica y un magnetismo difícil de igualar. Héroe romántico, villano inolvidable o figura excéntrica, su sola presencia en pantalla dotaba a cada obra de un relieve singular. Esa capacidad para evolucionar, unida a su mirada penetrante y su voz grave, inconfundible y seductora, lo convirtió en una presencia imprescindible del cine internacional a lo largo de más de seis décadas, dejando tras de sí un legado artístico que continúa brillando más allá de su tiempo.

Nacido el 22 de julio de 1938 en el seno de una familia obrera de Stepney, en el este de Londres, Terence Stamp creció en un entorno marcado por las privaciones de la posguerra siendo el mayor de cinco hermanos. Su infancia estuvo atravesada por la dureza de la Segunda Guerra Mundial y por la prolongada ausencia de su padre, que trabajaba como estibador en un remolcador. Nunca destacó en los estudios: lo suyo no era el aula, sino la fascinación por el cine. Admiraba a las grandes estrellas de Hollywood, en especial a Gary Cooper y, sobre todo, a James Dean, cuyo estilo comenzó a imitar con devoción juvenil. Aquella inclinación por la estética y el carisma cinematográficos pronto marcaría su destino.

Tras abandonar la vida académica, su buena planta lo llevó a trabajar como modelo en una agencia de publicidad, además de desempeñarse como asistente en un club de golf. Su verdadero rumbo, sin embargo, se definió cuando obtuvo una beca para formarse como actor en la Webber Douglas Academy of Dramatic Art, donde comenzó a curtirse en los escenarios provinciales, aprendiendo oficio y disciplina y alejándose de la contraposición que sus progenitores mantuvieron sobre sus aspiraciones artísticas.

Durante aquellos años iniciales en Londres forjó una amistad decisiva con Michael Caine, entonces otro joven aspirante que luchaba por abrirse camino. Fueron compañeros de piso y de fatigas, iniciando un vínculo de camaradería que acompañaría a Stamp en los primeros pasos de su carrera. Un Stamp que junto a varios compañeros de generación y las corrientes musicales, sociales y estéticas de la época fue representante de la revolución cultural de la época llamada "Swinging Sixties" y que tuvo lugar en Londres. 

Tras debutar en el cine a los 24 años nada más y nada menos que poniéndose frente a Laurence Olivier en "Escándalo en las aulas" (1962), la suerte de Terence Stamp cambió radicalmente cuando fue elegido para interpretar al joven marinero Billy Budd en “La fragata infernal” (1962), adaptación que Peter Ustinov realizó de la novela inacabada de Herman Melville. Su debut sorprendió a la crítica por la naturalidad desarmante con la que afrontó el papel: una mezcla de frescura juvenil e intensidad emocional que transmitía, a partes iguales, la inocencia luminosa y la vulnerabilidad de un muchacho condenado a no encajar en la crudeza de la vida en alta mar.

Su mirada clara y su presencia magnética convirtieron a Billy Budd en una criatura casi angelical, un símbolo de la bondad incorruptible enfrentada a la corrupción del poder, a la implacable rigidez de las jerarquías navales y al deseo oculto homoerótico de los prendados por su juventud. Por esta interpretación fue galardonado con el Globo de Oro a la estrella emergente (siendo nominado también al Bafta en la misma categoría) y obtuvo una merecida nominación al Oscar como mejor actor de reparto.

De la noche a la mañana, Stamp se situó entre los intérpretes más prometedores de la nueva generación británica, encarnando una cierta idea de “pureza heroica” que pronto se encargaría de dinamitar con papeles mucho más oscuros, ambiguos y provocadores, en los que consolidó la versatilidad que marcaría toda su trayectoria.

El ascenso a la cima de Terence Stamp fue tan fulgurante que, a mediados de los años sesenta, llegó a sonar como candidato a suceder a Sean Connery para encarnar a James Bond, símbolo del estrellato británico de la época, y también pudo ser ligón Alfie antes de que su colega Michael Caine se hiciera con el papel. Su consagración le llegó con "El coleccionista" (1965). Con William Wyler al frente, Stamp asumió uno de los papeles más inquietantes de su carrera temprana: Frederick Clegg, un joven solitario y obsesivo que secuestra a una estudiante de Arte de la que se queda prendado (interpretada por Samantha Eggar) para retenerla en su sótano con el fin enfermizo de que puedan conocerse más de esa manera.

El filme, adaptación de la novela de John Fowles, exigía un equilibrio muy delicado: mostrar la vulnerabilidad y timidez del personaje sin restarle la violencia latente de su obsesión. Stamp lo logró con una interpretación escalofriante, contenida y precisa, que retrataba a un hombre atrapado entre la represión emocional y el deseo posesivo.

La crítica celebró su complejidad: no era un villano unidimensional, sino un retrato perturbador de la alienación y la soledad. El Jurado del Festival de Cannes le otorgó el premio al mejor actor, confirmando que Stamp era algo más que un rostro atractivo: era un intérprete de riesgo y profundidad que no dudaba en alternar personajes complejos como éste u otros más desinhibidos y comerciales como el de "Modesty Blaise" (1966) junto a Monica Vitti.

Ese mismo magnetismo lo llevó a protagonizar “Lejos del mundanal ruido” (1967), con la que John Schlesinger adaptó la novela de Thomas Hardy y que le unía a Julie Christie, formando una de esas parejas más bellas y magnéticas de la época. En esta superproducción británica, un melodrama romántico victoriano, Stamp encarnó al sargento Troy, un militar carismático y mujeriego que seduce a Bathsheba Everdene.

La película aprovechó la fotogenia de Stamp en su máximo esplendor: sus escenas de seducción, especialmente el célebre duelo de esgrima con Christie en un campo, subrayaron el aura erótica que lo convirtió en un auténtico icono del Swinging London. Pero Stamp no se limitó al encanto superficial: su Troy escondía la fragilidad y la irresponsabilidad de un hombre dominado por su ego y sus pasiones, mostrando así la capacidad del actor para dar matices a un personaje que podía haber quedado reducido a simple cliché romántico. La química con Christie trascendió la pantalla (fueron pareja en la vida real), reforzando la dimensión mítica de la película.

Stamp no temió adentrarse en terrenos arriesgados: de la mano de Pier Paolo Pasolini nos ofreció “Teorema” (1968), donde alcanzó una de sus interpretaciones más enigmáticas y arriesgadas. En el film se convierte en “El visitante”, una figura de belleza hipnótica que llega a la casa de una acaudalada familia burguesa italiana y, uno a uno, seduce a todos sus miembros (el hijo, la hija, la madre, el padre y la criada) para luego desaparecer, dejando tras de sí un vacío existencial devastador.

El papel exigía a Stamp desprenderse de cualquier psicología convencional: no interpretaba un personaje con biografía o motivaciones claras, sino un símbolo encarnado; ¿un ángel, un demonio, un dios o un simple deseo carnal? Stamp desplegó aquí toda su capacidad de presencia física y espiritual: sin necesidad de largas líneas de diálogo, su mirada penetrante, sus silencios y su aura magnética transformaron al personaje en una fuerza desestabilizadora que encarnaba lo inexplicable.

“Teorema” fue aclamada y repudiada a partes iguales, y consagró a Stamp como un actor dispuesto a entregarse a los experimentos radicales del cine de autor europeo, en contraste con el glamour británico que lo había lanzado a la fama.

La colaboración entre Stamp y Pasolini coincidió con otra célebre que se desarrolló en Italia. El actor británico se unió a Federico Fellini en “Toby Dammit”, mediometraje basado en un relato de Edgar Allan Poe que se situaba dentro del macroproyecto “Historias extraordinarias” (1968). Stamp interpretó a un actor británico en crisis, acosado por visiones fantasmales, en una actuación intensa y vulnerable. Fellini lo envolvió en un universo barroco y alucinatorio, logrando una obra considerada por la crítica como una de sus piezas más brillantes. Fue una colaboración breve, pero dejó una huella singular en ambos.

Del mismo modo, trabajó en el debut cinematográfico de Ken Loach, “Pobre vaca” (1967), aportando realismo y vulnerabilidad a un relato marcado por la dureza social de la Inglaterra obrera. Con este conjunto de interpretaciones, a caballo entre el cine de autor europeo y el gran drama romántico británico, Stamp consolidó un prestigio que lo situó entre los actores más influyentes y versátiles de su generación, capaz de moverse con igual solvencia entre el estrellato popular y las propuestas más arriesgadas del nuevo cine europeo.

Instalado en Italia durante la década de 1970, Terence Stamp se alejó del estrellato para iniciar un período de autodescubrimiento personal, tras un viaje a la India que marcó un antes y un después en su vida. En esos años trabajaba de manera intermitente, eligiendo sus proyectos con calma y, a menudo, sólo lo suficiente para mantenerse económicamente, priorizando su crecimiento espiritual y creativo por encima de la fama.

No fue hasta finales de la década siguiente cuando recuperó la atención del público internacional, interpretando al general Zod en “Superman II” (1980), un papel que le permitió combinar su presencia magnética con un personaje icónico, consolidando su regreso al cine comercial sin sacrificar su estatus de actor intenso y carismático. Años después regresaría al universo de Krypton siendo la voz de Jor-El en la serie "Smallville" (2003-2011).

Destacadas fueron sus colaboraciones con Stephen Frears en “La venganza” (1984) y Steven Soderberg en “El halcón inglés” (1999). En “La venganza” interpretó a un asesino a sueldo veterano, un personaje frío, calculador y con un código ético propio dentro del mundo del crimen. La película, un thriller que combina elementos de suspense y drama psicológico, permitió a Stamp desplegar su presencia magnética y su capacidad para transmitir tensión con apenas gestos o miradas.

La crítica destacó su actuación como uno de los pilares del film, mostrando a un actor capaz de sostener la narrativa con una combinación de carisma, elegancia y peligro contenido. Este papel reforzó su reputación como intérprete de carácter en producciones internacionales sofisticadas.

Por su parte, en “El halcón inglés”, dio vida a un exconvicto estadounidense envejecido y desencantado que viaja a Los Ángeles para vengar la muerte de su hija. Su interpretación fue sobria, intensa y cargada de matices, reflejando a un hombre marcado por la experiencia, la rabia y la reflexión. Stamp dio a la película un peso dramático y una gravedad emocional que se convirtió en el eje del film, demostrando que su talento no había perdido fuerza con los años y consiguiendo una nominación en los Independent Spirit Awards. 

También aportó su presencia de manera testimonial a “Wall Street” (1987) de Oliver Stone, incluso fue el protagonista de la española “Beltenegros” (1991) dirigida por Pilar Miró (ya había trabajado en nuestra industria en el drama erótico "Striptease" en 1976 y en la aventurera "Misterio en la isla de los monstruos" en 1981), pero si hubo una interpretación que se convirtió en icónica en la década de los noventa, fue la de la mujer transexual Bernadette en la película australiana "Las aventuras de Priscilla, reina del desierto” (1994).

Stamp, candidato al Bafta, logró combinar humor, ternura y dignidad, construyendo un personaje inolvidable que trascendió estereotipos y consolidó su reputación como un actor versátil, valiente y capaz de asumir papeles desafiantes incluso en géneros audaces y populares.

Terence Stamp se sintió profundamente decepcionado con el resultado final de la galáctica “La amenaza fantasma” (1999) de George Lucas, una experiencia que no cumplió sus expectativas artísticas. Para entonces, su nombre ya había quedado relegado a roles secundarios, aunque su presencia seguía aportando distinción y fuerza a producciones de prestigio, como “Valkiria” (2008), encajando de manera magistral en personajes villanos y memorables tal fue el caso de "Destino oculto" (2011) o sucediendo para Tim Burton a las venerables presencias de Vincent Price o Christopher Lee en "Big eyes" (2014) y "El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares" (2016).

Por la otoñal "Una canción para Marion" (2012) fue candidato al BIFA en los premios del cine independiente británico como un hombre cascarrabias que tendrá que abrir su mente ante la paz que encuentra su mujer, enferma de cáncer, junto a un  grupo de señores jubilados que se reúnen para cantar. "Última noche en el Soho" (2021), evocación cinematográfica de la época de la que él mismo fue exponente, ha terminado siendo su última aparición en la pantalla. 

La relativa falta de ofertas interpretativas no frenó su creatividad (no hay que olvidar que probó lo que era ser director de cine en "Stranger in the house" en 1990): Stamp desarrolló su faceta como escritor, publicando varios libros sobre sus vivencias y reflexiones, incluyendo una novela, y exploró incluso el ámbito gastronómico, lanzando una línea de productos para celíacos, demostrando su versatilidad y capacidad para reinventarse fuera de la pantalla, manteniendo siempre un espíritu curioso y creativo.

Durante la década de 1960, Terence Stamp fue tan famoso por sus interpretaciones como por su vida amorosa, un hecho nada sorprendente tratándose de uno de los hombres más atractivos de su generación. Mantuvo relaciones con figuras destacadas del cine y la moda, como Julie Christie, Marisa Berenson, e incluso con las hermanas Jackie y Joan Collins, consolidando su imagen de ícono de estilo y seducción.

A pesar de estos romances, sólo contrajo matrimonio una vez, con Elizabeth O’Rourke, una farmacéutica australiana 35 años más joven, con la que se casó a los 64 años en 2002 y de quien se divorció en 2008. Su vida personal, marcada por la pasión y el magnetismo, complementaba la presencia magnética y sofisticada que siempre proyectó en la pantalla.

Mary Carmen Rodríguez 

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