"Te encontraré"
Hay una clase de historias que se graban a fuego en el espectador. Historias en las que un inocente, condenado por un crimen que no cometió, resiste. No sólo resiste el encierro: resiste el olvido, la desesperanza, la tentación de rendirse. Y, a menudo, esa lucha íntima contra el sistema, contra la culpa ajena y contra el propio pasado, conmueve más que cualquier persecución o estallido. El cine ha encontrado en este tema una mina emocional inagotable. Desde "Cadena perpetua" hasta "En el nombre del padre", pasando por series como "The night of" o "Rectify", el espectador no sólo observa, sino que se alía con ese protagonista que lo ha perdido todo menos la dignidad. ¿Por qué funciona tan bien esta fórmula? Tal vez porque conecta con un miedo muy básico: el de ser castigado sin razón, de vernos atrapados sin salida mientras el mundo sigue.
Título: "Te encontraré"
Autor: Harlan Coben
Editorial: RBA
Esa tensión entre justicia y destino mueve también la literatura. "Te encontraré", de Harlan Coben, camino de la pantalla, se suma con fuerza al canon. Un hombre encerrado, un hijo asesinado, una culpa que no se disipa, y una verdad que parece esconderse tras cada esquina. No es sólo un thriller: es una historia humana, tan humana como dolorosa. Porque el mayor castigo, nos recuerda Coben, no siempre es la celda, sino lo que uno lleva dentro.
El público, lector o espectador, volvemos una y otra vez. Porque necesitamos creer que incluso en las peores circunstancias, aún hay margen para la esperanza. Porque algunos finales felices hay que ganárselos a pulso, minuto a minuto. Plano a plano. Página a página.
Bajamos a un sótano. Es normal que no haya vistas, pero menos que tampoco haya algún póster de portadas internacionales, o alguno de los muchos premios ganados, o un diploma de facultad, un televisor o un simple receptor de radio... al menos hay una buena cafetera, pero ni rastro del glamur que podría rodear a un autor con más de 80 millones de ejemplares vendidos; el creador más llevado a las pantallas de nuestros hogares en este siglo. Por pocas series de televisión que veas, sería raro que no hubieras tropezado con una de Coben y Netflix. Sólo una silla, un escritorio, una pantalla y un elemento chocante sobre una repisa, un objeto caro para alguien que no sabe usarlo ni se ha planteado hacerlo. Harlan Coben lo prefiere así: un cuarto sin distracciones. “Si me siento aquí, es para escribir”, dice.
Desde ese silencio brotó "Te encontraré", que combina lo mejor del autor: giros, tensión, violencia contenida y sensación de que la verdad nunca está donde uno cree. Pero más allá del suspense, hay una historia humana sobre la culpa, el miedo, y el amor que no se rinde.
Coben despliega aquí uno de sus talentos más reconocibles: el ritmo cinematográfico. Los capítulos son cortos, directos, con cambios de punto de vista que mantienen al lector atraído. Hay violencia, sí, pero lo que más duele no es físico: el remordimiento, la pérdida, la certeza de haber fallado a los que amas. Uno de los aciertos de la novela es cómo combina la trama criminal con lo más humano. No es sólo un thriller: es una historia sobre la culpa, sobre el perdón y sobre el instinto de no rendirse nunca cuando se trata de la propia sangre.
En entrevistas, Coben ha dicho que se basa en un miedo muy personal: perder a un hijo, no saber qué ha pasado, sentirse tan responsable como impotente. "Te encontraré" es el resultado de ponerle nombre y cara a ese miedo. “No escribo para dar respuestas —ha dicho—, escribo para compartir preguntas incómodas”.
Y, como siempre, en Coben, cuando crees que lo has entendido, te pega un giro seco. Eso también es marca de la casa. Nadie está a salvo. Ni en el sillón de casa cuando lees.
Escucha el podcast y descubre cómo Harlan Coben convierte un sótano sin ventanas en una puerta directa a la celda de una prisión de alta seguridad, donde un hombre se considera "justamente" condenado a cadena perpetua, aunque.... no empieces si tienes algo urgente que hacer. Porque te molestará parar.
Biblioteca sonora con la colaboración de Guillermo Orduna, Pedro Miguel López, Elena Serrano y Enrique López
Carlos López-Tapia

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