Querido Teo:
Pedro Almodóvar ha vuelto hoy al lugar en el que se siente más a gusto y reconocido. Cannes. A pesar de que hasta ahora no haya ganado la tan ansiada Palma de oro, el Festival siempre ha tenido en estima sus películas (la única de las presentadas que no se llevó nada fue “Los abrazos rotos” hace dos años) y tanto Cannes, como Francia en general, han contribuido mucho a lo largo de los años en engrandecer la imagen internacional de Almodóvar y su estética y sello de autor. "La piel que habito" no es una película de fácil digestión y, por ello, el desconcierto ha reinado en su pase. Ha sido una de las películas que más aplausos ha cosechado (junto a la de Kaurismäki y la francesa muda y en blanco y negro “L´artist”) a pesar de que la sensación general sea de que no ha sido el tsunami que se esperaba y que le iba a colocar en cabeza de todas las puestas. No obstante, “La piel que habito” se ha situado en el carro de favoritos gracias a una película densa, muy bella y cuidada estéticamente, con ecos al cine negro de Fritz Lang e incluso al terror representado en el mítico de Frankenstein. Todo representado en la figura de un cirujano plástico que pretende crear un nuevo tipo de piel que podría haber salvado a su mujer de morir quemada en un accidente de tráfico. Una película que deja poso y que va ganando con el tiempo aunque, seguramente, no se la considerará una de las mejores de Almodóvar. Difícil la unanimidad en una película tan arriesgada, tan personal y con una atmósfera tan oscura. Una historia de venganzas, pasiones, patologías, trastornos y, sobre todo, en la que el sello de Almodóvar queda más percibido que definido. La película ha sido aplaudida, pero la necesidad de ver el humor Almodóvar en todas sus cintas ha provocado que en algunas escenas especialmente dramáticas se oyeran risas en la sala de prensa. Lo que si que se puede decir es que la película tiene un arranque torpe que acaba fluyendo en una trama envolvente de tensión y misterio que prácticamente se desarrolla toda ella en escenarios interiores. Antonio Banderas en un papel sobrio y contenido y una Elena Anaya sorprendente que se deja la piel, nunca mejor dicho, también han cubierto con nota su incursión en el mundo del manchego adaptando la novela “Tarántula” de Thierry Jonquet que ha servido de inspiración para su 18º película. Una cinta en la que el Almodóvar director vuelve a brillar sobre el Almodóvar guionista que no termina de rematar diálogos. El atmosférico y personal vuelve a eclipsar al narrativo. 50 años y un día después de que España ganara una Palma de Oro, Pedro Almodóvar ha llegado a un punto competitivo en el que se le podría premiar más por lo que supone él como figura y marca que por la película en si.