"El cuervo"
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El argumento: Eric Draven y Shelly Webster son brutalmente asesinados cuando los demonios de su oscuro pasado les alcanzan. Ante la oportunidad de sacrificarse para salvar a su verdadero amor, Eric se propone vengarse despiadadamente de sus asesinos, atravesando el mundo de los vivos y los muertos para saldar sus deudas.
No conviene ver: "El cuervo" viene con una aureola maldita desde que el personaje se acuñara a la tragedia del actor Brandon Lee. Tres décadas después de la película de Alex Proyas llega esta nueva versión que cuenta con Bill Skarsgård como protagonista como un ser oscuro y torturado que clama venganza por amor tras ser asesinado junto a su mujer. Negritud y violencia en una mirada más oscura y descarnada que nos lleva a la marginalidad y al dolor enterrado combinando un aire de magnetismo pero también de fatalidad con un diseño de producción más pretencioso y operístico que realista. Una actualización que va más allá del cómic original de James O’Barr y que tarda en arrancar ya que se explaya en la relación que se establece entre estas almas heridas y arrinconadas, despegados y a contracorriente del mundo, potenciando la vertiente más romántica que gótica, desde que se conocen hasta que se produce el hecho que marcará el devenir de la historia. A partir de ahí una espiral gore que no fluye y que palidece frente a la original, convertida con el tiempo en película de culto, siguiendo el camino del sumidero por el que fueron el resto de secuelas y la serie de televisión que llegó en su momento. Frustrante para un Hollywood al que le ha costado 15 años levantar la película seguramente por el interés que podía despertar resucitar a este Batman alternativo. El murciélago sigue funcionando, el cuervo no.
Conviene saber: Rupert Sanders (“Blancanieves y la leyenda del cazador”, “Ghost in the shell”) se pone detrás de las cámaras.
La crítica le da un TRES