"Los colonos"

"Los colonos"

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El argumento: A fines del siglo XIX las estancias ovejeras cubren cada vez más territorio en la Patagonia chilena. En 1893, Segundo, un mestizo chileno; MacLenan, un militar inglés y Bill, un mercenario estadounidense, emprenden una expedición a caballo para delimitar y reclamar las tierras que el Estado le ha otorgado a José Menéndez. Lo que parece ser una expedición administrativa, se transforma en una violenta cacería de onas, los nativos del archipiélago de Tierra del Fuego.

Conviene ver: “Los colonos” de Felipe Gálvez es una de las cintas que con más contundencia y desgarro ha mostrado los desmanes del imperialismo frente a las colonias, tierras vírgenes expandidas a merced de los poderosos con el fin de nutrir su vertiente dominadora. A fines del siglo XIX las estancias ovejeras cubren cada vez más territorio en la Patagonia chilena. En 1893, Segundo, un mestizo chileno; MacLenan, un militar inglés y Bill, un mercenario estadounidense, emprenden una expedición a caballo para delimitar y reclamar las tierras que el Estado le ha otorgado a José Menéndez, un terrateniente que no ha dudado sin escrúpulos en sacar tajada de la tierra mientras los políticos se pierden en conversaciones burocráticas de despacho. Existencialismo seco en un mensaje pertinente que remueve por una tensión latente en todo momento.

Una estética retro inunda una ópera prima abordada con sabiduría y templanza, pasando de la calma aparente a llenar de negrura el relato cuando la brutalidad humana aparece. Todo ello sugiriendo más que mostrándolo a través de una serie de segmentos que derivan en la vileza de lo que el hombre como fiera avasalladora es capaz ante el convencimiento de ostentar su superioridad moral frente a los lugareños a través de unos hechos soterrados por la historia oficial que el director no duda en mostrar con toda su dureza con personajes desalmados y que han perdido todo contacto con los valores que encajan en la humanidad.

Es lo que desarrollan los capítulos “El rey del oro blanco”, “El fin del mundo” y “El chancho colorado”, desarrollándose en las islas Tierra del Fuego y Chiloé entre 1901 y 1908 y yendo más allá de una mera expedición con el fin de abrir vías hacia el Atlántico para las ovejas encontrándose ante una inhóspita Patagonia en la que deambulan despojos de almas más que de personajes que se amparan en el estar en un lugar permanentemente fronterizo y alejado a ojos de la civilización para hacer campar allí la ley del más fuerte dando rienda suelta al salvajismo más primario y al exterminio de todo un pueblo teniendo como prueba de ello el pago que hacía por cada oreja de indio muerto y cada útero de india muerta.

“Los colonos” ha sido un proyecto azaroso levantado por el director tras más de una década de esfuerzo no sólo en el guión sino también en la plasmación del resultado. Una película de estética vintage y sombría con aire western que alterna belleza y crudeza, reflejo histórico y también reivindicación por la justicia cuando siete años después del exterminio de los Selk'nam para hacerse con las tierras del sur un enviado del presidente Pedro Montt llamado Vicuña investiga las atrocidades cometidas mientras se cuestiona la explotación administrativa de las tierras concedida a un Menéndez que, defendido por su hija, enarbola la pureza y la grandeza que han llevado a las tierras de Chile con su “redefinición” del lugar frente a la inoperancia política.

Una ferviente denuncia del genocidio llevado a cabo hacia los nativos chilenos y de la impunidad de esos actos nunca reconocidos hasta ahora que, al menos, el cine, especialmente el latinoamericano, parece dispuesto a señalar para que no sea desvirtuado por interesados en tapar vergüenzas del pasado lo que lleva a la cinta a navegar no sólo por el western sino también por la intriga y el terror con escenas escalofriantes en las que la tensión puede cortarse con un cuchillo. Una cinta que habla hasta qué punto se pueden justificar y dar por válidos unos actos cuando se pretende crear una nación.

Un giro final tan potente como escalofriante termina redondeando un conjunto que, no sin algún artificio, impacta y remueve contribuyendo no sólo unos paisajes tan bellos como alejados de todo sino el trabajo actual en el que destaca la elegancia siniestra de Alfredo Castro, la brutalidad animal de Mark Stanley y el viaje de lo ocurrido a través de la mirada de Camilo Arancibia, el cual da vida a ese indígena primero miembro de esa particular caravana y después testigo desde su casa recóndita en la que ya sólo pide a la vida la paz que le da el lugar y lo que pueda venir de un mar al que hay que respetar y cuidar para que de recompensa, todo lo contrario de una tierra maltratada por las ínfulas de poder.

Conviene saber: Premio FIPRESCI de la sección Una cierta mirada del Festival de Cannes 2023, en la sección Horizontes Latinos del Festival de San Sebastián 2023 y representante de Chile para el Oscar 2024 a la mejor película internacional.

La crítica le da un SIETE

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