"Mujeres que no perdonan"
Hace doscientos años, Thomas De Quincey consideró los siglos XVII y XVIII como "la edad de oro del asesinato"; el tono de humorismo, el máximo del que era capaz la educación del siglo XIX, ha mantenido su obra viva. Todavía hoy se disfruta la ironía del asesinato considerado como una de las Bellas Artes. De Quincey no podía imaginar el papel que alcanzaría la mujer en este territorio, ni que la "calidad artística" del asesinato alcanzaría su apogeo en el siglo XX, gracias a la influencia del cine, la forma artística dominante. La pantalla se ha convertido en un escaparate de asesinatos ingeniosos y orquestados, aunque sean de ficción. Hasta los crímenes más elegantes y estilizados actuales habrían hecho correr el frasco de sales entre los espectadores cuando se inventó el cine, pero hoy son menos los que se inmutan al ver un asesinato en la pantalla, por muy realista que sea.
Título: "Mujeres que no perdonan"
Autor: Camilla Läckberg
Editorial: Planeta
La imitación o simulación del asesinato se ha convertido en el principal motor de la industria del ocio. Un número cada vez mayor de videojuegos proponen la sensación de estar asesinando, en ocasiones a cientos de víctimas y la novela negra, en todas sus variantes, nunca había gozado de tanta popularidad. La escritora Camilla Läckberg es buen ejemplo del arte del asesinato, con seguidores en 60 países. Acaba de sorprendernos con su última historia, porque aparca sus series de "Los crímenes de Fjällbacka" y "Faye", para responder de una manera muy propia al movimiento contra el abuso machista.
Las "mujeres que no perdonan" son Ingrid, periodista que renunció a su carrera por la maternidad y la familia; Victoria, joven rusa que aceptó casarse con un sueco vía internet para escapar de un presente nefasto; y Birgitta, maestra de escuela que elude las visitas médicas para evitar males mayores.
Mujeres muy distintas. Para el mundo llevan vidas razonablemente buenas, pero las tres sufren la tragedia secreta de vivir sometidas a sus maridos. Un día, llevadas al límite, planean, sin tan siquiera conocerse, cambiarlo todo. El "qué" y el "por qué" son predecibles y por desgracia no muy originales; el "cómo" es el motor de la novela, y Läckberg mantiene el ritmo sin aflojar ni un momento hasta el desenlace. Es poco frecuente en las novelas de Camilla, que suelen avanzar a ritmo sostenido y homogéneo de crucero. "Mujeres que no perdonan" se mueve con más nervio, con capítulos cortos, llevando la acción de una a otra protagonista sin darnos respiro.
La historia por la que Camilla ha abandonado sus series populares tiene una película, y una pregunta a la que debe responder cada lector.
Carlos López-Tapia