"Downton Abbey: El gran final"

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El argumento: Sigue a la familia Crawley y a su personal a medida que se adentran en la década de 1930. Mientras deciden cómo conducir Downton Abbey hacia el futuro, todos deben aceptar el cambio y dar la bienvenida a un nuevo capítulo.

Conviene ver: “Downton Abbey: El gran final” es un título para los fieles fans que han acompañado a estos personajes durante más de década y media tanto en televisión como en cine. No deja de ser un batiburrillo para que todos los personajes tengan su momento siendo necesario conocer lo que les ha llevado hasta allí para encontrar algo de implicación emocional ya que, evidentemente, la película no funciona por sí misma sino que se nutre de la nostalgia y el calado de tantos años. No sería justo valorar la película independientemente, buscando un desarrollo de nuevas tramas o con réplicas de guión especialmente ingeniosas por encima de la media, o ser una obra cumbre del llamado “cine de tacitas”. Estamos ante nada más, pero nada menos, que un gozoso y entrañable epílogo entre el fin de fiesta y la nostalgia por todo lo vivido. Una película que da lo que promete y que es un cierre coherente, entretenido y especialmente conmovedor para los fans. Una excusa para tener dos horas más con estos personajes y que, echando en falta la presencia de Maggie Smith, se centra en el divorcio de Lady Mary (y las consecuencias que tiene en la cruel y cerrada alta sociedad de aquellos años tan hipócrita y clasista como condescendiente y superficial), el declive económico para poder mantener Downton Abbey y los cambios sociales de una época que no terminan de querer afectar a unos personajes (señores y personal de servicio) que siguen instalados en su cómoda burbuja de elitismo, banalidad y preocupaciones vacías, sin ir más allá de un mundo exterior que sólo parecen representar el hermano de Lady Cora, Harold (Paul Giamatti vuelve tras participar en un episodio en 2013), un acompañante de éste llamado Gus Sambrook (Alessandro Nivola) y los devaneos teatrales frente a la tradición del autor Noël Coward y el actor Guy Dexter (Dominic West). Contando una vez más como bazas de la exquisitez británica en la puesta en escena y la ambientación, el buen nivel actoral y ese conjunto atractivo de fiestas, enredos, tramas y buenos sentimientos, no sorprende y da más de lo mismo, ocurriendo exactamente lo que se piensa que va a ocurrir, sin giros, efectismos o aristas, pero es una fórmula tan efectiva, agradable y engrasada que pocos peros se le pueden sacar más allá de agradecer los servicios prestados durante todos estos años con un nuevo cierre (ahora ya definitivo) en el que es imposible no sentirse arrebatado si has sido fan de la serie con ese tono entre melancólico y crepuscular en el que, por mucho que se haya alargado la franquicia, se homenajea a la inolvidable Maggie Smith que como la Condesa Viuda de Grantham dio salsa y prestigio y se rubrica el relevo generacional y el fin de una era en los albores de la década de los treinta.

Conviene saber: Después de un cierre perfecto y emotivo tras seis temporadas (emitidas entre 2010 y 2015) las películas supieron ir más allá abrazando la nostalgia y manteniendo el encanto de la familia Crawley y de esos personajes a los que hemos visto crecer y superarse a lo largo de los años primando los momentos de felicidad merecida y ganada tras los muchos dramas vividos en la serie. Primero fue "Downton Abbey" (2019) y después “Downton Abbey: Una nueva era” (2022) completando ahora el ciclo de un título más que exitoso que fue creado por Julian Fellowes y que, al igual que la anterior entrega, está dirigido por Simon Curtis.

La crítica le da un SEIS