Entre la jungla y el asfalto

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Querido Teo:

El escritor americano W. R. Burnett, usó el asfalto para titular una de sus grandes novelas negras. John Huston, que hizo debutar a Marilyn Monroe en su versión de "La jungla de asfalto", encontró en todos sus libros trozos de realismo impresionante, y repitió que "más de una vez me han producido escalofríos". Jungla y asfalto, dos elementos que se repelen y cuyo vencedor, en términos de supervivencia humana, es el segundo.

Muchos ciudadanos vuelven a sus calles.... hechas de asfalto. La mala fama del asfalto por símbolo "antinatural", tanto en realidad como la penicilina, es muy habitual, aunque permita una limpieza urbana y una rapidez en desplazamiento que contribuye a la habitabilidad de cientos de millones. Ese "sambenito" despierta mi curiosidad y la primera sorpresa me la llevo al dar con un experimento que lleva en proceso desde 1927, cuando un científico de la Universidad australiana de Queensland colocó sobre un embudo una placa de alquitrán. En pocos días observó que, aunque en realidad no lo era, se comportaba como un sólido. Pero a lo largo de años pasaba a responder como un líquido. La primera gota cayó en 1938, la segunda necesitó casi diez años para caer, en 1947, y así hasta la novena, fotografiada y registrada en 2014. Era un comportamiento extraordinario, aunque tampoco desconocido, ya que las vidrieras de la catedral de Chartres que han sobrevivido casi 1.000 años hoy son más gruesas en la base, aunque nacieron con el mismo grosor en todas sus partes.

Nuestro asfalto es alquitrán mezclado con arena o grava, y el alquitrán es una mezcla de moléculas de hidrocarburo formadas durante millones de años a partir de moléculas de seres vivos descompuestas, de ahí el mal olor característico que rodea a los asfaltadores. Pero, aunque ya no estén "vivas", esas moléculas mantienen la suficiente energía para moverse dentro de su estructura, lo que equivale a fluidez. Esa es la clave para que el asfalto tenga la capacidad de cerrar o reducir las grietas en nuestras calles y carreteras por sí mismo durante un cierto tiempo. Cuando los ingenieros de Mussolini hicieron la primera gran autopista del Mediterráneo, pronto descubrieron que no había sido buena idea hacer el firme de cemento en vez de asfalto.

Lo que deteriora el asfalto es tanto el uso como el frío, y envejece como nuestra piel, pierde su capacidad reparadora, se seca y agrieta. La comparación no es nada nuevo para el equipo que dirige el ingeniero español Álvaro García en la Universidad de Nottingham. Su propuesta ya probada consiste en "hidratar" el asfalto con microcápsulas de aceite de girasol. Las cápsulas se mantienen intactas hasta que la aparición de alguna microgrieta las rompe, y aumenta la fluidez del alquitrán. Sus pruebas demuestran que el asfalto agrietado recupera toda su capacidad "juvenil" en dos días. Esta tecnología podría aumentar la vida de una carretera de doce a diecisiete años, a cambio de un aumento inapreciable del coste.

En Holanda han introducido fibras microscópicas de acero en el alquitrán, y cuando se aplica corriente eléctrica se calienta, haciéndolo más fluido y permitiendo al material cerrar las grietas. La electricidad la produce un campo magnético inducido por un vehículo especial que "arregla" el firme simplemente circulando. En su último libro, "La humanidad en peligro", Fred Vargas menciona una sugerencia de lo más seria del Conseil Regional de l'Environnement de Montreal. Propone que «para reducir la absorción de calor, se pueden tomar dos clases de medidas. La primera clase está orientada a sustituir las superficies oscuras (tejados negros, carreteras asfaltadas) por superficies claras y reflectantes. Un estudio del Heat Island Group sobre las diferencias de temperaturas entre distintos tipos de pavimento indica que el asfalto viejo tiene una reflectancia del 15% a una temperatura de 46 °C. Si se le cubre de un revestimiento que blanquee la superficie, aumenta al 51%, haciendo que la temperatura del suelo descienda a 31 °C. Fomentar unos niveles elevados blanqueando las superficies es una medida que podría asimismo aplicarse a los muros y tejados de los edificios». El efecto sobre el calentamiento global con una medida semejante sería más que apreciable.

Carlos López-Tapia

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