Cannes 2025: Las madres adolescentes de los Dardenne y el desencanto de los Estados Unidos de los 70 por Kelly Reichardt
Querido Teo:
La última jornada de Cannes 2025 parece seguir el mismo patrón que la de hace dos años. En lugar de Ken Loach tenemos a otros de los más recurrentes del certamen (los Dardenne) y, por otro lado, Josh O’Connor vuelve, bajo los órdenes de una directora, profanar arte al igual que en “La quimera” en lo nuevo de Kelly Reichardt. Veremos, al menos, si al contrario que en 2023 estas cintas sí que logran entrar en el palmarés a pesar de llegar en el último aliento de un Cannes en el que ya todos son quinielas y balances.
"Recién nacidas" (Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne) // Sección Oficial
Por décima vez los hermanos Dardenne optan a la Palma de Oro (la cual han ganado en dos ocasiones) y todo ello sin olvidar que en los nueve precedentes anteriores sólo en dos ocasiones salieron sin premio. Los Dardenne no inventan nada pero son maestros del realismo social, la cámara al hombro y un estilo naturalista sin imposturas. Algo que vuelven a demostrar en una cinta que pone el foco en cinco adolescentes que viven en un refugio financiado por el gobierno belga para madres jóvenes las cuales, a pesar de criarse en circunstancias difíciles, luchan por construir una vida mejor para ellas y sus hijos.
Una cinta en la que se permiten que emerja algo de luz frente a la precariedad y las incertidumbres de un entorno inestable y adverso. Sororidad y resiliencia partiendo de la experiencia de estas chicas y también de las trabajadoras sociales que son el engranaje para crear un espacio seguro y de confianza sin enjuiciamientos ni doctrinas para unas chicas que no sólo están condicionadas por su origen y clase sino también por una sociedad en la que la educación sexual sigue siendo tabú, el derecho al aborto un tema en permanente cuestión y la libre decisión sobre el cuerpo de la mujer amenazado por morales castrantes.
“Recién nacidas” presenta desde una chica abandonada por su madre al nacer que quiere conocerla para demostrarle a ella y a sí misma que sí que es capaz de lo que la otra no fue, una joven negra que ha sufrido la violencia familiar, otra que a pesar de contar con el apoyo de su pareja es víctima de las adicciones o una más que, pensando en que no está a la altura decide dar a su bebé en adopción.
Realismo social que muestra a madres adolescentes intentando sacar adelante a sus bebés o prepararlos para la adopción en medio de la adicción a las drogas, las enfermedades mentales y los conflictos familiares. Un trabajo humanista y conciliador en un retrato coral que habla de comprensión, entendimiento y resiliencia para aquellos que bracean en la marginalidad del sistema en épocas en la que nos dejamos llevar por banalidades y esos “first world problems” de “influencer” caprichoso y frívolo.
Una cinta abordada con naturalidad y sin enjuiciamientos, contando con actrices que destilan verdad y determinación sin vicios interpretativos, mostrando el devenir de unas chicas que tienen que remar entre aguas turbulentas en una sociedad que ya las ha excluido por definición y en la que cada paso en falso ahondará todavía más en un pozo difícil de salir por una miseria congénita que se propaga de generación en generación.
Sencilla, simple y efectiva pero poco relevante dentro de la filmografía de los Dardenne siendo incapaz de generar peso narrativo o una mayor empatía con unos personajes a los que no enjuicia pero con los que el espectador no termina de conectar a pesar de la compasión que le brindan los cineastas. Se valora que sigan siendo un adalid del compromiso hacia aquellos desfavorecidos en los que no se suele reparar pero siendo muy solvente y honesta, sin necesidad de efectismos y posicionamientos ni recursos manipulables, convence pero transcurre sin impactar, remover o emocionar.
“The mastermind” (Kelly Reichardt) // Sección Oficial
Al igual que hace tres años a Kelly Reichardt le ha correspondido cerrar la competición de este Cannes con “The mastermind”, una intriga de atracos con aire setentero que termina derivando en una travesía existencial que lleva a que la codicia y la adrenalina convierta a uno en un fugitivo errante permanente. Es lo que le ocurre a J.B. Mooney, un carpintero en paro padre de familia en el Massachussets de 1970 que se topa ante la oportunidad, junto a dos compinches bastantes torpes, de realizar un atraco y robar cuatro cuadros del artista abstracto Arthur Dove tanto con el fin de prosperar como espolear una vida entre la rutina y la decepción.
Un patetismo melancólico inunda una cinta en la que Josh O’Connor es el alma de la cinta prestando al protagonista su aire desgarbado y entrañable como un tipo que, de manera sutil y conmovedora, pasa a ser ladrón de arte aficionado y muestra el vaivén emocional de alguien que, en definitiva, no quiere resignarse a ser un don nadie y que, aunque no encuentre la mejor manera, quiere resignificarse y poder dar algo a los suyos más que miseria y nulas apariciones como sus padres (unos siempre magníficos Bill Camp y Hope Davis) se encargan de recordarle en cada encuentro familiar.
Ya la primera escena nos mete de lleno en esa atmósfera cuando vemos al protagonista junto a su mujer y sus dos hijos pequeños paseando en un museo de Framingham, una ciudad a una hora de Boston, en la que durante la visita, mientras los críos corren y llaman la atención, y los vigilantes dormitan más que custodian, Mooney masca la idea de su plan mientras roba unas figuritas y encuentra el resplandor de una motivación frente a la vida anodina en la que está inmerso y de la que no ve salida como tantos otros de una generación que o deambula perdida, indefinida ante un cambio de contexto social, o son carne de cañón.
Kelly Reichardt, siempre pausada y más enfocada a las imágenes que a los diálogos, explora nuevos terrenos en su primera mitad para después transitar por caminos más reconocibles en su cine cuando del fulgor inicial pasamos a un tipo que se da cuenta que más complicado que el robo era lo que venía después pudiendo quedarse con la nada en un fresco de aire triste y contenido a lo que contribuye una fotografía de grano grisáceo envolvente a cargo de Christopher Blauvelt en la que priman los colores otoñales y una banda sonora jazzística persistente primando la percusión, bajo, metales y batería con el contexto histórico de la Guerra de Vietnam y los movimientos de liberación feminista sobrevolando en un evidente cambio de ciclo para un país que quiere redefinirse y construir de nuevo su poderío en tiempos de agitación social y confusión moral.
Los golpes de humor y su primorosidad en la puesta en escena convierten a esta cinta en el trabajo más accesible de la directora, sin abandonar su minimalismo y su espíritu observacional en una dramedia de aire triste que, a pesar de lo trillado del subgénero y de una narración escasa, logra mantener el interés gracias al trabajo de Josh O’Connor y la forma en la que está presentada la película; en definitiva una “road movie” hacia ninguna parte sin mayores aspiraciones pero sí con calidez de alma invocando la esencia lánguida y tierna de los perdedores que han poblado el cine de Jean-Pierre Melville, Peter Bogdanovich, Hal Ashby, Bob Rafelson, Sidney Lumet y de incluso Woody Allen o los hermanos Coen.
Alana Haim, John Magaro y Gaby Hoffmann forman parte de un reparto que se antoja desaprovechado para una cinta sencilla y entretenida que no pretende reinventar nada pero que sí que es un canto de resistencia de esos perdedores que, aún viendo que no tienen ni los medios, ni la pericia, ni la fortuna para ello, prefieren jugarse su destino, y tirar por tierra lo poco que tienen, aunque sea por un breve éxtasis de euforia y rebeldía de cara a una suerte que, para ellos, de existir, sólo puede ser efímera y que no formará parte de la forja de ese futuro que pretenden construir.
Un trabajo diferente pero que Kelly Reichardt hace propio dotándole de personalidad logrando cautivar y que una sencilla película de atracos se convierta en un poderoso retrato generacional en el que hay mucho de desencanto y de frustración en la búsqueda de tiempos mejores para unos ineptos desesperados que cuentan con mucho de determinación pero también de ingenuidad y que no son más que unos desdichados que, en realidad, saben que de cara a los demás importan bien poco ante el vacío de un abismo que no quieren afrontar y por el que preferirán convertirse en eternos fugitivos.
— Media Updates (@mediaforupdates) May 23, 2025
josh: nice that alice was there!
— ro (@lach1mera) May 24, 2025
kelly: (...) i mean i know she was there for you
josh: NO! she was there for us 🤗
I'M SOBBING pic.twitter.com/vxbeQOGU6t
The Haim sisters with Josh O’Connor and Jeremy O’Harris in recent Tiktok pic.twitter.com/HImL6htshg
— (HA)IM QUITTING (@haimsource) May 24, 2025
Nacho Gonzalo

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