Conexión Oscar 2021: Actor

Conexión Oscar 2021: Actor

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Querido Teo:

La categoría de mejor actor ha cobrado un inusitado interés en la recta final de la carrera al Oscar. Todo parecía encaminado para encumbrar a Chadwick Boseman de manera póstuma habiéndose hecho con Globo de Oro, Critics’Choice y Gremio de Actores (SAG) pero es verdad que los Bafta y el hecho de contar con una Academia tan global, no todos los miembros contarán con esa sensibilidad tan a flor de piel propio de la raza afroamericana a la hora de recordar la figura del actor de “La madre del blues”, ha puesto a Anthony Hopkins en una envidiable posición ante el hecho de poder hacerse con su segundo Oscar 29 años después de “El silencio de los corderos” por una interpretación sencillamente brillante.

Riz Ahmed (Sound of metal)

“Sound of metal” narra la historia de un joven batería de una banda de música, Ruben, que comienza a perder la capacidad de oír. La cinta empieza con una vibrante secuencia en uno de los conciertos que lleva a cabo con su chica, Lu, formando ambos un tándem de voz y percusión de estilo heavy que va tocando de ciudad en ciudad trasladándose en su caravana y a la espera de poder llevar a cabo una gira importante y la grabación de un disco. Todo parece ir bien, siempre dentro de la anárquica vida del artista, hasta que un zumbido y sensación de caos y mareo es el primer detonante de que algo no está marchando como debe en los oídos de Ruben, confirmándole el médico en una revisión de que ha perdido en ambos más de un 70% de audición.

El gran aliciente de la película de Marder es ponerlo todo en manos de los actores, especialmente un Riz Ahmed brillante en el que ya es su mejor trabajo en cine. Su mirada desvalida, rebelde y que parece no creerse lo que está viviendo inunda la pantalla en un trabajo físico pero también introspectivo en el que el recurso sonoro es una de las bazas por las cuales sobresale la película. Es precisamente el trabajo de Riz Ahmed el que logra solventar que la cinta a veces caiga en algún bache de ritmo y en situaciones trilladas propias del cine sobre adictos y discapacitados, solventado el reto con brío y honestidad a pesar de lo extremo de algunas decisiones llevadas a cabo y que se traducen en contundencia verista debido a la realidad tan complicada que viven sus personajes. Se aleja de cualquier tópico sobre cine de superación personal con un personaje que conmueve y que corre el riesgo de, finalmente, quedar en tierra de nadie no sintiéndose partícipe ni del mundo de los que escuchan ni el de los que no.

Riz Ahmed lleva a cabo una de esas interpretaciones que marcan una carrera y, aunque no se haga con el Oscar, su primera nominación es la lanzadera perfecta para un artista inquieto que ya ha superado todos los prejuicios con el que Hollywood podría haberle encasillado en determinado tipo de papeles étnicos y con una carrera más que prometedora por delante. Sólo una carrera interpretativa con tanto nivel hará que tenga que esperar a otra ocasión para hacerse con la estatuilla habiendo ofrecido uno de los mejores trabajos actorales de los últimos años.

Chadwick Boseman (La madre del blues)

Chadwick Boseman es una de las grandes pérdidas del 2020 y Hollywood llora todavía su ausencia. Una corriente de emotividad que ha marcado la diferencia en la carrera de premios de este año quedándose el actor incluso a las puertas de una doble nominación póstuma (quedó fuera por “Da 5 bloods: Hermanos de armas” como actor de reparto). En el caso de ganar el Oscar se convertiría en el tercer actor en conseguirlo de manera póstuma tras Peter Finch por “Network, un mundo implacable” en 1977 y Heath Ledger por “El caballero oscuro” en 2009 por su trabajo de Levee, ese trompetista dicharachero y anárquico que quiere tener su propia banda e interpretar sus propias canciones de manera ilusoria dándose de bruces continuamente debido al color de su piel al mundo sin oportunidades que se le presenta comandado por los blancos y que son los que marcan la pauta en la industria musical en la que intenta moverse.

“La madre del blues” ha descarrilado en las nominaciones al Oscar (parecía fija en apartados como película o guión adaptado) pero nadie ha podido ir en contra de su gran trabajo actoral, aprovechándose de la carga teatral del texto que adopta una nueva perspectiva teniendo en cuenta la enfermedad que estaba agotando a un actor que lo pone todo en el asador y que dota de una emotividad testamentaria a su personaje. El triunfo de la película se lo lleva Chadwick Boseman haciendo gala de un talento y carisma a raudales y una energía contagiosa a través de tres escenas que son carne de todo premio. La primera en la que narra su drama familiar, la segunda cuando cuestiona el papel de ese Dios al que muchos dirigen sus plegarias y que no acude cuando se le necesita y la tercera dentro del clímax final de la película en la que esa rabia contenida frente a los blancos acaba teniendo consecuencias con sus propios compañeros fomentando esa desunión y esa espiral de autodestrucción aupada por la discriminación congénita que todavía se respira día a día en un país que por un paso que avanza da varios hacia atrás.

La última vez que un actor ganó el Oscar sin tener a su película nominada (y el resto sí) fue cuando se impuso William Holden por “Traidor en el infierno” en 1954. Un hándicap más teniendo en cuenta que ni “La madre del blues” ha convencido como película ni, quizás, haya un interés especial por llenar de lágrimas la transmisión cuando los Oscar sólo demostrarían con convencimiento o no que siguen la senda de este alargado homenaje a la altura de un actor destinado a hacer grandes cosas.

Anthony Hopkins (El padre)

Los Bafta abrieron una una variante interesante que parecía dormida ante el frenesí de la carrera pero que ha podido resurgir con fuerza justo en el momento en el que se está votando de cara a los Oscar. A sus 83 años Anthony Hopkins es el actor más veterano en conseguir la nominación como protagonista y, en el caso de ganar, sería el intérprete más mayor en ganar nunca la estatuilla. Toda una leyenda interpretativa de las últimas décadas que consigue su sexta candidatura pero sigue teniendo únicamente el premio cosechado hace casi tres décadas por su característico Hannibal Lecter.

Lo que hace Anthony Hopkins en “El padre” es digno de todo un maestro consiguiendo lo que parecía imposible, llevar a cabo la mejor interpretación de su carrera al nivel de la que le dio el Oscar. Su trabajo en “El padre” emociona y duele por todo lo que tiene de universal a la hora de ver los estragos que provoca en la mente y la identidad de uno una enfermedad como el Alzheimer y cómo eso afecta a los que le rodean, especialmente el caso de una hija que ve cómo su padre octogenario se ha convertido en un chiquillo imprevisible que echa de menos a su madre. Una cinta que impacta sobremanera al espectador por todo lo que tiene de universal ya que, quién más quién menos, ha vivido en su familia una situación parecida provocada por la vejez y por el hecho de que aparezca una enfermedad que convierte a la persona querida en un desconocido desorientado. El impecable trabajo en la adaptación de Florian Zeller, jugando con la casa en la que vive el protagonista casi como si lo representara a la propia mente del mismo, lleva todavía a calar más hondo en una de esas películas que se quedan dentro de uno por mucho tiempo.

Por otro lado si de verdad estamos ante una Academia tan global es lógico pensar que el voto internacional puede favorecer a Anthony Hopkins, no sólo porque sea uno de esos actores de toda la vida, sino porque su interpretación, una vez vista, impacta y tiene visos de perdurabilidad en el tiempo, al contrario que la de un Chadwick Boseman que sufre en estar en una película que no deja el mismo poso. Además de la impresión de que el fenómeno que ha aupado las opciones del actor de “La madre del blues” está muy focalizado en el votante afroamericano que encuentran en esta interpretación y en esta figura una conexión y una sensibilidad distinta a la que le provoque a un surcoreano. Que “El padre” haya conseguido nominaciones tan importantes como película, guión adaptado o montaje demuestran su fortaleza y que ha calado dentro del votante académico.

Gary Oldman (Mank)

Gary Oldman siempre ha estado al filo de la nominación pero finalmente no ha tenido problemas para conseguir la que es su tercera candidatura tras “El topo” en 2012 y “El instante más oscuro” en 2018, ganando el premio por esta última. Su Herman J. Mankiewicz es borrachuzo, excesivo y anárquico, un filón para cualquier actor aunque también sea alguien cargante y esquivo para un espectador que no termina de empatizar con él al igual que con una película tan exquisitamente formal como deslavazada y falta de alma.

Gary Oldman está muy bien, tan cínico como verborreico e íntegro, en una cinta en la que mide bien la ironía y punto excéntrico del personaje sin ser paródico o cargante. Estamos ante un tipo que encuentra en su nuevo guión la posibilidad de salvarse en "photo-finish" tras una vida llena de errores. Éste no es más que una bala perdida, un verso libre, que siente que ya no tiene nada que perder, y que sólo intenta evitar que su nuevo guión no sea un embrollo y su narrativa considerada un rollo de canela ante el hecho de que la vida de un hombre no se pueda resumir en dos horas y que la gente no vaya a pagar para ver un Macbeth demasiado elevado. Un momento en el que a Mank sólo se le pide la máxima de todo guionista; no divagar, cumplir el plazo, escribir mucho y apuntar bajo. Algo que tendrá que cumplir mientras él, como si fuera la composición de una ópera, intenta encontrar la música de la historia para que todo encaje.

“Mank” es sobre todo interesante no por el proceso creativo, y las presiones de Welles en que esté terminado el guión y la posterior disputa por la autoría del mismo, sino por el reflejo de una década de los 30 que fue la del esplendor en Hollywood en la pantalla pero que, bajo sus faldas, mostraba un sinfín de debilidades, intereses y partidismos, terminando todo ahogado por la forma de la propuesta buscando la reverencia de cinéfilos lo que acaba dejando a la película coja a la hora de rematar y ser un perfecto retrato de una época pero en el que las relaciones humanas parecen fingidas y forzadas ante un guión poco armado que, al menos, deja entre los momentos más puros aquellos que comparte el personaje de Gary Oldman con su amiga y confidente, una Marion Davies que es la que termina saliendo mejor parada de todo.

Steven Yeun (Minari. Historia de mi familia)

Después de varias menciones importantes de la crítica por “Burning” hace dos años Steven Yeun ya se ha hecho con su primera nominación al Oscar con una interpretación sobria y sentida que nos evoca a esos padres inspiradores que hemos visto en la gran y pequeña pantalla. En “Minari. Historia de mi familia” es especialmente conmovedora la mirada de un Steven Yeun que pone todo de su parte, y deslomarse en su granja, para que las cosas salgan aunque a veces sea dándose cabezazos en la pared, y tenga que enfrentarse a las inclemencias tanto meteorológicas y económicas así como los avatares del negocio, sabiendo que debe a los suyos caerse y volver a levantarse mientras haga falta aunque llegue a su casa agotado todos los días.

Con sobriedad y mucha humanidad Steven Yeun es la mirada de la responsabilidad abnegada, aquella que quiere dar lo mejor a su familia y poder ser digno del orgullo de éstos. Un hombre bueno y sacrificado que sabe que su lugar en el mundo es estar junto a los suyos y poder darles lo mejor. Todo un regalo a la hora de mostrar que el tener bien a los nuestros bien vale el mayor de nuestros esfuerzos así como el hecho de que, aunque vengan mal dadas, siempre hay que quedarse con lo que se aprende porque al día siguiente siempre sale el sol y también la oportunidad de un día más para intentarlo con la fuerza de sentirse unido y respaldado por los tuyos. Ese sueño americano tan pervertido en la actualidad pero que en esencia no es otra cosa que lograr nuestras metas y superarnos a nosotros mismos a base de fe, esperanza, solidaridad y suerte.

Además de ser el primer actor oriental nominado como protagonista Steven Yeun sigue asentando su posición en una industria como la de Hollywood después de su popularidad en la pequeña pantalla por su intervención en “The walking dead” (2010-2016). Una de esas nominaciones que demuestran que en los Oscar no sólo valen las caracterizaciones y los efectismos grandilocuentes a la hora de mostrar la esencia de un personaje tan auténtico como reconocible y universal.

El dictamen

Ganará: Anthony Hopkins (El padre)
Alternativa: Chadwick Boseman (La madre del blues)
Quiero que gane: Anthony Hopkins (El padre)
Echo de menos: Tahar Rahim (The mauritanian)

Nacho Gonzalo

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