"Dangerous animals"
La web oficial.
El argumento: Zephyr, una surfista inteligente y de espíritu libre, es secuestrada por un asesino en serie obsesionado con los tiburones. Cautiva en su barco, debe averiguar cómo escapar antes de que él lleve a cabo un ritual de alimentación a los tiburones.
Conviene ver: “Dangerous animals” es una serie B australiana que encaja como un guante en un verano tórrido para el espectador evasivo sobre los paisajes de la Gran Barrera de Coral a la que saca todo el partido la fotografía de Shelly Farthing-Dewe. Un entretenimiento entre escuálidos y psicópata en alta mar que mantiene el interés durante una hora y media y que se centra en el capitán de una embarcación que secuestra a mujeres ávidas de aventura para después subirlas a una grúa y grabarlas mientras son engullidas por tiburones. Terror puro y duro entre este perturbado histriónico al que pone rostro y cuerpo un Jai Courtney en su salsa, mucho mejor como villano desatado que como héroe testosterónico, y al que se enfrenta la surfista a la que da vida Hassie Harrison defendiéndose con uñas y dientes para salvar su vida junto al joven surfista de turno (Josh Heuston). Siendo lo que es, y a pesar de unos tiburones en los que se nota mucho la CGI así como los tópicos del género, es un cebo apetecible, excitante y subversivo como disfrute gore lleno de tensión más que eficaz y que combina con acierto el cine de terror de tiburones, "psycho killers" y “slasher”. Retorcida, salvaje y satisfactoria que sigue la llama encendida por Spielberg hace más de 50 años para que sigamos evitando probar el mar mientras el espectador se mete de lleno en una historia para ver en sala rodeado (esperemos) de gritos y aplausos de un público entregado.
Conviene saber: El director Sean Byrne regresa una década después de "The devil's candy" (2015) con una cinta que se pudo ver en la Quincena de Cineastas del Festival de Cannes 2025.
La crítica le da un SEIS












