"Tomás Gutiérrez Alea: Volver sobre mis pasos"

Título: TOMÁS GUTIÉRREZ-ALEA: VOLVER SOBRE MIS PASOS

Editorial: IBERAUTOR PROMOCIONES CULTURALES SRL

Nota desde la Redacción: El libro es una recopilación de cartas de "Titón", sobrenombre de Tomás Gutiérrez-Aléa, el director cubano más estudiado. No sólo es eso, ni mucho menos, porque intenta acercarse al pensamiento y las opiniones del director a través de notas y comentarios. El índice es este:

Nota al lector y agradecimientos 7
El otro Titón: cartas al cine cubano 9
Julio García Espinosa / Carlos Saura / Sydney Pollack 19
Cartas y textos 29
Su vida en mi memoria 361
Viñetas y poemas 395
Anexos 409
Biofilmografía 411
Premios y distinciones internacionales 419
Fichas técnicas 423
Glosario 429
Índice onomástico 457
Fotografías / Pinturas / Dibujos 461

Este es un fragmento de la introducción….

"….Leer las cartas enviadas por Tomás Gutiérrez-Alea en los 50 puede
Explicarnos mucho mejor por qué ya en 1959, al triunfo de la
Revolución, estuvieran creadas las condiciones para que, ipso facto, surgiera (en apariencia de la "nada") y se consolidara con rapidez (a pesar de la ausencia de tradición) un centro de vanguardia como el ICAIC.

Admito que sólo ahora puedo entender el estado de ánimo que con frecuencia Mirtha Ibarra me ha confesado que la atrapa cuando revisa en los viejos papeles de Titón. La entiendo: una carta es la más fulminante de las maneras que ha encontrado el hombre para congelar por siempre el pasado; mucho más que una fotografía y que el propio cine, con todo y la ilusión de realidad tan perfecta que ostenta el último. Una carta, si ha sido escrita con el alma (y Titón, se ve, las escribía con el alma) puede revelar con una exactitud ciertamente escalofriante la textura de la época, la incidencia de los demás sobre nosotros; ninguna foto, ninguna pintura permite descubrir cuánto de
verdad esconde ese rostro (en apariencia) feliz que ríe a la cámara o al pintor, y, en cambio, basta un simple encabezamiento de cualquier misiva para descubrir gran parte de la esencia anímica de quien la escribe; a diferencia de una entrevista o de un ensayo, lo epistolar (tan impecablemente representado en otras épocas y contextos por Séneca,
San Agustín, Pascal, Rousseau, Pope o, entre nosotros, Varela o Martí) prescinde de lo que llamaríamos "la puesta en escena" para convertirse en expositora diáfana de una realidad inmediata: lo que vale es comunicarle al otro nuestra alegría, nuestro dolor, nuestra rabia, quiero decir, comunicar todo eso que ninguna historia del cine (ni de nada) jamás registrará.
Por otro lado, estudiar las cartas escritas por Titón en severo orden cronológico (recuérdese, con Bacon, que lo cronológico y lo geográfico siguen siendo los dos ojos de la Historia), no sólo me ha permitido entender mucho mejor su obra, sino también su circunstancia, las de los demás, la mía misma. Al principio, eché de menos la conformación de un libro de correspondencia cruzada, pero bastaron la lectura de cinco o seis cartas firmadas por Alea, para persuadirme de que, por el momento lo más atrayente estaba en estudiar la coherencia entre el pensamiento
más íntimo de nuestro artista y su creación más conocida.
El epistolario se inicia con una de las misivas que dirigiera Gutiérrez-Alea en 1951 a Germán Puig, uno de esos sujetos desaparecidos del mapa cultural, no obstante la labor que desplegara durante la década de los 50 junto a Ricardo Vigón, Guillermo Cabrera Infante, entre otros, en la conformación de una cinemateca para la isla. Luego, nombres
como los de Manuel Barbachano Ponce, Cesare Zavattini, Carlos Saura, Carlos Fuentes, Juan Goytisolo, Tony Richardson, Alfredo Bryce Echenique, Gabriel García Márquez, Costa-Gavras o Robert Redford, por mencionar apenas algunos, resultarán más que atractivos para cualquier investigador.

Y aquí tienes un fragmento del libro….

Fragmento.htm