"Otra ronda"
La web oficial.
El argumento: Cuatro profesores de instituto se embarcan en un experimento sociológico en el que cada uno de ellos deberá mantener la tasa de alcohol en su cuerpo al mismo nivel, durante su vida diaria, intentando demostrar de esa manera que pueden mejorar en todos los aspectos de su vida.
Conviene ver: "Otra ronda" es la cinta europea del año. Thomas Vinterberg nos introduce en la historia de cuatro profesores, Martin (Mads Mikkelsen), Tommy (Thomas Bo Larsen), Peter (Lars Ranthe) y Nikolaj (Magnus Millang), que trabajan en el mismo colegio cada uno de ellos impartiendo una especialidad; Historia, Educación Física, Música y Psicología. Todos pasan de los 40 y tienen esa crisis de la mediana edad en la que hastiados en la rutina, y pensando que ya han pasado los mejores años de su vida, se encuentran en un momento de decaimiento, algo que a raíz de una conversación les lleva a que el alcohol pase a ser un estímulo para mejorar tanto a nivel profesional como personal ya que uno de ellos les convence a todos de que hay una serie de estudios que demuestran que los grandes genios de la cultura, la política o la retórica no dudaban en regar su cuerpo con alcohol para potenciar sus habilidades cubriendo el déficit del cuerpo humano del 0,05% de alcohol en sangre que mantiene la teoría del psicólogo noruego Finn Skårderud. Algo con lo que pretenden emular la emoción creativa de Tchaikovsky, la inspiración de Hemingway o la retórica infalible de Churchill que mantenía sólo una excepción respecto al alcohol, no ingerirlo nunca antes del desayuno.
Una cinta bien rodada y con el estilo sólido y reflexivo de un Vinterberg que ha vuelto a confiar en Mads Mikkelsen dándole un papel de profesor, como aquel que terminaba acorralado por los cuchicheos prejuiciosos y las miradas de reproche en la espléndida y desoladora “La caza” (2012). Ésta es menos oscura y se permite ciertos momentos de ligereza dentro del drama sobre el cuarteto protagonista ante el hecho de llevar a cabo un experimento sociológico entre ellos con el fin de optimizar la tasa correcta de alcohol para mejorar sus cualidades, tanto para estimular a unos alumnos que se juegan graduarse este curso como para, incluso, mejorar sus relaciones personales como es el caso de lo que le ocurre al personaje de Mikkelsen que siente que hace mucho tiempo que ha perdido a su mujer fruto del aburrimiento y que está fantástico en su transición de hombre apocado a carismático vividor. Un halo de tristeza inunda a una cinta que en parte tiene ese culto al hedonismo de los placeres de la comida y la bebida de “La gran comilona” (1973) y el enfrentamiento con la sociedad desde el estilo de vida nórdico de “Los idiotas” (1998). Una película solida pero que da la impresión de que no deja el poso ni logra la rotundidad de otros trabajos del director. Al final lo que cuenta es la anécdota de unos amigos que exploran sus límites saliendo de la monotonía en una cultura del éxito en la que lo que prima es alcanzarlo aunque los métodos no sean los más recomendables con el propósito de salir de esa espiral de soledad y sensación de fracaso en la que se ven envueltos fruto de la monotonía del día a día sin ambiciones de futuro y sin retos por asumir.
Una sociedad que enaltece al alcohol como elemento de desinhibición y que banaliza su consumo asociándolo a pasarlo bien desconectando de todo y aspirando a ser más chispeante y divertido para los demás justificándose en que el mundo nunca es lo que uno creía encontrarse por lo que son necesarios estímulos de este tipo para sobrellevarlo. Una circunstancia que demuestra un fracaso como ciudadanos a nivel global a la hora de no desprendernos de la sombra y adicción del mismo en cualquier fiesta o evento social, entre botellones y barras libres, cuestionándose incluso al que no se deja llevar por los devaneos del mismo. Y es que la película parece empaparse de ello y su estructura en en sí misma una borrachera con su momento de atracción inicial, éxtasis y efervescencia, bajón y duelo en forma de resacón y vomitera final liberadora. Lo mejor termina siendo esa hipocresía de las sociedades occidentales que lleva a mantener esa doble moral con el alcohol y que consiste en reprender a los jóvenes que llenan las calles haciendo botellón pero por otro lado institucionalizarlo como elemento de conexión social en fiestas, actos y reuniones.
“Otra ronda” cautiva con sencillez y estilo apostando por un humor negro y retorcido en una cinta que habla de la amistad masculina cuando la juventud ya ha pasado y ese momento de la vida en el que uno echa la vista atrás y se ve en el espejo como una desdibujada proyección de lo que uno pretendía ser. Una crisis vital bañada del recurso etílico con el fin no sólo de olvidar los problemas y la falta de comunicación con los demás, sino de volver a recuperar sensaciones perdidas y pretender alcanzar un grado de brillantez tan efímero como ficticio. Una burbuja para congelar el paso del tiempo en un momento en el que uno se da cuenta que ha dejado de ser joven y que se aproxima un futuro de perdida de facultades en mayor o menos medida, algo sobre lo que parecen rebelarse los protagonistas en una prodigiosa última secuencia coreografiando el What a life de Scarlet Pleasure con el que a través del baile, tan desaforado como libre equilibrando al hombre que vuela libre pero también al que está cayendo en el precipio, intentan agarrarse a esa sensación de poder, ensoñación e invencibilidad que les lleva a exprimir la vida hasta que ya no le quede ninguna gota siguiendo la máxima del filósofo existencialista Søren Kierkegaard con la que empieza la película pero que no impide que el devenir de estos hombres, así como la relación entre ellos, sus familias y sus alumnos, desprenda una enorme amargura ante una fugacidad de una vida siempre en peligro de romperse que el alcohol sólo enmascara y hace que el hoyo se haga más profundo.
Conviene saber: Thomas Vinterberg ha conseguido la nominación al Oscar 2021 a la mejor dirección y a la mejor película internacional. Triunfadora en los premios del cine europeo 2020 (película, dirección, actor y guión) y premio compartido al mejor actor en el Festival de San Sebastián 2020.
La crítica le da un OCHO