"Tiburón", 50 años desde que los veranos cambiaron para siempre
Querido Teo:
Desde el estreno de "Tiburón" (1975) bañarse en una playa es diferente y es que Steven Spielberg no hizo más que asentar con ella todo lo que iba a suponer como cineasta no sólo para el cine usamericano de los siguientes años sino también para el imaginario de la cultura popular a través de varias generaciones gracias, en este caso, a una historia de terror, suspense y supervivencia que iba a hacer que muchas cosas cambiaran para siempre.
Tras su sorprendente irrupción televisiva con “El diablo sobre ruedas” (1971) y terminar su primera película para cines, "Loca evasión" (1974), la gran pregunta era saber qué sería lo próximo para este prometedor joven judío que amenazaba con revolucionar los cimientos de la industria junto a nombres como Francis Ford Coppola, George Lucas o Martin Scorsese.
Los productores de Universal Pictures preguntaron a Spielberg que nuevo proyecto le interesaba, pero éste no tenía nada en mente. Nadie se podía imaginar que se decantaría por el manuscrito de un guion, el cual adaptaba la novela de Peter Benchley, que se encontraba en la mesa de la productora y que se llevó de lectura para el fin de semana porque le llamaba la atención el título "Jaws" ("mandíbulas" en inglés) pensando que sería una historia completamente diferente.
Tras quedar fascinado con la historia, lo cual era compartido por los productores David Brown Baren y Richard D. Zanuck, y con la suerte de que el inicialmente previsto Dick Richards renunciara al proyecto, Spielberg ya sabía hacia dónde poner el foco de su cámara aunque ello no estaría exento de dificultades.
Tras la inocencia tanto de Spielberg como de los productores de pretender amaestrar a tiburones reales se pasó a tener que construir un gran tiburón mecánico que resultara creíble y mientras tanto, encargaron a la segunda unidad que se fuera a Australia a rodar algunas imágenes con tiburones auténticos.
Bruce, así sería llamado el escuálido mecánico, se mantuvo en secreto durante todo el rodaje (fueron necesarias varias versiones previas del mismo que costarían 750.000 dólares hasta dar con el resultado deseado) generando una gran expectación de cara al estreno decidiendo Spielberg durante el montaje que la primera aparición del tiburón en el film se reservara para cuando la película ya estuviera bien avanzada.
La elección del casting también tuvo sus problemas, Spielberg no quería a estrellas, pero lo que de verdad puso nervioso a los productores y al equipo fue un presupuesto que se disparó a más del doble de lo proyectado (de 4 millones a 12) y al hecho de que el rodaje debía durar 55 días y terminó prolongándose hasta los 159.
La causa de ello los continuos problemas técnicos propios de rodar en el mar con embarcaciones del equipo varadas o fallos en el robot que tenía que ser manejado por varios operarios y que continuamente o se atascaba o quedaba enredado entre algas.
No fue lo más propicio para que prosperara un buen ambiente de trabajo entre unos actores como Roy Scheider, Robert Shaw o Richard Dreyfuss que, seguramente por el hecho de no tener todavía un estatus como el que alcanzarían posteriormente, se armaron de paciencia aunque sin quedar exentos de que saltaran chispas.
En todo caso los primeros pases fueron un éxito (John Williams fue la primera persona que vio la cinta y su música quedaría ligada por siempre a la película bastándole sólo partir de cuatro notas repetidas) y Universal Pictures decidió apostar fuerte por la cinta con una gran campaña de marketing de dos millones de dólares, suponiendo un resultado tan bueno, que cambió para siempre la historia de la producción cinematográfica desatando un fervor que se tradujo en colas en los cines, espectadores repitiendo la experiencia más de una vez y un amplio "merchandising".
“Tiburón” fue el primer gran "blockbuster" veraniego, convirtiéndose en ese momento en la película más taquillera de la historia en el periodo más corto de tiempo (fue la primera en superar los 100 millones de recaudación en USA), redefiniendo al cine como espectáculo de masas y permitiendo a la industria sacar pecho abriendo una nueva vía de negocio para una época vacacional acostumbrada a reestrenos o películas de perfil bajo pensando hasta ese momento que esos meses no eran buenos para ir al cine. El Hollywood actual tiene mucho que agradecer a las aguas abiertas por “Tiburón” desde el punto de vista más mercantilista.
El fenómeno llegó también a los Oscar comenzando, además, una relación de altibajos entre la Academia y Steven Spielberg que vio que, aunque “Tiburón” estuvo entre las cinco nominadas a mejor película, quedó fuera de mejor dirección produciendo una decepción nada disimulada. En todo caso el film hizo pleno en las otras categorías a las que optó como fueron las de montaje, sonido y música suponiendo el segundo de los cinco Oscar conseguidos por John Williams (el primero había llegado cuatro años antes por "El violinista en el tejado").
“Tiburón” cumple 50 años como una de esas películas que pasan del fenómeno a convertirse en un punto de inflexión siendo definitorias de una época y de una manera de hacer las cosas. La sociedad estaba cambiando y el cine también y el tiempo no ha hecho más que demostrar la simbología que rodea a esos acordes musicales llenos de tensión mientras las olas del mar se avivan ante la amenaza devoradora del gran tiburón blanco sediento de sangre.
Quizá sólo la escena de la ducha de “Psicosis” está a la altura tanto en impacto cultural como a la hora de hacernos cambiar de hábitos mirando con otros ojos cuando llega el verano e, inocentes de nosotros, decidimos pasar unos días en la playa.
Nacho Gonzalo