Ed Harris, siempre seguro, eficiente, eficaz, directo, claro y aplaudible. Uno de los actores que hacen de la naturalidad una virtud. No va de divo, no es una estrella a pesar de 4 nominaciones al Oscar y haber participado en más de una película taquillera. Hace las películas que le gustan y pocas veces le vemos en un bodrio. Es siempre tan regular que todavía no ha tenido su gran papel indiscutible. Ha sido astronauta, el ojo de Gran Hermano, un escritor enfermo de sida, un policía corrupto, un sacerdote dubitativo, un mafioso implacable, el músico sordo más genial de todos los tiempos y un pintor abstracto. De todo y para todos.
Harris salta a "El papelón de su vida" como flamante director y actor de "Appaloosa" , película que se estrenó este viernes y que supone un ejemplo del western que nos llega en los últimos años. Harris, artista inquieto, asume con este su segundo proyecto como director tras "Pollock". Quizás es tan bueno que es complicado distinguirle por un papel frente a los demás, pero la forería ha superado el reto tras una elección muy disputada.
"Las Horas" ha quedado como una historia de mujeres, como un fresco en torno al cual se cruzaban tres historias femeninas que habían tenido la obra “La señora Dalloway” de Virginia Woolf como inspiración. Estaba Nicole Kidman, Julianne Moore y Meryl Streep, pero entre ellas estaba en un pequeño papel Ed Harris. Un rol breve pero muy intenso en el que interpretaba a un escritor homosexual aquejado de sida, fiel amigo del personaje de Meryl Streep.
Una interpretación estupenda en la que con solo unas escenas dejaba patente la amargura, el sentimiento, el dolor y el desgarro. Fue su cuarta candidatura al Oscar que, como suele pasar en él, se quedó en infructuosa. Nos da igual, actores como estos no son de ese mundo de los premios. El reconocimiento público ya lo tiene. Que mejor que dejarte con uno de sus momentos incluyendo una despedida antológica para un personaje de ese tipo.
A los 96 años ha muerto el inolvidable y por siempre eterno actor Héctor Alterio. Argentina y España quedaron unidas más allá del charco gracias a su talento y recuerdo en trabajos que demostraron que el cine no entiende de patrias sino de emociones, memoria y dignidad a la hora de tender puentes a través del cine. Como elementos principales tuvo su innegable carisma, una voz llena de matices y una capacidad de que las emociones traspasarán la pantalla a través de una mirada limpia y expresiva gracias a sus ojos azules. Una larga vida en la que se dedicó hasta el último día al oficio al que tanto amaba y al que contribuyó a elevar a altas cotas siendo merecedor por todo ello del Goya de Honor en 2004.
Hay actores que traspasan lo que es una vida para formar parte de nuestros recuerdos para siempre. Es algo que va más allá de cualquier premio e, incluso, de la propia existencia ya que trascienden por siempre gracias a la pantalla. Es el caso de un Dick Van Dyke que celebra 100 años de vida en vida. Un nombre icónico de la industria del entretenimiento que bien merece del que se hable de él y se le reivindique cuando todavía puede recibir esa gratitud de su público por tantas risas y buenos ratos compartidos. Un rostro muy querido por su vitalidad, ironía y ligereza siendo un torrente de optimismo frente a la adversidad. Se una a una lista de centenarios compuesta por Kirk Douglas, Olivia de Havilland, Bob Hope y Gloria Stuart o las todavía vivas Eva Marie Saint y Lee Grant.
Las primeras páginas del guion literario de esta serie indicaban lo siguiente: "Un amanecer que parece no querer llegar del todo, envuelto en un gris espeso, como si la ciudad estuviera reteniendo el aliento. La cámara avanza lentamente por un polígono industrial casi vacío. El sonido es mínimo: un viento leve, metal vibrando en alguna parte, una puerta mal encajada que golpea a intervalos irregulares. Los edificios que rodean la escena tienen el aspecto típicamente londinense de principios de los ochenta: ladrillo desgastado, cristales empañados, carteles viejos que nadie se preocupa ya en retirar.
No hace tanto tiempo pero ya parece que hace un mundo cuando quien más quien menos presentaba al mundo las 30, 40 o 50 películas destinadas a estar presentes en la carrera al Oscar 2026. El paso del tiempo, la selección natural, el pinchazo de calidad de algunos títulos y cierto ensimismamiento tendente a apoyar a los favoritas de turno, ha desembocado en lo que podría haber sido una carrera entre dos para terminar definiéndose, de manera poco sorprendente a estas alturas, en un paseo militar para Paul Thomas Anderson. La emoción quizá ya no está en la zona alta pero sí reside en películas que pelean por los puestos bajos de mejor película con el fin de que les den al menos la opción de poder decir que han sido nominadas al Oscar. Con las recientes nominaciones de Critics’Choice y Globos de Oro, ¿podemos ya dar por aseguradas al menos a 8 de las 10 futuras nominadas al Oscar?