Conexión Oscar 2020: Actor

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Querido Teo:

Desde que empezó esta carrera al Oscar el fenómeno de “Joker” se ha capitalizado en un Joaquin Phoenix que ha tenido toda la narrativa a su favor para alzarse con el Oscar en su cuarta nominación. Y es que se ha juntado el personaje, el éxito de la película y el prestigio que atesora un Phoenix que es uno de los mejores actores contemporáneos, una bestia parda interpretativa que ha demostrado que puede brillar como ambicioso emperador, icono del country rock, ser asocial y entrañable, o bala perdida voluble, moldeable y tormentoso. Poco han podido hacer en esta carrera el resto de contendientes a pesar de que se han quedado un gran número de nombres fuera que este año podrían haber entrado en el quinteto. Un recuerdo a Robert De Niro (“El irlandés”), Taron Egerton (“Rocketman”), Christian Bale (“Le Mans 66”), Eddie Murphy (“Yo soy Dolemite”), Adam Sandler (“Diamantes en bruto”), George MacKay (“1917”) y Paul Walter Hauser (“Richard Jewell”).

Antonio Banderas (Dolor y gloria)

Antonio Banderas consigue su primera nominación al Oscar que también es la octava de un actor protagonista en un idioma que no sea el inglés. Ya es la segunda interpretación por una película de Almodóvar que consigue la candidatura tras la de Penélope Cruz en “Volver” y es que, además de la calidad de la interpretación, el nombre del director genera una expectación y una visibilidad que supera con creces la de cualquier otro realizador internacional. Banderas es uno de los primeros que iniciaron la nueva ola latina en el Hollywood de los 90 y su dedicación, esfuerzo y bonhomía son representadas en una candidatura en la que en ningún momento se ha escondido que, con ello, hay un homenaje a la figura y carrera de Almodóvar al ser Salvador Mallo un alter-ego del director ganador del Oscar por “Hable con ella”.

Una emoción latente, nunca desatada, escenas poderosas y hermosas en su simbolismo, en una especie de diván cinematográfico en el que el director se explaya en una de sus cintas más discursivas y monologadas depurando al máximo su estilo y forma en la que es no sólo su mejor película desde “Volver” sino también una de las que más ha conseguido unanimidad a su favor tanto de parte de los que adoran al director como de los que son más escépticos con él completado una improvisada trilogía catártica junto a “La ley del deseo” (1987) y “La mala educación” (2004). Un viaje por una vida, una carta de amor a la figura de la madre, un homenaje al cine como refugio, un canto a seguir adelante con la fuerza que da la experiencia y la mochila del pasado en el que Banderas es el narrador y testigo a través de su mirada y silencios para mostrar la soledad, enfermedad y evocaciones del pasado. Una demostración de que el minimalismo gestual y la sutilidad pueden llegar al alma.

Leonardo DiCaprio (Érase una vez en… Hollywood)

Leonardo DiCaprio es uno de esos actores selectivos y de prestigio que salen a nominación por cada nueva interpretación. Y es que con él se acaba generacionalmente un concepto de estrella de cine que se está perdiendo y del que tanto él como Brad Pitt son representantes, aura y química de la que se ha aprovechado Quentin Tarantino en su viaje nostálgico hacia el Hollywood de 1969. Es ya la sexta nominación actoral de DiCaprio (fue nominado como productor por “El lobo de Wall Street”) y con su deuda saldada (el aplaudido Oscar por “El renacido” en 2016) ha pasado toda la carrera de premios con tranquilidad y sabiendo que ni este es su año ni él es el actor de la película en el que se está poniendo el foco de los premios.

En su nueva colaboración con Tarantino se encarga de dar vida a Rick Dalton, una estrella del western televisivo, que tendrán que adaptarse en una industria que no lo pone fácil, con la ayuda interesada de los agentes que intentan sacar provecho de ello. Precisamente es en la parte humana del relato en la que el director logra grandes momentos como en las lágrimas de Dalton ante el reconocimiento de una niña actriz ante su trabajo o Tate viéndose con orgullo e ilusión en la pantalla. DiCaprio el rey de la función permitiéndose sacar el lado más excéntrico y casi desquiciado del personaje lo que provoca que, frente a otras calculadas interpretaciones, demuestre que es mucho mejor interprete cuando se le da rienda suelta como se ha visto en sus dos trabajos para el director. Es verdad que toda la carrera de premios se ha puesto del lado de Pitt pero en cuanto a carisma, calidad y emoción DiCaprio, para nosotros, le supera siendo ésta una nominación que no se ha dudado desde que la cinta asomó por el Festival de Cannes.

Adam Driver (Historia de un matrimonio)

Es la segunda nominación consecutiva para Adam Driver que, sin duda, se ha convertido por derecho propio en el mejor actor de su generación transitando sin despeinarse y de manera incombustible tanto por el cine más “indie” como por el comercial. En “Historia de un matrimonio” su Charlie emociona en una cinta que podría correr el riesgo de que su personaje terminara representando de manera maniquea el proceso de desmembración de una pareja, aunque tenga puntos que recuerden a la figura del propio Noah Baumbach, pero la cinta juega con equilibrio y no se centra en quién tiene razón o no. Simplemente asistimos al devenir de una pareja que ha visto que como sus sueños de libertad y artísticos están por encima de una relación que, con un hijo en común, no hace más que erosionarse ante las obligaciones y sacrificios de la vida en pareja.

Aunque Scarlett Johansson alcanza uno de sus trabajos más complejos y redondos, y es que desde casi el principio de su carrera no había demostrado todo su potencial de talento dramático y naturalidad, Adam Driver puede lucirse metiéndose al público en el bolsillo, empatizando con él conforme va a avanzando la película y se ve más el discurrir de la misma desde su perspectiva, incluso con el número de Being alive del musical “Company” (Sondheim también está en el tema que canta el personaje de Nicole con su madre y su hermana) que resuelve con magisterio y que no está puesto por casualidad porque es esa soledad y ese punto de inflexión en su vida en la que todo lo que ha construido amenaza con dinamitarse, siendo consciente a través del dolor de lo que es estar vivo, teniendo también un momento al final de la cinta con su hijo entre sollozos que conmueve al espectador con suma naturalidad y verdad. Un recital que más que impresionar por su vistosidad lo hace por su sentimiento y capacidad de empatizar a la hora de ver a un tipo que no es más que un niño grande, con sus puntos de egoísmo caprichoso, ahogado por los baquetazos de la vida y las minutas y marañas de unos abogados sin escrúpulos.

Joaquin Phoenix (Joker)

A estas alturas ya se ha hablado mucho de “Joker” y del recital interpretativo de un Joaquin Phoenix que no parece tener rival para el Oscar. Y es que por sí mismo su candidatura ya tiene todo el marchamo de un ganador del premio. Phoenix es uno de esos actores pertenecientes a la escuela de Marlon Brando, Robert De Niro o Daniel Day-Lewis, bestias pardas que llevan al límite su talento siendo vampirizados por el personaje. Y es que el fenómeno que ha generado la película no puede hacer más que beneficiar a un actor al que gran parte de la esfera cinéfila tiene ganas de ver con la estatuilla. Y es que Phoenix no sólo supera el techo de un Joker del que Heath Ledger ya se había encargado de llevar a un nivel imbatible, sino que además tiene el prestigio interpretativo a sus espaldas. Uno de esos actores que en algún momento de sus vidas tienen que ser bendecidos con el Oscar, premio que ya pudo ganar con merecimiento por “Gladiator” en 2001, “En la cuerda floja” en 2006 y “The master” en 2013. Su megalómano Cómodo, el ídolo country Johnny Cash y el simiesco y arribista Freddie Quell son sobresalientes exponentes de una carrera magistral en la que el actor ha sido selectivo y en la que destacan también sus trabajos en “Quills” (2000), “La noche es nuestra” (2007), “Two lovers” (2008), “Her” (2013), “En realidad, nunca estuviste aquí” (2017) o “Los hermanos Sisters” (2018).

El Arthur Fleck que construye Phoenix es ya un personaje icónico de nuestro tiempo en su viraje hacia el mal fruto de la frustración de pertenecer a un mundo que le rechaza y no le valora como él cree merecer. Un tipo gris y perturbado con ínfulas de showman que se queda en un mequetrefe abandonado por el sistema cuyos resortes mentales y emocionales estallan desencadenando toda esa rabia interior con imprevisibles consecuencias. Un líder de los indignados, un faro para las masas populistas, un psicótico sin medicación que lleva a Joaquin Phoenix a altas cotas actorales en un inquietante pero subyugante descenso a los infiernos lo que le permite arrojar uno de los mejores trabajos interpretativos de lo que llevamos de siglo construyendo Todd Phillips el “Taxi driver” de la generación “millennial” en el que se desmonta el cine de superhéroes revirtiéndolo en drama psicológico con dosis de “Network” y “El rey de la comedia”, referencias que no esconde y que aprovecha para ganar en poso. Un Oscar que, aunque haya pasado el tiempo y se haya sobreexpuesto y analizado demasiado la película, no deja de ser incontestable al ser una de esas interpretaciones que sólo los grandes son capaces de hacer.

Jonathan Pryce (Los dos Papas)

Jonathan Pryce es uno de esos actores que siempre han estado allí aunque el público no se haya percatado. Carne de teatro (formó parte del reparto original de “Miss Saigon”) es curioso que los dos personajes que le han dado más fama en el cine sean los de dos ilustres argentinos, Juan Domingo Perón en “Evita” y el Papa Francisco en “Los dos Papas”, la cinta de Fernando Meirelles que se aprovecha del gran parecido del actor con el pontífice.

Fernando Meirelles en la dirección y Anthony McCarten en el guión se centran en ese periodo de transición en la Iglesia católica que va desde la rectitud e inflexibilidad de la vieja escuela representada por Benedicto XVI y los aires más extrovertidos y sociales de Francisco I, el primer Papa latinoamericano. Es precisamente este último el que se podría considerar protagonista de una cinta que se adentra en sus años de juventud en los arrabales de su país donde ejerce su misión de fe e incluso tiene que elegir entre llevar a cabo una vida mundana con una mujer o cumplir el mandato que Dios le tiene reservado cuestionándose también su papel en la convulsa época de la dictadura de Videla con compañeros y ciudadanos silenciados, incluso miembros de su congregación detenidos y torturados mientras él era obispo, o simplemente borrados del mapa de la peor manera. La cinta no se adentra en diatribas religiosas sino que es el contraste de personalidad de dos hombres, que dentro de la misma institución, tienen diversas formas de ver la vida marcados ambos por sus experiencias y como si fuera una réplica en el Vaticano del mito de “La extraña pareja”. Pryce destaca en su faceta más dicharachera y sus tormentos del complicado pasado político de su país, marcado por la represión, pero nos tememos que muchos académicos le han votado pensando que él era el que hablaba en argentino en la película (cuando realmente está doblado) y más cuando la parte más dramática e intensa de la historia la lleva a cabo su versión juvenil. Un buen trabajo pero que palidece respecto al resto de contendientes y más de uno de los que se han quedado fuera.

El dictamen

Ganará: Joaquin Phoenix (Joker)
Alternativa: Adam Driver (Historia de un matrimonio)
Quiero que gane: Joaquin Phoenix (Joker)
Echo de menos: Taron Egerton (Rocketman)

Nacho Gonzalo

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