"Girasoles silvestres"

"Girasoles silvestres"

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La web oficial.

El argumento: Julia, una joven de 22 años y madre de dos niños, se enamora de Óscar, un chico conflictivo con el que comienza una relación. A medida que pasan tiempo juntos, Julia empezará a plantearse si Óscar es la persona que realmente necesita a su lado, lo que la llevará a iniciar un viaje personal en busca de su felicidad y la de su familia.

Conviene ver: “Girasoles silvestres” es una película valiente e imperfecta. Lo primero por el hecho de ponernos frente al espejo de nuestras decisiones, teniendo que lidiar con ello a pesar de los errores y de dar preferencia más a lo que sentimos que a lo que pensamos, y lo segundo por el hecho de saber que su retrato de la feminidad y la masculinidad tóxica da para lecturas e interpretaciones, alguna más que cuestionable y con las que ha tenido que lidiar el director Jaime Rosales que en más de una entrevista ha dicho cosas que no encajan mucho con el pensamiento socialmente aceptado a día de hoy a la hora de hablar del machismo, el feminismo e, incluso, la influencia o no de pertenecer a una determinada clase social para que eso condicione la forma de relacionarse con el otro sexo.

El acierto de “Girasoles silvestres” es no pretender juzgar y sí presentarnos a una joven madre que parece seguir cayendo en los mismos errores ya que, si bien por un lado reconoce que está mejor sola y sin hombres, no puede evitar tener que vivir acompañada en pareja. Es por ello que la cinta se divide en tres actos en el que una magnífica Anna Castillo llena la pantalla con su habitual cercanía y empatía haciendo fácil lo difícil con una apabullante naturalidad. Tres segmentos centrados cada uno de ellos en cada una de las relaciones de esta madre de familia que, con sus inseguridades a cuestas y dos niños pequeños, intenta salir adelante como puede sabiendo que el margen de error es grande pero tampoco quiere privarse de al menos haberlo intentado; primero con un hombre pasional pero violento, segundo con el padre de los niños pero alguien que sigue anclado en una inmadurez que le impide tomar responsabilidades y un tercero menos vistoso pero más maduro y sostenible

Jaime Rosales lleva a cabo una película accesible y natural, nada impostada, en la que los diálogos y reacciones están a pie de calle creyéndonos en todo momento como el personaje de Julia bracea frente al oleaje de unos hombres de los que es más dependiente de lo que quisiera y que, por otro lado, por el hecho de amarlos tan decididamente, por otro lado le han privado de centrarse en sí misma, sus hijos y su futuro profesional. Rosales no innova formalmente pero sí que lleva a cabo un gran uso de la elipsis en la que todo va fluyendo de manera orgánica evitando la sobreexplicación y dejando de lado cualquier reto estilístico y dando aire a la historia a través del trabajo de sus actores siendo el primer acto el más brillante de la cinta al estar comandado por una precisa Anna Castillo en su amplia gama de emociones y las interacciones con Oriol Pla que basan su destrucción precisamente en el amor tan pasional que sienten que les impide ir más allá aunque sí que sea un acierto y un avance el hecho de no encontrarnos a una mujer sumisa sino a una que, siendo consciente de su tendencia a equivocarse, no pretende hundirse en ello sino en siempre con la cabeza adelante pelear por los suyos y por ella misma.

“Girasoles silvestres” es una de las películas más comentables y orientadas al público de un Jaime Rosales que con esta cinta está más cerca de la reveladora “Hermosa juventud” (2014) que de la minimalista y observacional “La soledad” (2007) o la más artificiosa “Petra” (2018). Aquí la fuerza luchadora de una mujer en un mundo de hombres que no encuentran su sitio, todos propios de la generación “millennial”, y que han vivido mejor en el egocentrismo y en el hedonismo que en el hecho de asumir responsabilidades y vivir relaciones sanas. Un reflejo de un determinado modo de vida obrero, entre la precariedad, el ocio y familias que salen adelante como pueden sin manual de instrucciones, pero en la que siempre se busca que ante las puertas cerradas se abra alguna ventana. El sello de los hermanos Dardenne sobrevuela una cinta de una joven que trabaja, lucha y no se resigna y que, a pesar de sus inseguridades, fracasos o ataques de ansiedad, lo que tiene claro es que no va a poner la otra mejilla.

“Girasoles silvestres” no se adentra tanto en el contexto social, y la falta de oportunidades, sino en los coletazos de un machismo que ha roto los géneros estipulados en los que muchos se criaron provocando un cortocircuito que puede llevar a una destrucción malsana y a una insatisfacción vital continua. La cinta lo muestra de manera sobria e introspectiva buscando la comprensión con más grises que blancos y negros y teniendo claro que es la fuerza de uno lo que le hace salir adelante teniendo que asumir que la vida es un continuo camino de baches en el que el esfuerzo es necesario, el aprendizaje es continuo y en el que, quizá, lo importante es equivocarse para salir más fuerte en vez de atemorizarse y aceptar lo que venga renunciando a tener una voz propia.

Conviene saber: A competición en el Festival de San Sebastián 2022.

La crítica le da un SIETE

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