"Manifiesto"
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El título original de este libro es “Teatro”, pero su autor es uno de los creadores más inteligentes del mundo del espectáculo y además de contar con algunos de los guiones de cine más atractivos, resulta ser un divulgador divertido, desprejuiciado y con la edad y la vida tan resuelta como para obviar la corrección política a la hora de decir que buena parte de lo que se valora en el mundo de la interpretación y los guiones es poco más que una tontería vanidosa. Un texto tan refrescante como este no podía dejarse de lado en Leer cine.
Título: “Manifiesto”
Autor: David Mamet
Editorial: Seix Barral
Nota de la Redacción: Desde su primera página, la introducción, Mamet pone patas arriba a muchos de los gurús del mundo de la interpretación y a sus templos. Podría tomarse como una boutade de intelectual en vena irónica de no ser porque tanto sus argumentos como la experiencia que le respalda son impecables y que él mismo reduce su propia importancia hasta llegar a conclusiones radicales, pero convincentes y valiosas. Es un libro pequeño pero muy sabroso porque apenas hay una página que no merezca algún momento de reflexión, reafirmación o sonrisa. Para Mamet solo hay una regla en el mundo del espectáculo: pensar en el público que paga por ser entretenido. Reconociendo algunos de sus propios errores, repasa con ironía a Strasberg, Stanislavski, el Actor’s Studio y las sofisticadas técnicas de introspección y búsqueda que, en su opinión, son tan innecesarias como la mayoría de los directores de teatro. El tono de este ensayo se deja ver desde su introducción:
Las reflexiones de Mamet en este ensayo son en ocasiones locales, relativas al mundo de teatro que corresponde con Nueva York o las grandes ciudades norteamericanas, pero muchas son extensibles a Europa, cuando no resultan directamente universales.
Con sentido del humor y autocrítica saludable, el autor repasa las convenciones teatrales desde la interpretación a la dirección, el peso de la vanidad o los complejos de quienes intentan dirigir porque han fracasado o no valen para la interpretación. A sus 65 años Mamet no es nada nostálgico: “Tendría tan poco sentido, hoy en día, llorar por la desaparición de la escena neoyorquina como que las generaciones anteriores lamentaran la defunción del teatro radiofónico. Los jóvenes de hoy recordarán con cariño sus propios «viejos tiempos»”.
Mamet es un representante del éxito trabajado en base a su talento, de los valores de la competitividad, pero sobre todo disfruta de un respeto esencial por el público que paga directamente, y es contrario a los sistemas de subvención estatal porque no son capaces de eludir el clientelismo político o la tentación del adoctrinamiento. De esto habla en este último fragmento que adjuntamos, que ayuda a entender el tipo de ensayo que Mamet propone.
Mamet comenzó a saborear el éxito desde muy joven y es de los privilegiados que ha podido sostenerlo en su madurez.
