Conexión Oscar 2020: Película

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Querido Teo:

No se hace más que decir que este es el año más emocionante de cara a los Oscar. No queremos ser aguafiestas pero este año hay la misma incertidumbre en mejor película que cualquier otro año si exceptuamos los de "The artist" y "Moonlight" (o cómo incluso una favorita incontestable que ganó el Oscar durante dos minutos terminó perdiéndolo) pero a veces la memoria es cortoplacista. Será el voto preferencial el que termine dilucidando la película que pasa a la Historia como ganadora del Oscar y que si recae en "1917" o "Parásitos" no tiene que ser considerado como sorpresa en ningún caso ya que son las dos películas que han marcado esta temporada de premios y que llegan a la noche de los Oscar con opciones reales de premio.

“1917” (10 nominaciones) tiene todos los números para ganar con el triunfo en los Globos de Oro, PGA y Bafta pero todavía hay un runrún en el ambiente que no invita a pensar que la carrera esté totalmente cerrada. Primero porque tanto el clasicismo que destila, como la proeza técnica que ofrece, no son ingredientes habituales de las ganadoras de los Oscar de las últimas dos décadas y segundo por el hecho de que sería la primera cinta en ganar el Oscar sin tener la nominación a mejor montaje y sin tener a ningún interprete nominado. Ya hemos visto en los últimos años como no se han hecho más que romper estadísticas (como la de que “Argo” y “Green book” ganaran sin tener a su director nominado) pero no deja de ser noticioso que en los últimos 60 años sólo “El último emperador”, “Braveheart”, “El retorno del rey” y “Slumdog millionaire” ganaran el Oscar sin tener a ningún actor nominado habiendo sólo 11 casos en toda la Historia de los Oscar. No obstante, en el lado positivo “1917” tiene un buen número de bazas favoreciéndole como es ese tributo a la experiencia en salas que es un visionado que sólo puede disfrutarse en su esplendor en pantalla grande en una épica humana como las de siempre pero que equilibra tanto la emoción que va vertebrando la odisea de estos dos soldados en ese camino contrarreloj como todo el apartado técnico que favorece esa experiencia inmersiva. Además, la cinta sería la primera ganadora del Oscar estrenada en Diciembre desde “Million dollar baby” y no vista en ningún festival desde “Infiltrados” lo que también le ha favorecido para llegar en forma al momento clave de la carrera justo para desmontarla a su favor como demostró en los Globos de Oro. Desde luego muchos académicos verán en ella la posibilidad de volver a coronar con el Oscar a una producción de empaque que dignifique la estatuilla que defiende el visionado en sala tradicional, alejado de plataformas, y con mensaje histórico y político con esas tropas británicas jugando un papel clave y de sacrificio durante la I Guerra Mundial.

En el otro lado del ring llega “Parásitos” (6 nominaciones) que desde que ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes no ha hecho más que recibir parabienes a lo largo del mundo cinematográfico y geográfico con esta ácida sitcom familiar llena de humor negro convertido en ingenio crítico y desbordante retratando la diferencia económica, la burguesía sustentada en el capitalismo y el pijerío de la casta en barrios residenciales y criados, en un inteligentísimo ejercicio en el que se juega con la mezcla de géneros arrojando un conjunto permeable pero que siempre cae de pie ante la solidez del armazón creado por el director con una apabullante y medida puesta en escena y el equipo de guionistas sobre una historia que engancha al espectador por lo bien narrada que está, ofreciendo un cóctel novedoso y muy original, el brillante trabajo de sus actores y por el impecable dominio de la cámara en el que todo se mueve al son de la cadencia de la orquesta que hace sonar el realizador por muy vertiginoso que ello sea. La rebelión de los pobres frente a los ricos, los indignados frente a la opulencia de los que tienen dinero y poder por castigo, que llevan a cabo un plan para que los distintos miembros de una familia se introduzcan como una plaga en una casa de la élite tanto como asistenta, profesor particular y chófer de la familia conformando un sainete tétrico y claustrofóbico ante la polarización de ambos bandos entre el desprecio, el recelo y el desdén con principalmente dos escenarios como son un chalet diáfano y un sótano inundado desde el que es difícil encontrar Wi-Fi. Un fenómeno convertido en hito que se ha convertido en la primera película extranjera en ganar el Gremio de Actores (SAG), el de Guionistas (WGA) y el de Montadores (ACE). ¿Será capaz de romper el techo de cristal y ser la primera película extranjera en ganar el Oscar? Da la sensación de que la campaña ha hecho su efecto ya que su visibilidad en los medios ha sido máxima logrando que todo el mundo en Hollywood habla de la película siendo además muy posible que ese factor de empatía universal que genera le favorezca en el voto popular siempre que el tema de los subtítulos no sea una losa para los académicos más aborregados y simplistas.

Si hay una película que puede dar el campanazo esa es “Jojo Rabbit” (6 nominaciones), cinta que viene con el aval siempre importante del Premio del Público de Toronto y del buen funcionamiento ante los Gremios pudiendo marcarse un asalto al Oscar muy parecido al de “Spotlight” ganando el premio de guión y luego el de mejor película, en este caso favorecido por una película que encierra un indudable encanto en una fábula más que una sátira en la que Taika Waititi homenajea en cierta manera a algunos maestros del humor más clásico aprovechándose de una endiablada premisa, un guión ágil y fresco y un reparto en estado de gracia. Su mayor handicap es ser considerada por el votante una propuesta menor, y sin duda menos trascedente que los otros títulos con los que compite, y el no haber llegado con las señales que dejó “Green book” previa a su victoria del año pasado como fueron el triunfo en el Gremio de Productores (PGA) y su nominación al Bafta. En todo caso, “Jojo Rabbit” bien podría ser una tercera vía en el caso de que la Academia siguiera con ese perfil de películas entrañables más cercanas al público evasivo que al hecho de pretender trascender en la Historia del cine.

Otra que podría pescar en aguas revueltas es “Érase una vez en… Hollywood” (10 nominaciones) aunque da la impresión de que la propuesta de Quentin Tarantino se ha ido desinflando poco a poco a pesar de ganar en los Globos de Oro y en los Critics´Choice. Y es que hasta el Oscar a mejor guión original, que parecía tener en la mano, está más cerca de Bong Joon-ho que de convertirse en la tercera estatuilla para el Tarantino escritor. “Érase una vez en… Hollywood” es un retrato oligofrénico lleno de ironía y mala leche de un Los Angeles en 1969 en una industria llena de vaivenes y centrada en tipos tan peculiares como necesitados de reconocimiento. Eso es lo que inunda los 165 minutos de duración en el que el guion es el problema de la cinta con un Tarantino más evasivo que rotundo en el que las dos primeras horas apabulla con un gran número de referencias musicales, sociales (la guerra de Vietnam o el auge de las sectas) y culturales (los fans del eurowestern disfrutan de todos sus guiños cinéfilos) siguiendo por separado a los tres personajes perdidos en su definición en pantalla. Es ahí cuando se encalla y no termina de enganchar con largos momentos como el día a día poco atractivo del personaje de DiCaprio en el rodaje de un nuevo western (echando de menos a la añorada montadora del director, Sally Menke) pero la cinta justo en ese momento se eleva cuando Tarantino pone toda la carne en el asador sacando su lado más gamberro y desmadrado. No estamos ante una película de Oscar para Tarantino sino ante un imperfecto entretenimiento de un director que se nota que se lo pasa en grande y en el que se echa de menos mayor cohesión e interacción entre los personajes, algo que todavía no la convierte en la opción para que apasionados y detractores del director se den por una vez la mano dándole el premio gordo.

“El irlandés” (10 nominaciones) llegó como la película acontecimiento de la temporada, el testamento del cine de gangsters para un Martin Scorsese al que se le queda corto para su trayectoria la solitaria noche de gloria de “Infiltrados” frente a muchas más de ninguneos y omisiones. Y es que “El irlandés” parece muy cerca de irse de vacío al igual que le ocurrió a “Gangs of New York”. La película, que parecía destinada a darle el segundo Oscar a Scorsese que reconociera el talento e influencia de un maestro, así como el empeño en sacar este ambicioso proyecto a adelante, se ha topado con una gran cosecha por un lado (que no le ha hecho destacar sobremanera respecto las otras contendientes) y el recelo que todavía despierta Netflix ante el ala más defensora de la exhibición tradicional. Y es que desde su derrota en los Globos de Oro el efecto de declive ha sido notorio perdiendo sistemáticamente en cada una de las citas en las que ha acudido. A pesar de ser una de las cintas con más nominaciones no ha logrado erigirse como opción de premio en ninguna categoría (ni siquiera en guión adaptado o en montaje) y está a punto de convertirse en la sexta película con más nominaciones y sin ningún Oscar tras “Paso decisivo”, “El color púrpura”, “Gangs of New York”, “Valor de ley” y “La gran estafa americana”. Algo que no es acorde a sus méritos cinematográficos que arrojan uno de los títulos más rotundos del cine reciente redondeando toda la forma de hacer cine de una leyenda de la dirección.

“Joker” (11 nominaciones) ha sido el fenómeno del año y, a pesar de todo, se ha convertido en la cinta más nominada de la noche sin opciones reales en mejor película pero con algunos premios asegurados como los de actor y música. Una obra maestra sobre la deriva de una mente enferma, insegura y fascinada por la fama, así de cómo es el hecho de convivir con la locura y cómo lo ven los demás entre la ignorancia y la condescendencia. Un payaso de medio pelo, que sólo quiere ser aceptado y querido en una sociedad que expulsa al distinto, transformado en asesino y líder de masas de la rebelión frente a los poderosos como fruto de una sociedad desencantada fiel reflejo de nuestros días y que, al igual que en “Network”, ha estado demasiado tiempo resignada sin alzar la voz aunque aquí esto corra el riesgo de que se traduzca en violencia contagiosa e incontrolable siguiendo una corriente por inercia más que por conocimiento. Existe mucha manía de etiquetar pero “Joker” podría ser tanto cine de superhéroes como un capítulo de “Mindhunter”. El envilecimiento de un perturbado con el aire decadente de la citada cinta de Scorsese y el nervio y tensión que se corta en el ambiente del mejor Fincher. Ese es el mérito de un Todd Phillips que construye una película exquisita, elegante y subyugante siendo fruto de debate que si el cine es una analogía de nuestro tiempo y “Joker” pretende retratar como estamos, con locos magnificados por el factor mediático y el extremismo de los populismos, estamos condenados. A ello contribuye también la atmosférica música de Hildur Guðnadóttir y una estética intencionadamente setentera. La cinta no escatima en seguir un tono violento y crudo nada complaciente para una película que, en teoría, nace también con vocación comercial para un público amplio pero en la que aquí pesa la voz del personaje y el sello que ha querido darle el autor a cualquier tipo de pretensión para tener satisfecho al espectador medio.

“Historia de un matrimonio” (6 nominaciones) se fue desinflando conforme pasaban las semanas y sólo llega con la categoría de actriz de reparto a su favor. Unas críticas excelentes en todos los festivales de otoño por los que pasó que no se tradujeron en premios importantes. Noah Baumbach vertebra su obra más personal pero también más madura heredando la forma de hacer un tipo de cine deudor de los 70 y que ya ha recibido comparaciones con algunos de los mejores títulos del primer Woody Allen, el clásico que mostró en el cine el lado más descarnado de un divorcio en “Kramer contra Kramer” (1979) o incluso una cinta anterior del propio Baumbach, “Una historia de Brooklyn” (2005). Un guión preciso y rico en los diálogos y réplicas dando alma a sus personajes. Apabullante en su sencillez y rotundidad que se inicia con un prólogo magistral que presenta las rutinas y vidas de ambos personajes, él (Charlie) director de teatro y ella (Nicole) actriz, que poco a poco van minando su relación de la que pende el bienestar de su hijo pequeño y el modo de vida que hasta ese momento han mantenido en el que los dilemas, sueños e inseguridades de este gremio en el que trabajan es el día a día en sus conversaciones y preocupaciones frente a los sueños de uno y otro y la incertidumbre de un trabajo y de una situación familiar que les tiene a caballo entre Nueva York y Los Angeles. Los prejuicios hacia Netflix tampoco habrán ayudado a una cinta más compleja, amarga y rica en emociones de lo que podría parecer y que representa a un cine maduro, contemporáneo y que refleja los sinsabores de una vida de vaivenes personales y profesionales.

“Mujercitas” (6 nominaciones) es la adaptación de la obra de Louisa May Alcott que ha salido mejor parada en las nominaciones pero es verdad que Greta Gerwig no pudo sumarse al quinteto de mejor dirección. Aun así es una alternativa al premio a mejor guión adaptado y tanto Saoirse Ronan como Florence Pugh han obtenido la candidatura por una versión fresca, libérrima y que se mueve en un atractivo equilibrio entre lo clásico y los ademanes de toda relación “millennial”. Una cinta emotiva a la hora de abordar a esa Jo, que es alter-ego de la escritora pero ahora también de la propia Gerwig, decidida a crear su propia voz y generar una autonomía que no le haga depender del apellido de una familia o del matrimonio con un hombre en todo un canto a la creación artística frente a las limitaciones que vivieron las mujeres en el siglo XIX. Una cinta medida y exquisita en la que todo funciona al milímetro, desde las decisiones como realizadora de Gerwig, el acertado y arriesgado montaje jugando con saltos en el tiempo siempre dando viveza, cohesión y fuerza a la historia que transita en un ritmo vivo y reparador a lo largo de sus dos horas y cuarto.

“Le Mans 66” (4 nominaciones) es para muchos la película de relleno en estos Oscar pero no por eso hay que tirar por tierra sus valores. La cinta logra mantener el ritmo durante sus dos horas y media en una película rodada con clasicismo pero que es tanto un drama adulto como un pepinazo a la hora de poder funcionar en taquilla. La carga emocional que tiene al final es arrebatadora y la camaradería e intereses corporativos está a lo largo de la cinta muy bien mostrada y no sólo por el hecho de estar contada a través de los ojos de Matt Damon y Christian Bale (éste vuelve a sacar petróleo de todo personaje) sino por contar con un reparto que está muy bien definido y dibujado en pantalla con su arco narrativo y emocional, destacando a Tracy Letts como el señor Ford (impagable ese viaje que comparte con Damon a toda velocidad) o ese prodigio de carisma que es el crío Noah Jupe (visto en “Wonder” o “Un lugar tranquilo”) y que se lleva para sí la película en el desenlace como hijo del personaje de Christian Bale. James Mangold es un excelente director que con esta película incluso está por encima de la destacada “Rush” (2013), con la que comparte algunos elementos temáticos, erigiéndose como un drama adulto con vocación de taquilla y entretenimiento, luciéndose con una épica carrera llena de emoción y verismo oliendo el caucho y sintiendo la velocidad más vertiginosa, pero que lo hace a través de las motivaciones de sus personajes y no abusando de escenas de celeridad adrenalítica en esta especie de carrera automovilística (mientras paralelamente en esos momentos se llevaba también la espacial entre americanos y rusos) en la que unos hombres bajo el manto de Ford intentaron romper la hegemonía de Ferrari enarbolando la bandera del trabajo en equipo y la pasión común en una camaradería crepuscular con ecos a los western de John Ford. Un drama adulto con empaque y con altura que, aunque sea la rival más débil en estos Oscar, no deja de ofrecer momentos de gran cine.

El dictamen

Ganará: 1917
Alternativa: Parásitos
Quiero que gane: El irlandés
Echo de menos: Richard Jewell

Nacho Gonzalo

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