"Éric Rohmer"

Éric Rohmer, más francés que un croissant, tan representante intelectual de la Nouvelle Vague como el que más, avaro al máximo de cualquier detalle de su vida privada, maduro desde joven, creador de un cine lento y peligroso, ya fue “desatornillado” por los autores hace dos décadas. Su muerte reciente ha motivado esta nueva edición completada con sus ocho últimas películas.

Título: “Éric Rohmer”

Autor: Carlos F. Heredero y Antonio Santamarina

Editorial: Cátedra. Colección Signo e Imagen / Cineastas

Nota de la Redacción: “En sus películas se ve crecer las plantas” es la manera jocosa de reflejar el ritmo de Rohmer, un intelectual del cine original y con defensores proporcionalmente apasionados a lo minoritario de sus filmes. Rohmer siempre logra provocar incomodidad interna en el espectador porque nos acerca tanto a los personajes, a sus sentimientos compartibles, que obliga a la reflexión. Incluso su sentido del humor le sitúa: «No me gusta el cómico que guiña el ojo al espectador. Mi cómico preferido es Buster Keaton, el hombre que no ríe pero que hace reír». Este es uno de los libros esenciales sobre la obra de uno de los directores del club “comparto mi obra, no mi vida”, así que su biografía aparece en pinceladas breves, bien relacionadas con el propósito esencial del libro: la obra que nos ha dejado. Sus primeras cien páginas están dedicadas a consideraciones generales y detección de los elementos comunes en su filmografía, con apartados como La noción de objetividad, El cine: arte del tiempo y del espacio, El cine y las otras artes, De la verdad y la belleza al cine como revelación, Cine clásico/cine moderno, Los secretos de un estilo, Una filosofía de la creación, La ética de una estética, Criaturas y presencias, o Identidad y consistencia estilística de un lenguaje. Con el apoyo de una bibliografía muy extensa a lo largo de los distintos apartados, la segunda parte es una inmersión profunda en cada una de sus películas.

Rohmer se reconocía a si mismo como el director de cine más libre de Francia, gracias a su capacidad para atraer a casi cualquier actor o a profesionales del tamaño de Néstor Almendros, y embarcarlos en proyectos donde no ganarían dinero, pero con los que se refrescarían con trabajos fuera de lo habitual, más baratos y románticos, más sustanciales y experimentales. Almendros está muy presente en el libro ya que Rohmer también concebía el cine como un compromiso pictórico donde la luz y el color expresaba tanto como los actores (Referenciaspictoricas.txt). Entre los muchos detalles sobre la manera de hacer cine de Rohmer que nos revela este libro, no falta el que marca la posición de su objetivo (Alalaturadelhombre.txt), la elección de sus personajes y sus temas.

Los dos fragmentos incluidos darán una idea del estilo de la obra, tan exigente en atención como la de Rohmer. Una buena investigación y una reflexión amplia que gustará sobre todo al espectador que coincida con esa búsqueda. Una de Rohmer siempre tendrá interés, y al revisar dos de sus películas en combinación con la lectura de esta obra, se descubre que la humanidad y los sentimientos universales que expone son un buen conservante.