Una de las sorpresas más agradables de las recientes nominaciones a los Emmy fue la inclusión de "Los Conchords" entre las producciones nominadas a mejor serie de comedia. Todo un logro para una opción modesta y minoritaria que, a pesar de venir de la HBO, está muy alejada de sus propuestas más ambiciosas. “Los Conchords” es una serie patéticamente real de aire moderno y aventurero sazonada con muy buena música.
Los protagonistas son Bret y Jemaine, dos treinteañeros nacidos en Nueva Zelanda, que se van a Nueva York con el fin de triunfar en la Usamérica de las oportunidades con su banda de música que recibe el mismo título de la serie. El tema es que son tan patéticos que tienen que conformarse con cualquier cosa porque la vida en Nueva York es muy distinta a la que ellos pensaban. Desde el primer momento tienen claro que no grabarán un disco, por lo que matarán por tocar aunque sea en el garito más cutre de la ciudad, ni sueñan con que las fans vayan a lanzarles su ropa interior porque también saben que con una única fan algo perturbada poco podrán hacer. Todos los obstáculos posibles para unos amigos que son la viva imagen del despropósito y de la escasa fortuna en la vida. Bret y Jemaine son completamente lo opuesto a lo que nos han vendido las películas y las series con las historias de bandas que empiezan.
Bret y Jemaine puede considerarse una producción totalmente autobiográfica ya que los actores se interpretan a si mismo siendo además de los interpretes, los productores, guionistas y músicos de la serie. Sobre todo músicos porque el gran aliciente de la serie es que hará las delicias de todo melómano. Cada capítulo logra ir adoptando conforme pasan los minutos la estética de videoclip y el resultado es una comedia musical desenfadada y sorprendentemente optimista. ¿Quién lo diría teniendo en cuenta que los protagonistas son un par de desgraciados que acaban entonando musicalmente sus propios pensamientos?.
HBO ha logrado con muy poco presupuesto ofrecer una serie divertida, fresca y novedosa que en apenas media hora de capítulo eleva un poco el ánimo y sirve muy bien para desengrasar un poco y ver como siempre hay alguien que está peor que tu, pero que a pesar de ello se lo toman con una sonrisa. ¿No es ese el colmo de la felicidad?.
“Los Conchords” es pura creatividad musical ciudadana que podría remitirnos a la película “Once”, por eso de poner al servicio de la historia las canciones compuestas por los propios intérpretes. Bret y Jemaine ya existían como grupo cómico antes de la serie e incluso la BBC les contrató para realizar un serial radiofónico que precedió al salto a las pantallas estadounidenses.
La serie se encuentra en su segunda temporada en estos momentos y en España la emite TNT. El canal incluso organizó un un concurso por MySpace para encontrar a las voces más adecuadas en español para doblar las canciones. Todo un reto doblar una serie basada en chistes y canciones con referencias localistas y con el juego lingüístico entre neocelandeses y norteamericanos.
Superman vuelve a sobrevolar las pantallas de cine impulsado por el director James Gunn y por eso repasamos cómo ha sido la evolución del héroe de DC Comics a través de las películas y las series. Las recientes presencias de Tom Cruise con “Misión imposible: Sentencia final”, Brad Pitt con “F1: La película” y Scarlett Johansson con “Jurassic world: El renacer” nos lleva a analizar la situación actual del “star system” de Hollywood de la mano de Mary Carmen Rodríguez. In Memoriam dedicado al compositor Lalo Schifrin y al actor Michael Madsen y en Leer cine, la biblioteca sonora de Carlos López-Tapia, “Cómplice” de Steve Cavanagh. Terminamos con las apuestas de Colgados de la plataforma. Spooky a los mandos técnicos. ¡Muchas gracias por escucharnos!
Estamos escuchando Challengers de Trent Reznor y Atticus Ross para la banda sonora de "Rivales", película de Luca Guadagnino que, en cierta forma, se ha convertido en todo un fenómeno que, a pesar de contar con los nombres propios del propio Guadagnino o Zendaya, quizá no se esperaba en absoluto. Parte de este fenómeno se debe al tratamiento de la película, jugando de forma erótica como no solemos ver habitualmente en el cine actual, y a la atmósfera que el cineasta italiano construye a partir de unas sensaciones y emociones creadas por la puesta en escena, evidentemente por los actores y, de forma prácticamente indispensable, por la música. Así que vamos allá a adentrarnos a esta composición algo anómala y única de Trent Reznor y Atticus Ross, donde repasaremos parte de su anterior trayectoria y profundizaremos sobre en qué se basa la creación de esta banda sonora.
El director griego Yorgos Lanthimos se ha convertido en uno de los cineastas más venerados de este siglo XXI. Pese a contar con el respaldo de Hollywood no se ha domesticado, siguiendo fiel a su esencia. Es conocido por su estilo visual austero, diálogos peculiares y una inclinación hacia lo absurdo y lo grotesco. Sus películas a menudo exploran la psicología humana, la naturaleza de la realidad y las estructuras sociales disfuncionales. Utiliza una combinación de humor negro, elementos surrealistas y situaciones incómodas para desafiar a la audiencia y provocar reflexión. Ha influenciado a una generación de cineastas, alcanzó la consagración internacional con “Canino” y ha sido fundamental en la revitalización del cine griego contemporáneo.
Estamos en una época en la que las estrellas viven continuamente pretendiendo ganarse el perdón de los verdugos de las redes por si son de los primeros de la élite en caer si hay una revolución la semana que viene. Hace sesenta años el mundo también estaba al borde de la implosión. La crisis social, los movimientos en defensa de los derechos civiles y la revolución cultural trataron de derribar los cimientos para construir algo nuevo que nunca llegó del todo. En aquel momento hubo una pareja que supuso una revolución a nivel sociocultural, estableciendo una nueva era en torno al mundo de las celebridades. Fue la formada por Elizabeth Taylor y Richard Burton quienes lograron poner de acuerdo a conservadores y revolucionarios, ambos grupos dominados por la moral más estricta, que condenaron a una pareja que hizo del exceso su seña de identidad.