In Memoriam: Sally Kirkland, hacedora de su momento de gloria
Querido Teo:
A los 84 años ha fallecido Sally Kirkland, una de esas actrices que hicieron, a su manera, historia en los Oscar y especialmente en lo referente a las campañas que hay detrás para conseguir una candidatura. Como predecesora de lo que más tarde ocurriría con Andrea Riseborough, Kirkland se encargó ella misma de su propia promoción, fuera de los márgenes oficiales, y su empeño se materializó con una candidatura a la mejor actriz por “Anna y Christina” de Agnieszka Holland en 1988. Por ese trabajo ganó, además, el Globo de Oro, el Independent Spirit Award y el premio de la Asociación de los Críticos de Los Ángeles (LAFCA).
Sally Kirkland nació en la ciudad de Nueva York en el año 1941, hija de Frederic McMichael Kirkland y de Sally Kirkland (nacida Sarah Phinney), una editora de moda en revistas como Vogue y Life. Fue estudiante de Lee Strasberg y parte del grupo cercano a Andy Warhol, fogueándose en el off-Broadway y considerándose la primera actriz que apareció desnuda en un teatro en una representación oficial. Fue en la obra “Eros” en 1968.
Además de aparecer en los recurrentes episódicos televisivos de la época, Kirkland tuvo un pequeño papel en “El golpe” (1973) al igual que en “Blume enamorado” (1973), “Permiso para amar hasta medianoche” (1973), “Tal como éramos” (1973), “Una mamá sin freno” (1974), “Nevada Express” (1975), “Muerde la bala” (1975), “Ha nacido una estrella” (1976) y “La recluta Benjamin” (1980).
La gloria parecía destinada para otros pero, precisamente para evitar que el tren pasara de largo sin la oportunidad de probar la sensación más placentera de la que es capaz la industria, fue capaz de llegar hasta los Oscar con “Anna y Christina” (1987) haciendo su propia campaña y dinamitando las predicciones de los oscarólogos de la época.
Sally Kirkland se metió a la industria en el bolsillo hablando de su trabajo en todas las alfombras rojas y foros en los que pudo. En la película de Agnieszka Holland encarnaba a una actriz checa exiliada en Nueva York tratando de conseguir empleo. Kirkland fue exponente de la decadencia y la ternura que despiertan aquellos que quieren encontrar una oportunidad en Hollywood y que, aunque sea por una vez, ven como el foco se deposita en ellos.
A lo largo de su carrera se paseó por series como “Hawai 5-0” (1973), “Kojak” (1974-1978), “Baretta” (1976), “Starsky y Hutch” (1978), “Los ángeles de Charlie” (1979-1981), “Hospital General” (1982), “Falcon Crest” (1983), “Roseanne” (1992-1993), “Se ha escrito un crimen” (1995), “La niñera” (1996) o “Felicity” (1999), siendo su papel más destacado en televisión el de “Valley of the dolls” (1994).
En cine se le pudo ver junto a Roger Moore y Michael Caine en “Atraco a falda armada” (1990) o en “JFK: Caso abierto” (1991) y “EdTV” (1999). También en “La increíble mujer menguante” (1981), “La loca carrera del oro” (1982), “Campeón de campeones” (1989), “Los ojos del diablo” (1990), “Revenge (Venganza)” (1990), “Gunmen” (1993), “Como Dios” (2003) y “El gran Stan” (2007).
El destino ha hecho que, antes de un declive rápido de su salud por una progresiva demencia, una infección ósea y una caída en la ducha que ha sido fatal, su último largometraje fuera “Sallywood” (2024), interpretándose a sí misma (ya lo había hecho en “El juego de Hollywood” de Robert Altman en 1992) contando la relación entre ella y un joven escritor al que convirtió en su asistente personal.
Una rúbrica perfecta para un nombre en el que la persona, la actriz y el personaje confluían en uno solo suponiendo un ejemplo de determinación que fue capaz de conseguir lo que se propuso.
Nacho Gonzalo




















