"Los ojos de Tammy Faye"

"Los ojos de Tammy Faye"

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El argumento: Biopic del extraordinario ascenso, caída y redención de la telepredicadora evangelista Tammy Faye Bakker. En los años 70 y 80, Tammy Faye y su marido, Jim Bakker, pusieron en pie prácticamente de la nada la red de cadenas religiosas más grande del mundo, así como un parque temático, y gozaron de una inmensa popularidad gracias a sus mensajes de amor, aceptación y prosperidad. Tammy Faye era legendaria por sus pestañas indestructibles, su original forma de cantar y su generosidad a la hora de acoger a personas de todo tipo. Pero no pasó mucho tiempo antes de que las irregularidades financieras, las rivalidades e intrigas y los escándalos derrocaran un imperio construido con gran meticulosidad.

Conviene ver: “Los ojos de Tammy Faye” es el nuevo trabajo de Michael Showalter, un director más que interesante anclado sobre todo en la comedia inteligente o introspectiva (“Hola, mi nombre es Doris”, “La gran enfermedad del amor”) centrándose ahora en la figura real de los telepredicadores Jim Bakker y Tammy Faye Bakker, los cuales refugiados en la religión desde su juventud intentan difundir la palabra de Dios luciendo también su ego y ambición convirtiéndose en estrellas televisivas primero al servicio de otros y después como impulsores de su propia cadena religiosa. Estuvieron en antena entre 1974 y 1989 sumando más de 200 millones de dólares anuales y teniendo un gran alcance vía satélite a nivel mundial. Dos auténticos iconos dentro de la cultura popular televisiva que, no obstante, a pesar de su devoción cristiana, también estuvieron en los papeles por sus infidelidades, problemas económicos y estafas en las que se vieron envueltos. “Los ojos de Tammy Faye” es una de esas películas poco lustrosas pero que no engañan a nadie en lo que son, adoptando una estética afeada con la que intentan parecerse a esos programas de cable que enarbolan fingida felicidad, vistosidad general y números musicales. Un ambiente en el que se movió muy bien esta pareja, especialmente ella metiéndose al público en el bolsillo con su aparente inocencia, excesivo maquillaje y alegría de vivir con unos ojos expresivos y una voz  que eran protagonistas en sus actuaciones musicales y en sus discos, siempre defendiendo mensajes de fe, seguridad, solidaridad y confianza. Es por ello que la película es todo un lucimiento especialmente para Jessica Chastain, acompañada por un solvente Andrew Garfield, y secundada por Cherry Jones o Vincent D’Onofrio. La actriz está colosal siendo la mujer que está detrás de esa máscara llena de capas de maquillaje y pelucas imposibles, en realidad alguien que sólo quiere sentirse querida y valorada tanto por los suyos como por su público, casi como una niña en un mundo idealizado al que reacciona con ingenuidad, voz de Betty Boop y punzante risa nerviosa pero que, a pesar de su aspecto ridículo, supo conectar con el público con una veintena de discos y numerosas actuaciones. El auge y caída de una estrella convertida en juguete roto que aunque exprimió su momento de gloria también vivió la condena del olvido y sobre todo el desprecio de un medio televisivo que no sólo no quería contar con nombres en cierta manera empañados desde un punto de vista reputacional (por muy grande que fuera el éxito conseguido antaño) sino que los nuevos ejecutivos entendía que era el momento de dirigir el timón hacia otro tipo de programas y formatos. Un retrato sobre la hipocresía de la religión y los medios de comunicación, los vaivenes del público y ese sueño americano en busca de gloria reconvertida tiempo después en amargura. Podrá ser un biopic líneal, caricaturesco o cutre pero Jessica Chastain, reforzando la empatía con su personaje y su empeño en el proyecto siendo productora del mismo desde que se hiciera con los derechos de la historia tras ver el documental del mismo título del año 2000, está sencillamente brillante como una mujer tan decidida como frágil empujada por sus ganas de gustar y, sobre todo, sintiendo que tiene cierta responsabilidad de difundir los valores de la fe a través de su voz, entrevistas y canciones. Ver a Tammy Faye teniendo una entrevista con un enfermo de sida, en plena época de oscurantismo de la enfermedad, intentar sacar adelante su matrimonio a pesar de todo incluso cuando la relación entre ellos ya es más utilitarista que amorosa, o un número musical final que busca congraciarse con el personaje y realzar el mayúsculo trabajo de Chastain que se zambulle en la complejidad de Tammy Faye y en su ambigüedad entre farsante o víctima del sistema, deja finalmente, a pesar de sus indudables defectos, un buen sabor de boca en una cinta poco atrevida pero sí práctica a la hora de pulsar los resortes para el público deje de lado su cinismo y acabe entrando en la propuesta de estos tipos más patéticos que inspiradores elevado todo por una Jessica Chastain impagable que lo da todo dando alma, cuerpo, gracia, vulnerabilidad y emoción a Tammy Faye Bakker.

Conviene saber: Jessica Chastain ganó el premio a la mejor actriz en el Festival de San Sebastián 2021 y ha sido candidata por este trabajo al Globo de Oro, al Critics’Choice y al Gremio de Actores (SAG).

La crítica le da un SEIS

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