"La costilla de Adán", la magistral guerra de sexos
Querido Teo:
En el verano de 2001 sus amigos y los medios de comunicación creyeron que había llegado el momento de despedirse de la mayor gran estrella de la época dorada de Hollywood que había resistido hasta el siglo XXI. Pero Katharine Hepburn superó la infección respiratoria y en la primavera del año siguiente cumplía 95 años. Se organizó una pequeña fiesta para la que su apartamento se decoró con algunas grandes ampliaciones fotográficas. Emplearon tres únicas películas. Una era "La reina de África" (1951), pero las otras dos en realidad representaban lo mismo por partida doble: "La mujer del año" (1942) y "La costilla de Adán" (1949). Ambas significaban el mayor logro de su carrera, una imagen que Kate había cultivado y controlado con todo cuidado porque era más trascendente que las propias películas: la encarnación junto a Spencer Tracy de la historia de amor hollywoodiense más memorable y popular.
Katharine Hepburn se enamoró de Spencer con su ímpetu habitual, pero no resultó como ella deseaba y, habituada a triunfar en sus peleas, convertiría lo imposible en amor platónico inapagable. Había demostrado que tenían tanta química que el espectador “veía” lo que no existía y “La costilla de Adán”, el sexto de sus trabajos juntos, sería la película que definiría a Hepburn y Tracy como pareja, la que convenció al público de que sus vidas eran iguales dentro y fuera de la pantalla.
Vendida con la frase "la guerra de los sexos", "La costilla de Adán" es una de las comedias más deliciosas de todos los tiempos. La química entre Katharine y Spencer llegó a una de sus cotas más altas interpretando a un matrimonio de abogados que tienen que defender a las respectivas partes de un suceso en el que la mujer descubre que su marido le es infiel no dudando en disparar tanto a él como a su amante cuando les descubre, no produciéndose ninguna víctima. El marido no duda en demandarla por intento de asesinato y aquí entran en escena nuestra pareja que lleva al caso sus propios prejuicios y posicionamientos e ideas sobre la igualdad de géneros.
Al comienzo del rodaje George Cukor tuvo que interrumpir el “fluido de afecto” entre los dos porque le quitaba énfasis a los diálogos y se daban la vuelta o se movían para que el otro tuviera el mejor ángulo de cámara. Cukor recordó un día en que, ya desesperado, se puso a gritar: "No consigo veros. ¡No hay manera de que pueda veros a los dos!". La película consagraba a Kate como liberal pero tradicional, rindiendo su fortaleza a la de su hombre por amor, una imagen moderna pero sin desestabilizar ni proponer modelos radicales para el público de la época.
"La costilla de Adán" es una comedia ágil y entretenida que aparenta ser un alegato feminista pero que, a pesar de ello, cae en bastantes tópicos y estereotipos machistas, por ejemplo en la necesidad de demostrar la fortaleza física de la mujer, una de las pruebas del juicio, para merecer la igualdad; o la ridiculización del hombre, el fiscal protagonista, como consecuencia de los avances de la mujer, la abogada defensora . Aún así es relevante como pone de manifiesto la doble moral patriarcal y el trato privilegiado que en la práctica se concedía en los tribunales de muchos países al marido que "defiende su honor" asesinando a su esposa infiel.
Cukor aportó sorpresas audaces como la comentada de que mientras los personajes están fuera de cuadro y sólo oímos sus voces, el plano permanece en el decorado, o la del plano de siete minutos y medio en el que Katharine Hepburn y Judy Holliday resuelven cualquier duda del espectador sobre “la rubia tonta”. Para Kate fue un paso de gigante hacia su consagración. Fue el mayor éxito de una película de Tracy-Hepburn. Estrenada en noviembre, recaudó 3 millones de dólares solamente hasta el final de 1949, y se mantuvo entre los blockbusters del año siguiente.
Nacho Gonzalo














