El Festival de Cannes y algunas claves de su historia
Querido primo Teo:
Desde su primera edición en 1946 el Festival de Cannes se ha convertido en uno de los eventos más prestigiosos e influyentes de la industria cinematográfica. Además, ha logrado evolucionar para convertirse en mucho más que una simple muestra de películas, sino en una verdadera vitrina del cine mundial. Fue impulsado por Jean Zay, por aquel entonces Ministro de Educación Nacional y Bellas Artes en Francia, que quiso crear un Festival que compitiera con la Mostra de Venecia, en ese momento reservada a la exhibición de películas fascistas y nazis. Estamos hablando de 1939, año en el que estaba previsto el inicio del Festival de Cannes, pero tuvimos algo que se llamó Segunda Guerra Mundial y se canceló.
Oficialmente el Festival de Cannes se inició el 20 de septiembre de 1946, en esa primera edición no hubo competencia oficial, ni ganadores tal y como los entendemos, sino que se proyectaron una serie de películas seleccionadas por un comité de organización. Entre ellas estaban “Breve encuentro” de David Lean, “Encadenados” de Alfred Hitchcock o “Días sin huella” de Billy Wilder.
La primera Palma de Oro de la historia la tuvimos en el año 1949 y fue para “El tercer hombre” de Carol Reed. Esa Palma representa el símbolo de la ciudad de Cannes y se ha convertido en el trofeo más codiciado del mundo del cine, incluso por encima del Oscar que en los sectores más elitistas es mirado por encima del hombro porque Hollywood es el mal. Eso sí, si el Oscar va para la surcoreana “Parásitos” (2019) genial porque Bong Joon-ho conquistó el imperio yanqui.
Con el paso de las décadas, el Festival de Cannes fue evolucionando para reflejar los cambios en la industria cinematográfica y adaptarse a las nuevas tendencias. Durante los sesenta, se convirtió en el escenario del movimiento de protesta que pasó a ser conocido como “Mayo del 68”, donde muchos directores expresaron su descontento con el sistema capitalista. Desde ese momento, el Festival se ha convertido en un foro para debatir y discutir sobre los problemas sociales y políticos relacionados con el cine.
A lo largo de los años, el Festival de Cannes ha sido el escenario de momentos icónicos y controversias. Ha sido un lugar donde cineastas emergentes han sido descubiertos y consagrados, y donde se han presentado algunas de las películas más influyentes en la historia del cine. Además de su importancia artística, el Festival también es un punto de encuentro crucial para la industria cinematográfica, donde se realizan negocios, se establecen contactos y se promueven nuevas producciones.
Cada año, Cannes atrae a cineastas, estrellas de cine, aspirantes a luminarias, críticos y fanáticos del cine de todo el mundo, convirtiendo a la emblemática ciudad de la costa azul francesa en el epicentro del glamour y la cultura cinematográfica durante aproximadamente dos semanas del mes de mayo. Lo más normal es ver desfilar por la alfombra roja a un magnate, acompañado de una modelo muy habilidosa en los karaokes, para asistir a la première de una película iraní, rodada de manera clandestina y que ha llegado al Festival metida en una tarta porque su director está bajo arresto por su oposición al régimen.
Alf Sjögerg, Francis Ford Coppola, Shohei Imamura, Emir Kusturica, Bille August, Jean-Pierre y Luc Dardenne, Ken Loach, Michael Haneke y Ruben Östlund son los miembros del exclusivo club de dobles ganadores de la Palma de Oro. Cuando un director se sitúa bajo el manto protector del Festival de Cannes es muy complicado que caiga en desgracia, a no ser que te llames Lars Von Trier y declares en una rueda de prensa que entiendes a Hitler. Ahí te ganas a pulso la declaración de "persona non grata" por parte del Festival, aunque luego te perdone cual padre redentor a su hijo pródigo.
La relación entre el cine español y el Festival de Cannes ha sido variada a lo largo de los años. Momentos de reconocimiento y éxito, principalmente la Palma de Oro conseguida por Luis Buñuel con “Viridiana” en 1961, una película a la que se le retiró la nacionalidad española debido a sus problemas con las autoridades civiles y eclesiásticas durante el franquismo, o la reiterada selección de Pedro Almodóvar en la competición durante este último cuarto de siglo. También hemos tenido momentos de ausencia total, debido al desinterés tanto por parte del comité seleccionador como del Ministerio de Cultura a través del ICAA, el Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales, cuyo empeño en promover las bondades del cine español no termina de calar.
La principal atracción del Festival de Cannes la proporciona Hollywood que es quien justifica que el Festival sea un lujoso trasatlántico con un presupuesto de 30 millones de euros. La prensa de internet y viralidad de las redes sociales estuvo a punto de cargarse el matrimonio de conveniencia entre la industria más poderosa del mundo y uno de sus principales escaparates. Eso sucedió con la proyección de “Diré tu nombre” (2016) de Sean Penn, ese ejercicio en el que el doblemente oscarizado actor quería expiar su pecado de haber nacido en el primer mundo como la "influencer" que hace un posado en África con el patrocinio de una ONG. La crítica la masacró, siendo especialmente hiriente, y la película se quedó sin distribución.
“Diré tu nombre” estaba hecha al margen de la industria pero Sean Penn, por muy a la izquierda que esté del Che Guevara, sigue siendo alguien de Hollywood. Eso cambió las reglas del juego, dejando a los informantes en segundo lugar y ahora lo realmente importante son los vídeos de las ovaciones en los pases con invitados ilustres, una práctica que devalúa el elogio y los certámenes cinematográficos. Pero también es la demostración de que nos encanta sentirnos parte de un acontecimiento que pasará a la historia porque se está ahí.
Mary Carmen Rodríguez