San Sebastián 2024: Muerte digna en viaje de afecto y cuidados, autoremake de Kiyoshi Kurosawa, pastiche naif y costumbrista de Maite Alberdi y las perlas de Hong Sang-soo y Mohammad Rasoulof

San Sebastián 2024: Muerte digna en viaje de afecto y cuidados, autoremake de Kiyoshi Kurosawa, pastiche naif y costumbrista de Maite Alberdi y las perlas de Hong Sang-soo y Mohammad Rasoulof

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Querido Teo:

Pilar Palomero sigue asentándose en el panorama del cine español con su tercer largometraje, "Los destellos", una de esas cintas que ya cobra visos para estar en el palmarés de una jornada que ha presentado otras dos apuestas a competición mientras que la sección de Perlas nos ha llevado por los universos del minimalista Hong Sang-soo y del contundente Mohammad Rasoulof.

"Los destellos" (Pilar Palomero) // Sección Oficial

“Los destellos” habla de la muerte digna pero sobre todo de la comprensión, el acompañamiento y el apoyo dejando atrás sinsabores en un ejercicio de generosidad que dignifica y conmueve. Pilar Palomero sigue creciendo como realizadora y con su tercera película, mucho más medida y calculada que sus anteriores trabajos más espontáneos y en cierta manera primerizos, se asienta como una de las voces más importantes del cine español en los últimos años. Una película honesta e íntima llena de belleza cuando una mujer, ante la petición de su hija, se hace cargo de los cuidados del padre de ésta, su ex marido, un hombre que se encuentra en sus últimos días. Un reencuentro en el que no hay reproches sino el hecho de ayudar a los demás, no para recibir un aplauso fácil, sino por convencimiento y satisfacción personal porque hay momentos en los que uno tiene que demostrar quién es sin tener que esperar nada a cambio.

Patricia López Arnaiz encarna con su sencillez y naturalidad habitual (al igual que enorme brillantez en la amplia gama de sentimientos que puede reflejar su rostro) un cúmulo de sensaciones contenidas y dudas en el papel de esa mujer que, a pesar de haber dado un nuevo rumbo a su vida, es capaz de regresar sobre sus pasos y volver al hombre que lo fue todo para ella y al que no ve desde hace 15 años en el momento que él más la necesita simplemente porque siente que es lo que tiene que hacer en una mezcla de sacrificio para que su hija no deje aparcados los estudios siempre que el padre tenga una recaída respiratoria y gratitud por los buenos momentos vividos, compartir una hija en común y convencimiento a la hora de hacer la vida un poco mejor a los demás.

Todo ello sin olvidar la empatía generosa que desprende Julián López, la frescura desbordante de Marina Guerola y, sobre todo, un Antonio de la Torre que, entre las sombras y penumbras que hace que su presencia corpórea vaya desarrollándose de manera gradual conforme vuelve a formar parte en primer plano de la vida de la protagonista tras ser un vago recuerdo de un tiempo ya pasado, sorprende por su sutilidad, sobriedad y cambio físico y que, sin efectismos y con suma brillantez, tanto en su mirar, andar y respirar, ofrece uno de sus personajes más sentidos, complejos y humanos a la hora de asumir lo que está por venir como se verbaliza en una secuencia contundente, no reñida con la dureza y la naturalidad de gran hondura que desprende, con la que se aborda el momento de la escena de los médicos de paliativos (interpretados por ellos mismos haciendo que surja el hiperrealismo propio de la directora) que hace a todos conscientes de la situación con el fin no de morir bien sino vivir de la mejor manera el tiempo que queda. Una película que mira de frente a la muerte desde la perspectiva de los que se despiden.

“Los destellos” toca y emociona y parte con su elegancia sensorial del ocaso de la existencia para que la vida pueda coger impulso con el fin de ser enriquecedora tanto para los que se preparan para irse como para los que seguirán en el camino. Una lección de vida, una lección de ser mejor persona en un viaje iniciático, optimista y redentor a través de esos pequeños grandes gestos que son los que hacen que todavía se pueda confiar en la condición humana.

"La viajera" (Hong Sang-soo) // Perlas

“La viajera” reúne al surcoreano Hong Sang-soo con la actriz francesa Isabelle Huppert tras “En otro país” (2012) y la cinta rodada en el Festival de Cannes, “La cámara de Claire” (2017). Huppert da vida a una turista en Corea que está desarrollando un peculiar método de enseñanza de francés en Seúl, basado en un cuestionario y en la memorización de textos ligados a emociones personales dándole a ello más peso que al vocabulario o la gramática. Un personaje, en principio misterioso, que puede entenderse como una visión del propio director y de su metodología de trabajo.

“La viajera” no defrauda ya que obedece al estilo minimalista del cineasta, sin guión y con equipos pequeños, y nos presenta a una fabulosa Isabelle Huppert, especialmente juguetona con las historias y los personajes con los que se va encontrando; una joven curiosa, un matrimonio acomodado y un joven bastante perdido que le ha cogido un gran afecto y le acoge en su piso.

“La viajera” es un nuevo retrato minimalista y observacional del director que se eleva gracias al magnetismo de una Isabelle Huppert que está brillante en el papel de una mujer que no se sabe si es una visionaria, una impostora o sólo un alma perdida que busca el afecto y la compañía de los demás. Una mujer que deambula por Seúl y que más que una profesora de francés es una psicóloga que se nutre de conectar con las emociones de las personas con las que se encuentra más allá del idioma con el que se hable.

Un trabajo ligero, inocente y cautivador que, además de enarbolar una vez más el valor de la palabra, los valores y el arte, explora también el papel del azar y el destino, el contraste cultural y el prejuicio hacia el extranjero que juega con el misterio y la seducción de una manera casi mística como un soplo de brisa fresca en el que hasta las conversaciones en apariencia más livianas encierran en su fondo poso, emoción y naturalidad gracias a la carga poética de sus imágenes y también de los poemas que esta traductora encuentra inscritos en los lugares que visita.

Hong Sang-soo es una “rara avis” que lleva al máximo su carácter independiente y espíritu curioso sobre la condición humana a partir de su calculada espontaneidad y dando valor al diálogo, a la empatía y a la sencillez pero, incluso repitiéndose por momentos y dando la sensación de que en más de una ocasión se queda en el mero esbozo, la naturalidad y el encanto que atesora logra arrebatar en más de una ocasión y ésta es una de ellas.

"Hebi no michi (Serpent's path)" (Kiyoshi Kurosawa) // Sección Oficial

En los suburbios de París, Albert, un reportero freelance, jura vengar el brutal asesinato de su hija pequeña mientras Sayoko, una doctora japonesa, le ayuda en su búsqueda de venganza. Gracias a la hábil colaboración de Sayoko, ambos se acercan a la verdad que se esconde tras la muerte de la hija de Albert, pero descubren que una misteriosa secta y unos traficantes de personas están implicados en el caso. Cuando por fin todo está a punto de desvelarse, las verdaderas intenciones de Sayoko quedan al descubierto...

Solvente cinta en un autoremake intrincado, repetitivo y con empaque que acaba enganchando a pesar de su aspereza y sus espinas en el camino contando con Kou Shibasaki y Damien Bonnard en el reparto. Un "noir" digno que no brillante en la que el director revisita su propia cinta "La senda de la serpiente" (1998). Un trabajo críptico e intrigante pero que no termina de encontrar su razón de ser perdiéndose en sobreexplicaciones y en ser incapaz de hacer algo nuevo con el autoreferente al que toma como punto de partida perdiendo sentido, verosimilitud y fuerza.

"El lugar de la otra" (Maite Alberdi) // Sección Oficial

“El lugar de la otra” tiene el encanto costumbrista de los personajes del cine de Maite Alberdi aunque, en esta ocasión, este “Amar en tiempos revueltos” a partir del autodescubrimiento de sí misma de una modesta secretaria judicial se queda con mecha corta ya que se queda en una rareza simpática y convencional que no trasciende más allá de ese juego “noir” en el que poco a poco la protagonista se verá cada vez más influida por la escritora que ha sido puesta a disposición del juez partiendo del caso real del crimen del Hotel Crillón en el que la escritora María Carolina Geel infringió cinco disparos a su amante.

Mercedes se empezará a hacer preguntas sobre su papel como mujer en la sociedad, como trabajadora y como madre de familia haciendo una serie de averiguaciones en el caso, en el que se cuestiona el carácter, la personalidad y la estabilidad mental de la asesina, con las que también pretenderá encontrar respuestas a sus preguntas vitales en un mundo patriarcal que le hará dejar de lado temporalmente a su marido fotógrafo y a sus dos hijos mientras decide mirar la vida desde la perspectiva de esa enigmática mujer incluso trasladándose a su lujosa residencia.

Un guión superficial y blanco en el que la investigación y el proceso judicial termina siendo lo de menos y se queda en el tono amable del Chile de 1955 en los que no se profundiza más allá de una ambientación algo trasnochada quedando lejos de la frescura y vitalidad de los anteriores trabajos de la directora. Una fábula de liberación feminista que no logra enganchar, a pesar de que se coja cariño a algunos de los personajes, y que por su realización plana no es más que un capítulo de serie de sobremesa venido a más moviéndose entre la banalidad, el tedio y lo antiguo.

"La semilla de la higuera sagrada" (Mohammad Rasoulof) // Perlas

“La semilla de la higuera sagrada” tiene como germen el encarcelamiento del director Mohammad Rasoulof junto a otros intelectuales y activistas en 2022 coincidiendo con la revuelta de mujeres de aquel verano a raíz del caso de Mahsa Amini, joven kurda de 22 años que fue detenida por la policía de la moral por llevar mal colocado el velo y que, tras ser arrastrada y golpeada, y todavía bajo custodia policial, cayó en coma falleciendo en un hospital tres días después. Eso le lleva a explorar las tensiones de un país a partir de una familia de Teherán que reivindica a una generación de mujeres que enarbolan la bandera del cambio a base de unión, fuerza y determinación.

Un melodrama que supone todo un grito de indignación frente a la autocracia, machismo y paranoia de un Estado castrador representando por un padre de familia que es capaz de todo, incluso llegar a la locura, por mantener el estatus de un régimen en el que cree y que le da el estatus de poder y dominio que no quiere perder frente a su mujer y a sus hijas. Algo que se desencadena cuando desaparece una pistola a su cargo mientras en las calles la presión cada vez es mayor ante un grito de indignación global que sobre todo cala en las nuevas generaciones del país representadas en esas hijas que abren los ojos frente a la tradición que siempre se les ha intentado inculcar.

Una película rodada con un equipo mínimo y en secreto a la espera del recurso de la sentencia que finalmente condenó al director y que le obligó a huir de su país. Rasoulof tuvo que sacar primero a la película de Irán, para que su montador se encargara del acabado siguiendo lo estipulado en el guión, y después llevar a cabo un viaje de veinte días cruzar la frontera hacia Alemania pasando por Turquía y contando con la ayuda de contactos para así evitar volver a la cárcel y convertirse en un preso político silenciado. No tuvieron tanta suerte otros miembros de la película que se encuentran todavía a la espera de ser juzgados en Irán. Denuncia política y thriller familiar fruto de la tensión que emana de un país en una lúcida mirada a la lucha por la libertad frente a las coartaciones del poder con brutalidad policial como brazo ejecutor del gobierno.

Un trabajo valiente y contundente que, si bien sustituye la elegancia concisa y sobria de sus dos primeras horas por un desencadenante quizá demasiado subrayado, denuncia y emociona con honestidad, realismo y sin concesiones logrando impactar, remover y concienciar con una de esas películas pertinentes que se erigen como conciencia y aviso a navegantes frente a los fanatismos. Un trabajo mayúsculo como alegato político y social que, si bien da vueltas en un determinado momento demasiadas veces sobre su pertinente alegoría, habla desde el conocimiento de saber de lo que se está contando y la rabia por tener que espolear para ser escuchado.

La brutal denuncia en forma de thriller vigoroso que parte de lo costumbrista para terminar removiendo e impactando por como esa sombra asfixiante es capaz de contaminarlo todo colándose desde las rendijas generando desconfianza, reproches y una espiral de violencia y terror psicológico. Mohammad Rasoulof demuestra pulso y garra en un trabajo contundente y necesario sobre la libertad como resistencia frente a las cortapisas del poder abusador.

Nacho Gonzalo

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