"Tiempos de esperanza"

"Tiempos de esperanza"

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Un niño se coloca una pequeña armadura de cruzado y escapa de casa en busca de Tierra Santa. Al percatarse, su padre sale en su busca, en un viaje en el que la realidad y los sueños se confunden. A pesar de esta imagen inicial de la película del checo Václav Kadrnka, "La cruzada de los niños", de hace dos años, el cine no ha logrado todavía enfocar el caso de los jóvenes envueltos en las Cruzadas de la Edad Media. La película se quedó al borde, esta novela recién publicada entra de lleno.

Título: "Tiempos de esperanza"

Autor: Emilio Lara

Editorial: Edhasa

El 1212 es un número bonito y un año en el que pasaron algunas cosas dignas de recordar. La expansión árabe quedó frenada en esta parte de Europa en Las Navas de Tolosa; y miles de niños y jóvenes murieron o fueron vendidos como esclavos. Ambos son dos hechos de la Historia en la que nos sumerge Emilio Lara en "Tiempos de esperanza"; una novela histórica premiada, con cortes clásicos, licencias históricas a favor de la creación de los personajes, y con la originalidad de protagonistas niños en gran parte del relato.

Carecemos de documentos sobre los jóvenes en la Edad Media. En una sociedad mayoritariamente campesina, analfabeta, han dejado poca huella, y la más chocante dibuja un mundo muy distinto al nuestro, cuando el fanatismo religioso provocó tres grandes migraciones de jóvenes y niños, masivas y casi autónomas. La más "popular" es conocida como La cruzada de los niños. En aquel 1212 partieron dos ejércitos de niños para reconquistar Jerusalén. Uno de Francia y otro, mucho más numeroso, del Valle del Rhin. Emilio Lara escoge el francés. Cada uno era conducido por un joven que se creía elegido de Dios y a quien sus seguidores consideraban como un santo milagroso. Su fe les hizo creer que el Mediterráneo se abriría ante ellos del mismo modo que lo había hecho el Mar Rojo ante los israelitas.

La cifra de 50.000 niños que manejan los más entusiastas del fenómeno es poco probable por razones tan obvias como la intendencia. El brazo armado de la época no hubiera podido tolerar algo mucho peor que las temidas plagas de langosta, hoy desaparecidas en Europa y a las que este libro hace también su referencia. Menos de la mitad, unos 20.000 jóvenes, serían más que suficientes para dejar memoria. De hecho, inicialmente son tolerados, pero enseguida se combate a los niños, se les dispersa. Y, a pesar de que algunos se unen a los ejércitos reales, el movimiento se diluye.

Lara cuenta: "Conocí la historia de la cruzada de los niños en la universidad. Cuando tomaba café en la cafetería del campus, consultaba manuales en su biblioteca o preparaba los exámenes pensaba en aquel suceso que parecía entresacado del realismo mágico, pues por aquellos años yo mantenía un idilio con la literatura de Gabriel García Márquez".

A Lara se le quedó grabado el movimiento que unió tres veces a pastores y jóvenes, niños, seres con pocas esperanzas en su presente, muy pobres. La primera oleada se produjo en 1212, una segunda en 1251 (mientras el rey francés Luis "El Santo" estaba prisionero en Oriente) y una tercera en 1320. Los niños quieren tomar el relevo de los caballeros, incapaces de liberar Tierra Santa. Se ponen en camino y, enseguida, sus acciones se vuelven violentas. A su paso, la toman con los judíos y con la riqueza del clero. A los judíos les reprochan que no se hayan convertido ya que su conversión masiva sería la señal de los últimos días previos a la llegada de Jesucristo. Al clero le reprochan su corrupción. Estas cruzadas terminaron de modo tan desastroso como el resto. Gran cantidad de niños se ahogaron en el mar, murieron de hambre, o fueron vendidos como esclavos en África. A pesar de todo, esas emigraciones de masas habían inaugurado una tradición: durante más de un siglo se fueron sucediendo cruzadas autónomas de los pobres, con consecuencias desastrosas no sólo para ellos.

El poco conocimiento del universo femenino en el Medievo no impide al autor tratar de plasmarlo en las protagonistas de la novela, a través de dos judías, Raquel y Esther, y la rica y acomodada en sus tierras de Cerdeña, Giulia.

La historia de Lara responde perfectamente por su ritmo y las encrucijadas que plantea la trama. Lectura muy entretenida, perfecta para los seguidores del género, en ocasiones de dureza sin concesiones, pero con una resolución que justifica el título, cuando la mayoría tenía su esperanza puesta en lo que ocurriera tras su muerte porque no cabía mucha en vida.

Carlos López-Tapia

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