"La actriz"

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No es raro que la autora haya reunido tantas opiniones favorables porque logra algo infrecuente: transformar un tópico alrededor del mundo del star-system, la relación madre famosa con hija mal atendida, en una historia valiosa. Lo consigue gracias a dos elementos, una construcción de personajes tan sólida como un acueducto romano, y un estilo narrativo repleto de imágenes y reflexiones que detienen la lectura para darse el placer de saborearlas.

Título: "La actriz"

Autor: Anne Enright

Editorial: Seix Barral

Una mujer madura viaja en un avión entre Irlanda e Inglaterra. Mira desde el avión la piel lejana y veteada del mar irlandés, truncado aquí y allá por la proa de algún barquito y piensa en su madre. No fue una mujer cualquiera y Enrigh nos "sienta" a su lado a escuchar sus reflexiones interiores:

"Nadie sabía dónde había nacido, nadie podía saberlo; era un secreto genial y complicado. Evidentemente no decía su edad, así que todo quedaba en el ámbito de la teoría. Si nadie sabía dónde había nacido, entonces nadie sabría dónde encontrar su certificado de nacimiento. Era actriz, todo aquello se le daba bien. Si cuento que nació en abril de 1928 en Herne Hill, un barrio residencial de Londres es con una tremenda punzada de dolor por traicionarla.

La bautizaron en la parroquia de Saints Philip and James y le pusieron Katherine Anne FitzMaurice. Más adelante adoptaría el apellido de su madre, Odell, para el escenario, y lo transformó al irlandés O’Dell en Estados Unidos cuando tenía veinte años. En ese momento se le volvió rojo el pelo de nostalgia por el terruño. Mi madre era una tremenda farsante. También era una artista, una rebelde y una romántica, así que llámala lo que quieras menos inglesa: eso sería un gran insulto. Además de ser verdad, por desgracia".

Enright hace una reconstrucción tan evocadora de los "comediantes" que viajaban por pueblos y ciudades como la que hizo en su versión española Fernando Fernán Gómez en la misma época, tan precisa que te hace dudar de que se trate de una novela en vez de una biografía. Entre sus fuentes de investigación se encuentran dos escritores dublineses que han relatado las vivencias de sus madres actrices, y de ahí algunos detalles y leyendas.

"Ser buena estaba muy bien, decía, pero también había que ser lista. Y callada. Tenías que ser como la ratona del teatro, ¿sabía yo lo de la ratona? La ratona que sobrevive mordisqueando maquillaje de teatro. Duerme acurrucada en una peluca de una estantería, roe las cuerdas de la tramoya, se sabe los parlamentos de todas las obras. La ratona se llamaba Josephine y, en algunas variantes, cantaba. Y Josephine, la ratona cantante, le hacía compañía a mi madre en aquellos camerinos helados y en todos los pueblos donde estuvo de muchacha. Josephine la escuchaba ensayar sus frases igual que hacía yo en ese momento, y chillaba alguna entrada ocasional desde debajo del entarimado. Una vez acababa todo y la gente se había marchado, Josephine cantaba su cancioncilla. Y los demás ratones la consideraban un poco creída, hay que decirlo, pero les encantaba su talento, que era prodigioso para un ratón".

Entre las referencias que emplean las editoriales para la promoción de sus libros hay una en este caso de una escrita en The Washington Post: «Anne Enright escribe tan bien que puede que te arruine cualquier otra lectura». Una exageración entusiasta evidente, pero que es en parte comprensible porque es cierta la constatación de que esta irlandesa madura, va camino de los 60, y de sobra reconocida, escribe muy bien.

Poco importa que sientas atracción por el planeta de las estrellas hollywoodienses o el teatro, "La actriz" va además sobre la relación entre una madre y una hija, o, mejor dicho, entre una hija y su madre, ya que es la hija quien pone los ojos y mezcla su propia historia con la de la madre. No soy hija y sería estúpido pretender que pueda comprender la relación que a menudo se establece en estos casos, pero resuena muy creíble el cúmulo de sentimientos que se expresan en este libro.

"La gente me pregunta: «¿Cómo era?», y yo intento deducir si se refiere a cómo era en calidad de persona normal: cómo era en zapatillas, comiéndose una tostada con mermelada, o a cómo era en calidad de madre, o a cómo era en calidad de actriz (la palabra «estrella» no la usamos)".

El mundo de los sentimientos, como el de los sabores y los olores, suele presentarse con dificultades de vocabulario para ser definidos con acierto. Enright resulta casi una científica encontrando expresiones y figuras para superar esta dificultad que distingue a un verdadero escritor de un cuentacuentos, sin menospreciar el talento de muchos de los segundos.

Hay un placer en leer por la información que recibimos. Hay un placer por leer por la forma y el estilo. Es más infrecuente el segundo que el primero. La actriz encaja en el segundo placer, el menos frecuente.

Carlos López-Tapia

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