"In fabric", el consumismo voraz y fetichista de Peter Strickland

"In fabric", el consumismo voraz y fetichista de Peter Strickland

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Querido Teo:

Con sólo cuatro películas Peter Strickland se ha convertido en uno de los directores de culto de la nueva oleada del cine británico por todo lo que tiene su obra de referencias, estilos y capacidad de conectar con nuevas ideas y sensaciones, jugando con lo grotesco y lo malsano, pero siempre con una pátina de elegancia que hace todas sus propuestas fascinantes. Curtido primero en el teatro amateur, donde debutó dirigiendo una representación de “La metamorfosis” de Kafka, y después en los documentales, ha ido poco a poco haciéndose con una legión de fans con películas como “Berberian Sound Studio” (2012), “The Duke of Burgundy” (2014) o “In fabric” (2018), la cual llega directamente a Movistar+ tras competir en la sección oficial del Festival de San Sebastián.

El drama rural “Katalin Varga” (2009), de bajo presupuesto y financiado por el tío de Strickland, fue rodado en Rumanía durante dos semanas ganando el premio Discovery en los premios del cine europeo y destacando por su diseño sonoro.

Después vendría "Berberian Sound Studio" (2012), cuyo corto del director “Bubblegum” (2007) ya fue germen de esta cinta que suponía todo un homenaje al género del “giallo” en un thriller psicológico ambientado en la década de los 70 que se introduce en la mente de un tímido ingeniero de sonido, interpretado por Toby Jones, ahogado por una espiral de divismos y burocracias que amenazan su cordura. Con esta cinta ganó el premio al mejor director en los premios BIFA del cine independiente británico.

"The Duke of Burgundy" (2014), es una película de varias capas sobre el amor perverso y adictivo marcado por la fragilidad, la dominación y el deseo. Cynthia (Sidse Babett Knudsen) y Evelyn (Chiara D’Anna) elevan la película gracias a su química y a ese teatrillo sadomaso que establecen como antídoto frente a la rutina. Una cinta de ambigüedades, de deseos, formalmente impoluta y psicológicamente laberíntica una  mansión imponente y angustiosa.

Provocadora, sensorial y experimental suponía una visión elevada y reflexiva del deseo lésbico de “La vida de Adèle”, el enfermizo moldeamiento obsesivo de la persona amada de “Vértigo” y el sexo extremo de “Cincuenta sombras de Grey”. Una propuesta que Strinckland liga mucho al cine de Jess Franco y que ganó el premio a la mejor música (trabajo atmosférico de Cat´s Eyes) en los premios del cine europeo.

Con “In fabric” Peter Strickland ha cubierto todas las expectativas con una película sugerente, perversa, fetichista y pretendidamente cómica dentro de su terror lúgubre y opresivo en el que un vestido de seda rojo es el mefistofélico asesino de la función o, al menos, el responsable de todas las desdichas que les ocurre a los que osan ponérselo.

El director plantea un cine arriesgado, lleno de barroquismo visual, colores saturados y machaconas músicas de teclado que alterna sin complejos el terror cercano al “giallo” con la comedia negra centrándose sobre todo en dos personajes, una mujer negra separada e insegura que sufre los desplantes de su hijo artista y su petulante y desgarbada novia, y que quiere volver a rehacer su vida buscando citas románticas, y un gris y apocado oficinista a punto de casarse tras una larga y rutinaria relación, siendo el vértice de todo ello la campaña de rebajas de invierno de un enigmático y abigarrado centro comercial con estética setentera.

Un conjunto brillante, estimulante, enfermizo, raro e hipnótico a través de un retorcido relato pesadillesco sobre el consumismo voraz contemporáneo como desahogo de amplias frustraciones y el papel del destino a través de ese vestido maldito que deja escenas tan guiñolescas como icónicas desembocando en un final tan estruendoso como inolvidable en el que Strickland se permite cerrar en todo lo alto en una cinta que conecta en cierta manera con los universos de Dario Argento o Nicolas Winding Refn.

Nos alegra, además, que se recupere en un papel de peso a Marianne Jean-Baptiste, nominada al Oscar hace ya más de dos décadas por "Secretos y mentiras", dedicando atención también al divertido y ambiguo personaje de Gwendoline Christie y a una brillante Susanna Cappellaro como dependienta robótica y amante de las subordinadas. El calificativo "película de culto" (sea lo que sea eso) le va como anillo al dedo a "In fabric" que deja uno de los ejercicios más auténticamente estimulantes, libres y magistrales del cine reciente como muestra plástica de un humor negro bizarro, violento y subyugante.

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Nacho Gonzalo

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