¿Qué fue de... Lindsay Lohan?

¿Qué fue de... Lindsay Lohan?

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Querido primo Teo:

A mediados de los 2000 Lindsay Lohan estaba destinada a convertirse en la novia de América gracias al enorme éxito cosechado por algunas de sus películas, especialmente por “Chicas malas” que automáticamente consiguió el estatus de clásico moderno, pero la Lohan más que ser la encarnación del siglo XXI de la vecinita de al lado no tardó en revelarse como aquella tipa que podía amanecer inconsciente en cualquier cuneta después de vivir una noche fallera. Te confieso que en la Semana Santa de 2013 fue mi inspiración para crear la sección Hollywood canalla porque era idónea para ella (y sigue siéndolo) pero ha terminado antes engrosando esta lista de desaparecidos en combate.

Descubrimos a Lindsay Lohan (Nueva York, 1989) en el año 1998 gracias a “Tú a Londres y yo a California”, nueva versión del clásico Disney “Tú a Boston y yo a California” que al igual que su predecesora funcionó a las mil maravillas. Hasta ese momento Lindsay Lohan ya había desarrollado una carrera como modelo, a la edad de 3 años ya había sido contratada por la superagencia de modelos Ford, y también como actriz participando en la telenovela “Another world” y debutó como intérprete haciendo de bulto en “Barrio Sésamo”. El éxito de “Tú a Londres y yo a California” le proporcionó un contrato con Disney para otros proyectos que terminaron siendo para la televisión.

El éxito de las comedias “Ponte en mi lugar”, de nuevo era otro remake (de “Viernes loco”) y de “Chicas malas” convirtieron a Lindsay Lohan en algo más que una estrella, en un icono adolescente. Su cotización subió como la espuma y se llegó a decir que a su madre, que era quien controlaba férreamente su carrera, la temían en los despachos. Con tan solo 15 años estaba llamada a ser la próxima Julia Roberts, tenía ese tipo de magnetismo en la gran pantalla y además se revelaba como una actriz que se movía como pez en el agua en la comedia. Eso nos creímos todos y ella también que llegó a declarar que en menos de una década ya iba a ganar un Oscar, se equivocó de premio.

Seguía vinculada a Disney, con “Herbie a tope” (de nuevo otro remake de los clásicos en acción real de la compañía) y dio muestras de preocupación por su carrera, quiso aproximarse a otro tipo de proyectos en donde quería demostrar que detrás de aquella chica pizpireta había una actriz competente para algo más que las comedias adolescentes. Fue así como llegó a “Bobby” de Emilio Estevez y “El último show”, que supuso la despedida del gran Robert Altman. La crítica recibió muy bien los trabajos de Lohan y ahí ya vimos que iba a dar el salto, pero terminó siendo a una zanja.

Cuando quieres que te tomen en serio y vas al Festival de Venecia y posas ante los fotógrafos sin ropa interior siendo aún una adolescente estás perdida. Pues eso fue lo que le sucedió a Lindsay Lohan en la presentación de “Bobby” de Emilio Estevez en el lido. Ya en aquel momento se comentaba que la niña había sucumbido al mundo de la noche y que, tal y como confesó en su momento Demi Lovato (ex chica Disney), los empresarios de las discotecas utilizaban como reclamo a las estrellas de los canales infantiles/juveniles y les ofrecían de todo para garantizar su fidelidad. Perseguida por la prensa, tildada de difícil en los rodajes (a Jane Fonda no le hizo ni pizca de gracia su actitud en “Lo dice Georgia” y eso que "Hanoi Jane" trabajó con Marlon Brando y con Elizabeth Taylor) y paulatinamente fue perdiendo el favor del público y de la crítica. En el año 2007, tres después del éxito de “Chicas malas”, Lindsay Lohan ya era como el descarrilamiento de un tren a cámara lenta, tarde o temprano se iba a pegar un buen castañazo. Sus problemas con las drogas eran cada vez más evidentes, fue detenida por conducir bajo los efectos del alcohol y tuvo que realizar el primero de sus ingresos en un centro de rehabilitación. Su carrera ya estaba muerta. La prensa ya fue incapaz de tomársela en serio y lo cierto es que con un trabajo como el hecho en “Sé quién me mató” era imposible hacerlo.

A partir de ese momento Lindsay Lohan estaba más presente en los medios de comunicación por sus adicciones y por la negativa a ser contratada en diversas películas, ya que ninguna compañía de seguros estaba dispuesta a cubrirla, que por sus esfuerzos por enderezarse. En un intento desesperado de su agencia y sus publicistas para hacerle un lavado de imagen se la llevaron a India para que protagonizara un documental sobre la trata de personas en el país y que fue producido por la BBC, la cadena estatal británica no se libró de las críticas por haberse prestado a semejante paripé. No hace falta decir que el experimento no funcionó.

Consciente de que su carrera ya no tenía opciones para ser resucitada (a pesar de intervenir en “The canyons” de Paul Schrader que siempre reivindicaré), que más que ganar un Oscar se había convertido en la musa de los Razzie, decidió explotar su imagen de juguete roto teniendo su propio reality, “Lindsay: una nueva oportunidad”, en donde explora el camino que le llevó a la autodestrucción, buena parte de eso tiene que ver con el hecho de haberse convertido en el motor de la economía familiar siendo tan solo una niña. Al mundo de los reality y al negocio de los clubes nocturnos se ha dedicado en los últimos años, y a liarla en Twitter e Instagram también. De vez en cuando aparece en alguna serie de televisión para recordarse a sí misma que sigue siendo actriz.

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Mary Carmen Rodríguez

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